Capítulo 5

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Narración externa.

Jurre, Tim y Jobke han intentado salir del colegio antes para buscar a Julian, pues Mirjam muy preocupada les ha dicho que él no se encuentra en casa luego de que le gritara de tal forma. Para su mala suerte no les  permiten salir.  Solo les queda esperar hasta las 8:00 pm para poder buscarlo: ellos saben de qué es capaz Julian y realmente les atemoriza que pueda pasar con él. Marcaron en distintas ocasiones y le dejaron distintos mensajes llenos de preocupación: no obtuvieron una sola respuesta; por ello temen que una situación del pasado se repita, pero esta vez, llegando a cumplir su cometido.
          En seguida que timbran, los chicos toman sus cosas y corren a reunirse en la puerta de salida. En su camino Jurre tropieza con Katherine.
— ¡Hey, cuidado!
— Lo siento. — dice él con un gesto temeroso ciertamente.
— No te preocupes... Y, ¿qué ocurre? A qué se viene esa cara? — responde divertida.
— Julian está en problemas.
— ¿Julian? ¿El chico mal genio? — ella cambia completamente su expresión, ahora por una más confundida o desconcertada.
— Si. ¿Vienes? Ahora que lo pienso creo que nos podrías ayudar...
          Katherine asiente y ambos llegan por fin a la salida. Ahí se encuentran con los otros chicos.
— Por fin Jurre, ya nos íbamos a ir sin ti, ya son 8:12... reclama Jobke.
— Traje a la nueva conmigo, algo me dice que podría ser de ayuda.
— ¡Vamonos entonces! — exclama Tim. — No hay que demorarnos más, ya me preocupa de por sí que no responda ni llamadas ni mensajes...
— ¿A dónde iremos?
— Directamente a la casa.
— ¿Pero si no está ahí?
— No lo se... pero si está ahí puede que perdamos tiempo en otro lugar y para cuando lleguemos pues... — comparten un silencio incómodo y entonces se marchan de una vez. Toman un autobús para recorrer lo más rápido posible la ciudad y conseguir llegar rápidamente al lugar en que creen que él está. Viajan impacientes y preocupados en el bus. Katherine no se encuentra certera sobre lo que está ocurriendo, no entiende cuál es el problema, el por qué es tan preocupante el paradero de Julian, ni siquiera sabe que la casa a la que se dirigen no es el hogar de él, no en el que actualmente vive.
— ¿Qué les preocupa tanto? — cuestiona ella con curiosidad a Tim, quien se encuentra sentado a su lado. Él sin responder voltea a ver a Jobke; éste, al escuchar sólo niega con la cabeza.
— Solo te puedo decir que es urgente llegar a la casa.
— ¿Cuál casa? Se supone debería estar con su madre, o su familia, ¿no?
— Verás... interrumpe Jobke, callando simultáneamente a Tim. — Julian es un chico algo especial, y no lo digo por ser su amigo y eso; en realidad lo es... No vamos a decirte nada sobre él que pase de lo convencional, porque es... complicado. Necesitas saberlo por tu propio medio y no por nosotros; quizá hablar con él sea lo mejor para despejar tus dudas. Además, como buenos amigos guardaremos el silencio que sea necesario.
— Pero no creo que vaya a poder obtener respuesta alguna sobre mis dudas, él es muy difícil de tratar. A veces habla, ríe, parece normal literalmente, como cualquier otro chico, pero... no sé... él solo...
— No te desanimes, apenas tienen 3 días de conocerse... — sonríe Jurre. En ese instante el autobús se detiene.
— Esto es lo más cerca que nos puede dejar. Tendremos que caminar unas cuantas cuadras. Dense prisa y tengan los ojos bien abiertos, podríamos encontrarlo en el camino.
          Caminan a paso lento buscando algún rastro de Julian; marcan a su teléfono esperando escuchar el tono cerca u obtener al fin alguna respuesta suya. Luego de caminar por algunos minutos, y tras no obtener réplica alguna, deciden apresurarse a llegar a la casa.
          Ahí están, frente a esa morada abandonada...
— Será complicado que uno solo revise la casa, además de tardado.
— ¿Entonces qué hacemos?
— Uno irá al patio de atrás, alguien se quedará afuera frente a la casa y 2 más entrarán, uno a la planta baja y el otro al piso de arriba.
— Nosotros adentro. — responden Tim y Jurre al unísono.
— Está bien, entonces yo me quedaré aquí enfrente y, ¿tu vas al patio? — cuestiona Jobke señalando a Katherine. Ella accede. Cada uno se dirige a la zona destinada para la búsqueda; la casa puede no ser muy grande, pero si no prestan la atención suficiente, Julian podría permanecer escondido en algun lugar dentro del inmueble o bien salir corriendo de ahí al verlos, claro, eso si es que ahí yace.
          Tim antes de encaminarse al interior de la vivienda, lleva a Katherine al patio trasero, rodeando la casa, deteniéndose de manera paralela al patio del recibidor; no es nada complicado llegar ahí, pero como ella no tiene ni idea del lugar, se ve obligada a seguir a Tim. El sitio tiene grandes y viejos árboles frondosos que hacen un tenue contraste en la oscuridad, una cerca maltratada por los años, la lluvia y el sol, que apenas se sostiene. El césped largo en algunas partes y nulo en otras, un poco de tierra seca: un jardín normal con florecillas marchitas, pisoteadas por el tiempo y el abandono. Para Katherine está claro que el lugar lleva varios años sin ser habitado o sin siquiera un poco de mantenimiento, por el grave descuido que presenta. Está completamente oscuro, los focos se encuentran fundidos y la única y vaga iluminación presente es la de la brillante luna de esa noche, y si acaso un poco de la luz que las farolas comparten desde algunos metros lejos. Ella cree un movimiento inútil buscar a Julian en el lugar: para ella no hay siquiera rastro alguno de vida, eso hasta que percibe un leve olor a cigarro y nota que de uno de los árboles en el lugar caen hojas como si alguien ahí residiera. Temerosa de que se trate de alguna otro ente, se acerca a tal árbol y busca cualquier cosa. La luz, que más bien es como un contraste de distintos tonos oscuros, negros y grises, no ayuda en lo absoluto a su vista. Trata de aclarar la mirada y logra captar la sombra de alguien sentado en una de las ramas del árbol, con los pies colgando, dando la espalda hacia donde ella se encuentra.
— ¿Julian? ¿Eres tú? — cuestiona con tal escalofrío recorriendo su piel; no obtiene otra respuesta más que la del incómodo silencio llenando el ambiente, y una respiración irrumpida poco notable. — ¿Julian?
— Déjame solo. suelta de una sola vez, con un aire desalentador, con dureza, coraje e impotencia en su voz. Su voz ronca, y la forma en que respira denotan sus sentires, demuestran y delatan su frágil llanto, aquel que trata de esconder para no ser preocupación de nadie y evitar así la compasión de los otros.
— ¿Estás...?
— Bien. Déjame solo, ¿no entiendes? — interrumpe. Katherine rodea el árbol para ver a Julian de frente: nota cómo pequeñas lágrimas apenas distinguibles corren por sus mejillas. Él mantiene los ojos cerrados y en su mano izquierda sostiene un cigarrillo mientras con la derecha se toma el cabello, recargado en el tronco vertical del árbol y sentado en aquella alta rama.
— No, no entiendo. responde insistente; ella se niega a dejarlo ahí y así.
— ¡¿Qué demonios es lo que quieres?! — grita él y abre los ojos; la mira por un segundo pero enseguida desvía la mirada. — Estoy llorando. Si. No necesito a nadie para eso... vete... Por favor. — dice con tristeza aquello último. Ella en lugar de mostrarse molesta por tan grosero reclamo, trata de comprenderlo, y entonces sonríe para sí.
— Quiero que estés bien. Déjame quedar aquí junto a ti, no diré nada, lo prometo... Bueno, sólo si no quieres que hable, pero deja que me quede. — ruega con una pequeña sonrisa. Se acerca a él y toca su pie para llamar su atención; él voltea a verla y mostrándose un poco más calmado asiente. Aún así intenta mostrarse indiferente, como siempre, aunque parece costarle un poco.
          Desde el interior de la casa, Jurre al pasar cerca de una de las ventanas del segundo piso, puede ver a Katherine sentarse en el pasto seco bajo un árbol. Grita a Tim y ambos se paran frente a la ventana a ver tal escena.
— ¿Qué es lo que está haciendo?
— Creo que encontró a Julian... menciona Tim con alivio. Ambos bajan corriendo las escaleras y van hacia al patio frente a la calle para avisar a Jobke. Los tres se dirigen al jardín donde Katherine se supone está con Julian y se detienen metros antes al encontrarse con que él ahora estaba sentado frente a Katherine, hablando. En algún momento él ha bajado del árbol y, por alguna razón ha buscado la compañía de ella, cosa que nunca ocurre, pues en días así, Julian en realidad añora su soledad.
— ¿Qué haces aquí, a esta hora, sólo?
— No estoy seguro... — responde él desalentado.
— ¿Y por qué estabas llorando? — busca su mirada. Él siente confianza, de una u otra forma, y por ello se ha decidido por dar a conocer parte de la verdad.
— Me sentía mal. Quería alejarme de la culpa, pero no lo logré.
— ¿Culpa de qué?
— Herí a Mirjam.
— ¿Y Mirjam es...?
— No es nadie de mí; solo... me ha tratado como si fuera alguien muy importante para ella, y no sé por qué no aprecio eso. Y con lo que he hecho hoy temo haberla perdido. Temo haber perdido a una de las pocas personas que tengo, o que tenía...
— Apuesto a que si ella te ama, y eres tan importante para ella como dices, te perdonará. Y si no, aun así debería hacerlo. Todos tenemos errores, así que...
— Y... ¿Tu qué haces aquí?, y ¿cómo me encontraste?
— Vine con los chicos.
— ¿Con quienes?
— Tus amigos; Jobke, Tim y Jurre. Me pidieron que viniera...
— ¿No tenías nada mejor que hacer? — cuestiona despectivamente, insinuando que quizá ella se encuentra ahí por obligación o algo parecido.
— Julian, yo estoy aquí porque quise venir, quería ayudar... Me preocupó que pudieras estar en peligro o algo así, yo qué sé; a veces también puedo ser grosera, cortante, una persona horrible, pero nunca le desearía el mal a nadie; ni siquiera a quien me cae mal... — él escucha atentamente cada palabra:extrañamente se ve sonroja y ríe con pena internamente.
— ¿Entonces yo te caigo mal? — cuestiona un poco divertido, apenas sonriendo y sin mirarla a los ojos.
— ¿Qué? Claro que no, tonto... Creo que es sólo que aún no te conozco, pero presiento que eres una gran persona. Muy en tu interior... — él voltea a verla y ella observa sus azules ojos cansados de llorar. — Tu mirada esconde algo, eso lo sé... pero no sé que es... — antes de que ella pueda decir algo más, él se inclina desde su asiento y la abraza. La abraza fuertemente por unos segundos.
— Lo siento... — dice apenado y se separa rápidamente de ella, completamente sonrojado; para él es una suerte que la luz existente en el lugar sea poca, pues así ella no puede ver con claridad qué le ocurre a él. Algunos metros lejos, los chicos miran la escena completamente asombrados. No pueden creer lo que están viendo y se preguntan unos a otros sobre lo que ha ocurrido hace pocos segundos para cerciorarse de la realidad del hecho.
          Ellos creen que se trata de algo especial.

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