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- ¿Te recojo? -me dice Drake a través del teléfono.
- No, he venido al trabajo con mi coche.
- Vale entonces dejo el mío en casa y me recoges tú, ¿te parece?
- Vale, en una hora te veo.
- Hasta luego, nena.
- Adiós guapo -cuelgo y sigo trabajando. Jake, mi compañero viene a entregarme unos papeles.
- Toma -los cojo - ¿Y esa sonrisa?
- Nada -me sonrojo.
- ¿Has conocido a alguien? -sonríe y me mira con una ceja levantada.
- Bueno, ya nos conocíamos del instituto y eso…
- ¡Ah, viejos amores! -dice en tono ensoñador y se marcha a su mesa.

Cuando llego a casa de Drake él está apoyado sobre su coche, al verme se quita las gafas de sol y sonríe. Si no le va bien en lo suyo, siempre puede hacerse modelo… ¡madre mía!
- Hola caracola -digo cuando entra.
- Hola fea -me da un beso.
- ¿Comemos y después vamos a comprar eso?
- Claro -me indica dónde tengo que ir y arranco.
- ¿Qué tal el día?
- Bien, hoy el entrenador nos ha machacado, ¿y el tuyo?
- Normal.
- Por cierto, ¿tienes vacaciones estas Navidades?
- Sí claro, ¿por?
- Tengo un partido fuera del país y me gustaría que vinieras.
- ¡Eso sería una pasada! -me emociono tanto que muevo el volante y el coche se ladea un poco.
- ¡Eh! Intenta no matarnos antes, ¿vale? -dice riendo.
- Perdón, me he emocionado un poco demasiado.
- Ya veo -le veo sonreír por el rabillo del ojo.
- ¿Es aquí?
- Sí -asiente y aparco.
Nos sentamos dentro ya que hace bastante frío y pedimos las bebidas y un par de ensaladas. Cuando nos sirven la comida Drake prácticamente la devora.
- Creo que la ensalada se te ha quedado corta -río.
- Sí -me imita y pide segundo plato para él.
- Drake, ¿podemos hablar seriamente sobre algo?
- Nena, si estás embarazada no es mío -levanta las manos y yo pongo los ojos en blanco.
- No es eso, idiota.
- Te escucho.
- ¿Nosotros… qué somos?
- ¿Personas? -le tiro una servilleta.
- He dicho que hablemos en serio.
- Vale, vale. ¿Tú qué dirías?
- No se, no hemos hablado sobre ello, simplemente nos hemos visto unos pocos días y ya nos comportamos cómo... ya sabes.
- Nena, no se si te acuerdas pero nosotros nos conocemos desde que dejamos los pañales por el orinal.
- Ya, pero no de este modo -nos señalo.
- Para mí es lo mismo -se encoje de hombros – Llevamos toda la vida juntos pero no hemos follado hasta ahora.
- ¡Calla! -me pongo roja.
- ¡No me digas qué te avergüenza hablar sobre sexo!
- ¡Shh! No, pero con desconocidos mirando sí…
- Nadie mira… -ríe.
- Ese no es el tema -agito la mano.
- Cierto.
- Entonces… -le miro interrogante.
- ¿Quieres que te lo pida formalmente? -veo un destello malvado en sus ojos y me pongo nerviosa.
- ¡No, no, no! ¡Por favor! -pero me ignora, se levanta de la silla sonoramente, se arrodilla a mi lado y carraspea.
- Riley, ¿Me harías el grandísono honor de ser mi novia? -dice realmente alto. Las personas del restaurante, todas absolutamente, nos miran divertidos y yo debo estar más roja que un tomate.
- ¡Sí, pero por Dios siéntate! -le empujo muerta de vergüenza y él me besa antes de sentarse. Algunas personas silban - ¡Te voy a matar!
- ¡¡Ha dicho que sí!! -grita y todos aplauden fuertemente, incluso los camareros.
- ¡Drake! -me tapo la cara con las manos hasta que paran. Él sonríe orgulloso. El muy jodido.
- ¿Has acabado? -señala mi plato.
- Sí, sácame de aquí -me río y él paga, salimos de la mano del local y juro que nos seguían mirando – No vuelvas a hacer eso…
- ¿Por qué? Ha sido divertido -sonríe.
- ¡No! Casi muero de vergüenza… -no puedo evitar reír y él me besa.
- Venga, vamos a comprarle un vestido a mi maravillosa novia.
- He aceptado para que te callases -le pico y él frena en seco en mitad de la calle.
- ¿En serio? -levanta una ceja.
- Tengo que pensármelo… -nada más decirlo me arrepiento, Drake se arrodilla otra vez y está a punto de gritar. Rápidamente le tapo la boca - ¡Es broma, es broma! No lo hagas…
- Ya decía yo… -se levanta y sigue andando cómo si nada. Cabronazo.
- Entremos aquí -señala una tienda y me arrastra al interior.
- Hola, bienve…nidos -la dependienta balbucea al ver a Drake.
- Hola, venimos a buscar un vestido para esta preciosidad -me señala – Su madre se casa dentro de poco.
- Claro -ríe tontamente y bate las pestañas. Yo ruedo los ojos – Acompáñeme…
- Gracias -la seguimos y para frente a un perchero con un montón de prendas colgadas.
- ¿A qué hora es la boda? -todo el rato se dirige a Drake, a mí me ignora. Ella sabrá, no creo que a Drake le quede bien ningún vestido de la tienda. 
- ¿A qué hora es, nena? -me pregunta.
- Tarde-noche.
- Bien, ¿tiene algún color en mente? -sigue mirándole a él.
- Nada verde ni marrón -digo.
- Bien, pueden pasar al vestidor y les traeré algunas prendas.
- Gracias -decimos y entramos donde nos indica. Es una sala cómo en la que estuvimos mi madre y yo cuando compramos su vestido de novia, solo que más pequeña y sencilla. Al cabo de unos minutos la chica vuelve con un perchero con ruedas lleno de vestidos y conjuntos, todos de manga larga.
- Todo lo que tenemos se puede arreglar para que te siente bien -por fin me mira a mí.
- Genial -me acerco y escojo un vestido azul oscuro y me dirijo al pequeño cubículo a cambiarme.
- Mmm… No me convence -dice Drake cuando salgo. Me miro al espejo y estoy de acuerdo. Me pruebo tres vestidos más pero no me gustan, finalmente me pruebo un conjunto compuesto por una falda rosa empolvado de tul hasta los tobillos y una camiseta con pedrería plateada. No es muy típico pero me gusta. Salgo.
- ¿Qué tal? -me muerdo el labio.
- Perfecta -sonríe Drake.
- Me lo quedo -le digo a la chica y vuelvo para ponerme mi ropa.
- Ahora te toca a ti -digo cuando salimos de la tienda.
- De eso nada, aún quedan los zapatos.
- Ya me pondré alguno de los que tengo -digo. La verdad es que no puedo gastarme más dinero.
- De eso nada -entramos a una zapatería pero en cuanto veo los precios tiro de él hacia la salida. En vano, claro, es como intentar mover un árbol - ¿Estos?
- No, vámonos -digo pero me ignora.
- ¿Estos?
- No -me cruzo de brazos.
- ¿Y estos? -me enseña unos stilettos algo más oscuros que el color de la falda. No contesto, son ideales pero carísimos - ¿Sí o no?
- No se -farfullo y me encojo de hombros.
- Estos entonces -se va a la caja y me pregunta mi número de pie. Se lo doy de mala gana y cuando toca pagar saca su tarjeta más rápido que yo y los compra. Como siempre, acabo con cara de lela.
- ¿Vamos a por mi traje? -dice sonriente. Yo no contesto – Oh vamos, no eran tan caros…
- Unos zapatos con un precio de tres cifras sí son caros.
- No es para tanto -me besa el pelo – Mira ahí.
Entramos en la tienda y en menos de quince minutos ya estamos fuera. Drake se ha comprado un traje negro de dos piezas, una camisa blanca y una pajarita del mismo color que mi falda. No hace falta decir lo bien que le queda el traje…

Nos montamos en el coche, él en el asiento del conductor porque después de lo de antes dice que no se fía de mí, y conduce hasta su casa.

Nunca llores en veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora