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Me despierto con la luz que entra por la ventana... espera, ¿quién ha cambiado de sitio mi ventana? Me incorporo y miro la habitación. Esta no es mi casa... Algo se mueve a mi lado, es Drake. Sonrío recordando lo de anoche y me pongo sobre él de un salto.
- ¡Au! -abre un ojo - Buenos días... o algo así.
- Hola -me río y le doy un beso.
- Tortitas y bacon, gracias -da un rápido giro y yo me caigo al suelo. Lo ha hecho adrede.
- ¡Tú de qué vas! -cruzo los brazos y él me mira divertido.
- He pedido mi desayuno -pone los brazos detrás de su cabeza y sonríe. Yo lo miro con mala cara, eso parece hacerle gracia.
- No te voy a traer el desayuno a la cama -él tira de mí y caigo sobre el colchón a su lado.
- Ya lo has hecho -me besa.

Una hora después, me levanto y con todo mi morro abro su armario, cojo una camiseta blanca y me la pongo. Casi me llega a las rodillas, y las mangas a los codos.
- ¿Qué talla usas, una XXXL?
- ¿Me estás llamando gordo? -se hace el ofendido.
- Te estoy llamando enorme.
- Quizás tú eres muy pequeña.
- No, no es eso -me río - Voy a hacer café.
- Si claro... como en tu casa -dice sarcásticamente y yo le saco la lengua.
Ayer no me fijé en la cocina pero es enorme, de echo paso alrededor de cinco minutos buscando la cafetera. Aquí está. Es una de esas que funcionan con cápsulas, y yo buscando la de toda la vida que se pone sobre el fuego.
- ¿Aún no has hecho el café? -pregunta Drake.
- Estaba buscando una cafetera normal, no esta cosa -señalo la máquina.
- ¿Y cómo es una cafetera normal para ti? -cruza los brazos y me mira sonriente.
- Ya sabes, esas en las que pones el café molido y lo pones al fuego hasta que hierbe -digo y él estalla en carcajadas.
- Vives en otro siglo, nena.
- Discúlpeme usted, Señorito del momento -le saco la lengua y él ríe más. Miro el aparato del demonio como cien veces intentando adivinar cómo funciona y entonces escucho a Drake intentando controlar la risa.
- Trae anda -me aparta y mete una cápsula, aprieta un botón que ni siquiera había visto y veo un chorro de líquido marrón caer.
- Gracias -tomo la taza y bebo.
- ¿Qué te apetece hacer hoy?
- No se -me encojo de hombros.
- A mí se me ocurren un par de cosas -me mira de arriba abajo y se apoya sobre el mármol.
- Suena muy tentador, pero no -río.
- Aguafiestas...
- Antes tengo que pasar por casa para cambiarme y eso.
- Y lavarte la cara -me mira con media sonrisa.
- ¿Perdona?
- ¿No te has visto en el espejo?
- No... ¿qué tengo? -me toco la cara pero no noto nada.
- Quizás es la nueva moda, pero tienes los ojos tan negros que pareces un oso panda -estalla en carcajadas y yo le doy un empujón.
- ¡No me desmaquillé! Qué malo eres...
- Lo siento -sigue riendo y me abraza - Estás igual de guapa...
- Ya...
- Osito -vuelve a reír y le pellizco un pezón.
- ¡Ay!
- Eso por reírte de mí -me doy la vuelta toda digna y me meto en el baño.
¡Joder! Tengo eyeliner por toda la puñetera cara... A saber cómo he dejado la almohada, con lo que cuesta quitarlo luego. Me río yo sola y me limpio con una toallita húmeda. Mejor. Me peino como puedo con los dedos y me recojo el pelo, antes de salir me siento en el váter a hacer pis y de sopetón Drake abre la puerta.
- Ups...
- ¡Vete!
- Lo siento -se tapa la boca conteniendo la risa y se marcha.
- ¡No escuches a través de la puerta! -se ríe fuertemente.
- ¡Vaaale! -le oigo irse.
Salgo del baño con ganas de matarlo, pero lo encuentro en calzoncillos cambiándose de ropa y se me pasa. Como parece que no sabe que estoy ahí lo miro silenciosa. Jolines... Ayer no me paré a mirarle. No debería ser legal estar tan bueno, ¡bendito rugby!
- Mirona... -dice y me sobresalto.
- Pillada -confieso y él sonríe.
- Venga, vístete.

Aparcamos en mi casa y, aunque le insisto para que se quede en el coche, me ignora, quiere ver a mi madre.
- ¡Pero yo no quiero que ella te vea a ti!
- ¿Por?
- Porque sabrá que he pasado la noche contigo -me quejo y él pone los ojos en blanco.
- Ya eres mayorcita para acostarte con tíos...tu madre no se escandalizará.
- No... bromeará sobre ello durante días, que es peor -farfullo mientras abro.
- ¿Riley?
- Hola mamá...
- ¿Qué tal la noch... ¡Anda, hola Drake!
- Hola Danna -se dan dos besos.
- Ya veo que lo pasaste bien -me mira burlona y yo ruedo los ojos.
- Cállate...
- Tiene un humor horrible por las mañanas -le susurra a Drake y él ríe.
- ¡Os he oído!
- ¿No tenías que cambiarte? -pregunta Drake y yo subo a mi cuarto resoplando. Cuando llego les oigo reírse de mí. Estupendo. Me quito el vestido que llevo desde ayer, la ropa interior y me doy una ducha sin mojarme el pelo. Me pongo unos vaqueros cualquiera y un jersey, espero que no quiera ir a un sitio elegante. Bajo las escaleras y los encuentro sentados en los taburetes de la cocina, ni siquiera me prestan atención cuando llego.
- Ya estoy.
- Pues Mike quería celebrarla en la playa, pero decidimos que mejor no, ya sabes por el frío, podría ser molesto -sigue explicando mi madre. Me ignoran.
- ¡Eo!
- Sí, creo que no hubiera sido buena idea, además el sitio que has escogido es fantástico.
- ¡Qué estoy aquí! -me miran sorprendidos.
- No grites, loca -dice mi madre.
- Es que me ignoráis... -parezco una niña pequeña y ellos ríen.
- Bueno, nos vemos mañana.
- Claro, a las dos estaré aquí -dice Drake y yo miro con cara de boba. Sigo así hasta que salimos de casa.
- ¿Cómo que os veréis mañana?
- Tu madre me ha invitado a comer -dice como si nada cuando se sube en el asiento del conductor. Yo, como sigo tonta del culo, no rechisto y me siento al lado.
- ¿Y no me has preguntado si quiero?
- No, tú no hace falta que vengas si no quieres -suelta mientras arranca.
- ¡Serás...!
- Es broma, tonta... ¿Me permitiría mi princesa venir a comer mañana a su casa? -coge mi mano y la besa. ¿Cómo decir que no?
- Así mejor. Oye, ¿a dónde me llevas?

Nunca llores en veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora