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Observo con los ojos como platos como el cuerpo de la joven osada choca contra el suelo, y su pelo se desparrama sobre la tierra.

- ¡¿ Pero qué has hecho ?! - grito asustada, arrodillándome junto a la chica.

- Noquearla - responde Ceyden, con una franqueza que resulta estremecedora.

- ¿¡ Y me quieres decir por qué has decidido noquear a tu propia hermana ?! - repliqué, incapaz de entenderlo.

- Está en una Simulación, Elisa- suspiró, viéndome como a una niña chiquitita a la que debía de dar explicaciones obvias - la he dejado inconsciente para que no nos de problemas.

- Lamento interrumpir vuestra discusión, pero tenemos que irnos - dice mi padre, señalando con un gesto hacia la izquierda.

Las vías comienzan a temblar, y en menos de lo que tenía pensado, el tren llega hasta donde estamos.

Pero no se detiene.

- ¡Rápido, tenemos que entrar! - nos apremia Ceyden, echándose el cuerpo de su hermana al hombro como si fuera una pluma.

El abnegado echa a correr hacia el tren, sin perder más tiempo, y pulsa el interruptor para que se abra el vagón.

Con algo de esfuerzo, tira a su hermana al interior, y sin más se lanza a si mismo hacia arriba.

- ¡ Vamos papá !- reacciono, poniendo mis piernas en funcionamiento.

Ceyden se asoma por la puerta, esperando a que lleguemos junto a él para poder ayudarnos.

Suelto un grito cuando algo estalla contra mi pierna, y el dolor se esparce desde ese lugar hacia el resto del cuerpo como un calambrazo.

Estoy a punto de caer al suelo, pero unos brazos me cogen por debajo de las axilas y me ayudan a recuperar el equilibrio y seguir corriendo.

- Vamos cielo. Sé que duele, pero no te detengas.

Aprieto la mandíbula para aguantar el palpitante dolor, y me centro en seguir avanzando, una pierna tras otra.

ERUDITEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora