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Paso mis manos por los muslos una y otra vez, sin detenerme.

Aún no me acostumbro a llevar ropa tan ceñida, aunque supongo que el cambio de las ropas holgadas típicas de Abnegación de Ceyden será mayor.

Trato de caminar lo más recta posible, con la mirada fría y la expresión seria.

Aún así, sigo llamando la atención. Mi cuerpo está mucho menos trabajado que el de cualquiera aquí y soy bastante más pequeña.

En cambio, Ceyden se abre paso firme y decidido entre los demás osados.

Nadie en su sano juicio sospecharía de que él es un intruso.

Y menos aún pensar en él como un abnegado.

Aún así, algunos nos miran confundidos cuando llegamos al centro del Pozo, probablemente al no reconocer nuestros rostros.

Subo la mirada hacia arriba. Es obvio el porqué del nombre.

El Pozo es el centro de la vida de Osadía, y se sabe con solo mirarlo.

En un lateral, hay varias personas congregados alrededor de un combate.
En otro, se dan carreras espontáneas.

Todo está lleno de energía, de vitalidad, de fuerza.
Por un momento, envidio eso.

- Busca a sus padres y date prisa - me apremia Ceyden, mirando alrededor algo nervioso - Yo voy a buscar a mi hermana.

Ceyden me contó que sus padres se jubilaron dos años después de su traslado, ya que tuvieron hijos algo más tarde de lo que era habitual.

En Osadía, cuando ya eres demasiado mayor para pelear y no aguantas el sube-y-baja del tren, escalar por edificios y demás, te "jubilas".

Es una palabra algo más dulce para decir que te conviertes en un Sin Facción.

Ahora sí me alegro de no vivir aquí.

Toda tu vida esforzándote por un puesto en la Facción que después te verás obligado a abandonar.

Ceyden carraspea para llamar mi atención, y yo reacciono y asiento en señal de entendimiento.

Cuanto antes resuelva este asunto, antes dejaremos el peligro atrás.

ERUDITEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora