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La mañana siguiente, no escucho la alarma, ni pies arrastrándose, o conversaciones mientras los otros iniciados se arreglan.

Me levanto con Caleb sacudiendo mi hombro con una mano y golpeando mi
mejilla con la otra.

Él ya lleva un abrigo azul abrochado hasta el cuello.

- Vamos. Levántate y muévete- me apremia.

Quiero decir algo, pero todo lo que puedo hacer es quejarme.

Después de pasar toda la noche hablando con Alexander y habiendo dormido solo cuatro horas, la diversión me está pasando factura.

El reloj marca las nueve menos cuarto. Tenemos que estar en la biblioteca a las nueve.

- Vístete, conseguiré algo de comer. Nos vemos allí- me avisa, y yo asiento aún adormecida.

Camino a paso rápido por todo el complejo y le quito a Caleb el muffin de las manos cuando llego a mi destino.

Tengo hambre.

- Vaya cara que tienes iniciada, cualquiera diría que no dormiste anoche - se burla Alexander entrando tras nosotros en la biblioteca, y sé que lo hace para fastidiarme.

- Tú tampoco tienes buena cara - replico sacándole la lengua en un gesto infantil, y él suelta una risa reuniéndose con Milicent al fondo de la habitación.

- ¿ De qué iba eso ? - pregunta Caleb tras un rato de silencio en el que cada uno estudia su libro.

Dejo de leer y miro hacia arriba.

- ¿ El qué ? - pregunto mirando a mi alrededor de forma inocente.

- Vamos, no me tomes por tonto- resopla - escogí Erudición por algo.

Yo ruedo los ojos.

- Alexander y yo nos besamos anoche- le cuento entre susurros.

Caleb enrojece con la sola mención de lo que pasó.

- No me digas que te has enamorado de él.

- Acabo de conocerle - resoplo volviendo a centrarme en la lectura- Claro que no.

Pasamos tres horas enteras enfrascados en nuestros estudios.

En todo ese tiempo, ninguno de los iniciados dice una sola palabra.

La tensión y el nerviosismo en el ambiente continúa incluso a la hora de comer, y cuando volvemos para seguir estudiando, cada uno parece estar intentando absorber la mayor proporción de información que es capaz.

Mañana será el examen de la primera etapa.

- Elisa - me llaman, y miro confundida a las dos cordiales que están delante de mi.

- ¿ Mm ? - alzo una ceja sin tomarles mucho en cuenta.

- ¿ Puedes explicarnos algunas cosas que no entendemos ? - pregunta la de los pelos rizados mordiéndose el labio.

Las miro fijamente.

- No - niego decidida. Tiempo que hable con ellas, tiempo que malgasto y que podría estar utilizando para aprender más cosas.

- Por favor. No creo que podamos pasar sin tu ayuda - suplica la otra poniendo ojos de corderito.

Caleb escucha atento la conversación.

- No intentes manipularme, florecita - le espeto cruzándome de brazos - os habéis pasado todo este tiempo entre risas y distracciones. Ahora no vengáis con lloriqueos.

Ellas miran a Prior esperanzadas, y yo les fulmino con la mirada.

Sé que el abnegado que vive en Caleb está a punto de saltar, siempre dispuesto a sacrificarse por los demás.

- Él tampoco- contesto en su lugar- Asumid las consecuencias de vuestros actos.

Ellas me ponen mala cara antes de desaparecer.

- Gracias - suspira Caleb aliviado - No habría sido capaz de decirles que no.

Escribo un par de anotaciones en el margen de la hoja antes de contestarle.

- Tienes que dejar de pensar como un abnegado, Prior.

ERUDITEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora