Capítulo 15

52 7 1
                                    

Veo que la camioneta del orfanato se estaciona afuera: ya han regresado. Me dirijo a la casa, no sin antes deshacerme del cigarro, para así evitar que Mirjam me regañe por fumar. Una vez cerca de la puerta de entrada, los saludo a ella y a Peter. Los niños entran corriendo a la casa, con excepción de Peter, y Mirjam se queda atrás un segundo: busca una explicación de mi parte. "¿Por qué llegar a las 2 de la madrugada?" Creo que no hay mentira convincente.
— Tuvimos que ir al colegio y otras cosas, además, Tim se quedó sin gasolina. — miento.
— ¿Y qué me dices de hoy? Te levantaste quién sabe a qué hora: ni siquiera te había visto en todo el día hasta este momento. No hay motivo para eso. Dime la verdad, ¿dónde estuviste?
— Ya te lo dije.
— Ah... — se queja con fastidio. — Suficiente Julian. Me estás tentando a prohibirte salir los fines de semana. Ayer ni siquiera me pediste permiso; ya sólo me dices que vas a salir y te vas. A veces ni siquiera me dices dónde vas a estar. Y además, Peter me dijo quele habías prometido que iban salir. — demonios, lo olvidé por completo.
— Me ocupé, ¿está bien? Lo siento, tuve que ir al colegio a regularización y todo eso, será quizás la próxima semana, ¿sí?
— Como digas. Sólo no le falles a él. — hace una pausa. — Peter, ve adentro con los demás.
El pequeño se va corriendo y Mirjam y yo continuamos.
— De verdad lo olvidé, lo siento.
— No te disculpes conmigo; ve y díselo a él. Ya sabes que es muy sensible, no puedes fallarle, él te considera como su hermano. — la escucho un poco más calmada y después de ello entra a la casa. La sigo. Tras acceder, veo a todos en el comedor para cenar. No tengo hambre y francamente no quiero saber nada sobre nadie, no ahora; sólo quiero dormir, así que me voy directamente a mi alcoba.
          Las 8 en punto y a esa hora ya estoy encerrado en mi habitación, sólo escuchando música como siempre. Más tarde me quedo dormido.

