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Hoy me he levantado a las seis, antes de que despierten todos los demás eruditos.

El tren no se detiene del todo, aunque la velocidad ralentiza considerablemente.

Lanzo una exclamación consternada al caer al asfalto y clavarme la gravilla de lo que antes del Cataclismo sería una carretera, y que ahora, es solo un puñado de piedras repartidas irregularmente sobre la tierra.

Me levanto con dificultad, quejándome en voz alta y soplo sobre mis manos despellejadas por la caída.

No soy osada, pero las veces que me he montado en el tren he conseguido bajar sin caerme, al contrario que esta ocasión.

Tengo algo en mente.

Quiero darles el pésame a la familia de Luke y Nathan.

Que dejaran su Facción original no significa que no les querían. Son sus familias, deberían saberlo.

Desgraciadamente, son de Osadía, y ninguna de las otras Facciones conoce el paredero de su sede.

Por suerte para mi, conozco a alguien que ha vivido allí durante dieciseis años.

- ¿ Elisa ? - se sorprende acercándose a mi, cargando con bolsas de comida que sean probablemente para los abandonados- ¿ Qué haces aquí ?

Trago saliva y trato de ignorar el hecho de que, si mis amigos siguieran vivos, quizás él sería quien les llevara algo de comida.

- Yo también me alegro de verte - trato de bromear, pero enseguida me pongo seria - Sé que lo que te pido es peligroso, Ceyden, pero necesito tu ayuda.

(...)

Durante el trayecto, entre los traqueteos del tren, le cuento al abnegado transferido todo el asunto.

El me deja terminar, y no me interrumpe salvo para un par de intervenciones.

- No tienes porqué ayudarme, ¿ lo sabes, verdad ? - le pregunto.

- Lo sé. De todas formas, no creo que nos caiga un gran castigo por visitar a alguien de otra Facción fuera del horario de visita- se encoge de hombros con una pequeña sonrisa.

- ¿ Y si nos pillan ? - me muerdo el labio preocupada.

Ceyden me da un toque en el brazo, cosa que me sorprende.

- No te preocupes. Siempre podemos decir que vinimos a ver a mi familia - contesta.

- ¿ Y cómo es que yo te conozco ? - insisto.

- Relájate, ¿ quieres ? No va a pasar nada. Ahora mismo, tu mayor preocupación es superar la entrada a Osadía - dice con una sonrisa misteriosa, mientras pulsa el botón para que se abra la puerta del vagón.

- ¿ A qué te refieres ? - pregunto confundida.

- Retrocedamos hacia atrás - ordena, tomándome de la mano en un gesto que a pesar de venir de un abnegado, parece casi natural- A la de tres corremos hacia delante.

Estoy tentada a preguntar otra vez.

- Una...

Pero cierro la boca y le obedezco.

- Dos...

Él es el ex-osado, sabe lo que hace.

- ¡ Tres !

Espero.

ERUDITEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora