Me despierto, como siempre, con la luz que entra por la ventana. Marie está roncando al otro lado de la cama así que me levanto silenciosamente, cojo mi móvil y salgo de casa.
Mierda, no me acordaba de que aquí no hay cobertura. Subo la mano tontamente intentando que aparezca al menos una rayita en el aparato. Parezco imbécil pero nadie me ve, es un consuelo. Ando en círculos con el brazo levantado. Nada. Cada dos pasos algo me pincha en la suela del pie y hago un espaviento. Definitivamente soy lerda. Resoplo y me dirijo al camino que lleva a la playa, puede que allí consiga llamar.
Menos mal que nadie me ve, porque parezco Jack Sparrow andando por la playa, ¡menos mal que Marie no me ve porque se estaría riendo de mí tres años seguidos, pero es que la arena quema!
Vuelvo a subir el brazo cuando llego a la playa, pero nada. Ando y ando y.., ¡sí! ¡Dos rayitas!
Doy unos saltitos ridículos y llamo a mi madre rápidamente, me siento en la arena mientras suena el usual pip-pip y descuelga. Hablamos de cosas triviales durante unos diez minutos y finalmente nos despedimos.Aprovecho que puedo usar internet y reviso mis redes sociales. Marie ha subido fotos del festival y de paisajes a Instagram, y los demás me han etiquetado en Facebook. Dios, deben de ser unas quinientas, están mal de la cabeza. ¿A quién coño le apetece ver todas esas fotos? En fin. Sacudo la cabeza y después de unos cuantos likes y otros cuantos comentarios, me levanto, me sacudo la arena del culo y deshago el camino.
Cuando llego al inicio del sendero que lleva a la casa paro, tras unos segundos de indecisión me quito la camiseta, la dejo en el suelo con el teléfono y corro hacia el agua con solo las braguitas puestas.
Me desplazo a una zona más honda y me zambullo unas cuantas veces. Cuando ya estoy algo cansada me dejo flotar bocarriba y miro el cielo.
Acabo de recordar la conversación que tuve con Drake en el coche sobre los lagos y sus monstruos y sonrío. ¿Cómo puede tenerle más respeto a un lago? Si en el mar hay medusas y tiburones.
Estupendo, me he auto-jodido el baño, vuelvo a una posición vertical y reviso mi alrededor. Por supuesto no hay nada, pero por si acaso salgo del agua.
Llego al sendero pero allí no está mi camiseta ni mi móvil. ¡Qué cojones…! Muevo un poco la arena, esperando estúpidamente que estén medio enterrados, pero no. Miro por todos lados pero no encuentro nada. ¡No pueden haberse ido por su propio pie! Seguro que están por ahí, puede que el viento los haya movido y estén a unos cuantos metros. Sí, seguro; pongo los ojos en blanco, es una idea estúpida.
Puede que alguno de los chicos lo recogiera y los dejase en casa. Espero que sea eso, y con el brazo tapándome los pechos me dirijo al sendero.- ¡Jo-der! –Drake está sentado en una roca junto a la casa y al verme ha escupido el café. Yo ruedo los ojos - ¿Este es mi regalo de cumpleaños por adelantado?
- Ja-ja, muy gracioso, alguien me ha quitado la camiseta y el teléfono. ¿Has sido tú?
- No, pero reconozco que quien haya sido, es un puñetero genio –sonríe de manera estúpida y me entran ganas de pegarle, pero si lo hago dejaré las tetas al descubierto y paso.
- Bueno, ¿me traes una toalla o algo?
- No se yo…
- ¡Joder, Drake hazme el favor! Estoy chorreando, no puedo entrar.
- Vale, vale… –se levanta y hecha un último vistazo a mis braguitas. Yo hago lo mismo y entonces lo entiendo, ¡son blancas! ¡y están empezando a transparentar! Con la mano que me queda libre me tapo y él ríe y entra corriendo. En unos segundos sale con mi toalla. Me envuelvo con ella.
- Gracias.
- No hay de qué. ¿En serio te han quitado la ropa?
- Sí, dejé la camiseta y el móvil para meterme en el agua y al salir no estaban. La ropa me da igual, pero el teléfono no.
- ¿Tiene algún tipo de contraseña?
- Sí.
- Bien. ¿Viste a alguien cerca que pudiera quitarte las cosas?
- No, ni tampoco oí nada. Pensé que alguno de vosotros las había encontrado y las trajo hasta aquí para que no se perdieran.
- Yo no he visto salir a nadie de casa –dice desconcertado.
- ¡Mierda! –me seco rápidamente y él me tiende su camiseta. Me llega casi hasta las rodillas ya que Drake debe ser al menos treinta centímetros más alto que yo. Entramos y están todos en el salón.
- ¿Quién ha cogido mis cosas de la playa? –pregunto muy irritada. Todos me miran como si estuviera loca.
- Nadie ha salido –dice Marie.
- ¡Qué extraño! –estoy siendo irónica – Ayer nadie se metió en el baño cuando me duchaba, hoy nadie me ha quitado la camiseta y el teléfono… ¿Qué será lo siguiente que nadie haga? Si me estáis tomando el pelo, no tiene ni puñetera gracia, así que dejadlo ya.
- No sabemos de lo que hablas, Ry –Sarah intenta tranquilizarme. O son buenísimos actores o realmente no saben nada.
- Toma, nena –Drake me tiende su móvil – Avisa a tu madre para que bloquee tu teléfono, alguien debe habértelo robado.
- Gracias –lo cojo y vuelvo a la playa.Después de media hora entre Mike y mi madre han conseguido que mi compañía telefónica desactive mi móvil.
Menuda putada. No soy adicta a él ni nada de eso, pero lo usaba como cámara y no dependía de nadie para hacer una llamada. A partir de ahora me tendrán que dejar sus teléfonos si quiero llamar a mi madre. Jodida me encuentro.- ¿Todo solucionado? –me pregunta Drake.
- Dentro de lo posible, sí.
- Bueno, no te preocupes, quizás lo encuentres.
- Eso espero –suspiro.
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Nunca llores en verano
RomanceUn verano puede no ser nada, o cambiar toda una vida por completo. No hablo de grandes viajes que llenan el alma ni amores fugaces que siempre recordarás. No. Hablo de algo más profundo, algo que cala muy hondo. Soy Riley y este verano viviré algo...