Me levanto a las 5 de la mañana: es lunes y por lo tanto día de colegio. No me siento tan mal como la semana pasada, pero aún así eso no significa que vaya a estar como si nada, menos con los posibles problemas que me esperan. Voy a la ducha y después me visto con una camisa de manga tres cuartos color gris pantalón negro y mis tenis. Meto en la mochila todo lo que voy a necesitar y bajo las escaleras a las 5:17 y como no tengo mucho tiempo de sobra sólo me despido de Mirjam con un adiós.
          El autobús pasa exactamente a las 5:20 y me deja justo frente al Amstelveen College a las 6 en punto. La primera clase acabo de empezar, así que prácticamente me toca entrar corriendo al plantel y a mi salón. Ahí me encuentro con Jurre.
— ¡Y aquí está Dobbenberg! ¡Y el público enloquece! ¡Ehh! — dice mientras me acerco a él y tomo asiento a lado suyo.
— Calmado, gracioso... No es tan tarde. Al menos llegué antes que el profesor, otra vez...
— Tienes razón. Pero mínimo la semana pasada no pareciste tan relevante. Hoy todos han volteado a verte cuando entrabas. — susurra lo último. — Ya estás en boca de todos y se te ocurre entrar tarde: ¿cuánta atención más quieres, eh?
— No más. Tengo suficiente con la de diario.
— Bien, pues lo siento, pero yo creo que no te van a dejar en paz. Casi todos los alumnos de los grupos A lo saben y los de los grupos B ya se están enterando. Incluso algunos de secundaria que te conocen ya saben algo.
— No puedes estar hablando en serio... — digo con desesperación y me cubro el rostro con las manos.
— Sip. Creo que nunca habían hablado tanto sobre ti. Incluso escuché a alguien por ahí decir que te pelearías con Curwen.
— ¡Ah...! — bufo con hartazgo. — Esto no puede ir peor...
— Buenos días jóvenes. — entra el profesor y enseguida me ve a mi. — Julian, sal del salón.
— ¡¿Por qué?!
— Ayer llegaste tarde a regularización y no me has entregado un solo trabajo. No podrás entrar a tomar clases conmigo hasta que me presentes por lo menos la mitad de las actividades. Mientras tanto, quedas vetado del módulo. — sólo me queda obedecer. Tomo mis cosas y me voy, de nuevo llamado la atención de todos.
          Timbran para la segunda clase y de camino al aula veo a Katherine hablando con un par de chicas: me nota al pasar cerca de ella y voltea a verme con disgusto; tras un par de segundos vuelve la mirada hacia otro lado, tratando de demostrar indiferencia. Las chicas que la acompañan se dan cuenta de su poca capacidad para disimular, y pronto van a observarme. Continúo caminando y termino por nuevamente ignorar a todos.
          Al entrar al aula, Tobías y Oliver no me hace mucho caso. Quizás no les importa lo que pasó, o probablemente aún no lo saben. Espero que se trate de lo primero.
          Las primeras tres clases las tomo junto con mis amigos y también junto con Tobías y su grupo. Al terminar la segunda hora de matemáticas, Tobías se queda charlando con Alison, y al comenzar el cuarto módulo él no me quita la vista de encima en ningún momento. Creo que ya sabe lo que ocurrió. Cuando termina tal clase, Jurre sale corriendo del salón por una apuesta que hizo con otro chico, por lo que me deja sólo. Tobías aprovecha tal situación para acercarse a mí en la puerta.
— Mira Dobbenberg — dice serio. Por lo menos no parece enojado. — No que tenga de cierto lo que están diciendo sobre ti y sobre la fiesta de la noche del sábado. No te voy a dar más problemas de los que ya posees con toda esta polémica, pero si voy a dejarte en claro algo: si llego a saber de otra cosa así, si llego a ver que tocas a Katherine, o que siquiera te le acercas, me voy a encargar de hacerte la vida imposible. Y esta vez va en serio. — corta sus palabras en seco y entonces sale del salón. Me deja un poco confundido, pero aún así no le hago mucho caso. Insisto en que no es nadie para decirme qué hacer.
          Luego de unas horas salimos al receso.
Jurre y yo esperamos a que Tim y Jobke lleguen; tras un par de minutos veo venir a ambos, y al mismo tiempo noto la seriedad en la mirada de Jobke. Llegan.
Julian, ¿me podrías explicar que son todos esos rumores que hay contigo, la fiesta y Kat?
— ¿Qué rumores? No había escuchado nada de eso antes... — intento fingir, pero más bien parece que estoy siendo sarcástico.
— No te hagas tonto, Juls, cuéntale a tu mejor amigui que llegaste a primera base con...
— ¡Cierra la boca! — digo a regañadientes tras escucharlo burlarse y levanto mi mano en puño para amenazarlo. Tim ríe a carcajadas y Jurre lo acompaña al segundo en que dejo de amedrentarlo. Jobke permanece quieto, con severidad en sus ojos delatando su coraje.
— ¿De verdad besaste a Katherine?
— Bueno, si... Pero estaba ebrio y...
— ¡¿En qué estabas pensando?! ¡Ahora vas a tener muchos problemas y no sólo con ella!
— Ya lo sé. Pero verás que encontraré la forma de salir de esta... — respondo con apatía.
— ¿Por qué no finges no recordarlo? — sugiere Tim.
— Podría ser buena idea.
— Ella se va a dar cuenta; sabes que las mujeres tienen esa extraña habilidad o lo que sea para saber la verdad al final, de una manera u otra. Tim, esa es una pésima idea. — explica Jobke.
— Pero se lo va a creer. Por lo menos por un mes o dos: después se le olvidará y todo resuelto.
— Yo creo que no estaría mal...
— No Julian. — contradice Jobke.
— Vamos... ¿Qué tendría de malo? Sería peor decir la verdad si lo piensas.
— Concuerdo. — logro persuadir también sobre Jurre.
— Julian, no lo hagas.
— Lo voy a hacer.
— No le mientas Julian, hablo en serio.
— ¿Por qué no hacerlo?
— Querrás decir "¿por qué hacerlo?". — sube de tono y se le nota encolerizado. — Simplemente no.
— Por favor... Nada malo va a pasar.
— En serio Julian. No te atrevas a mentirle, ni siquiera lo pienses.
— Jobke...
— No. No voy a permitir que lo hagas.
— Ay ajá... — me burlo de su "pequeña rabieta", que parece ir bastante en serio.
—  me llego a enterar de que le has mentido. — se acerca desafiante. — Yo mismo me haré cargo de que te arrepientas y juro por Dios que te va a doler más a ti que a ella el hecho de haberle mentido. ¿Te quedó claro?
— ¿Chicos...? Cálmense... — dicen Tim y Jurre algo confundidos. La verdad a mí también me ha desconcertado la reacción de Jobke. En realidad se le nota enojado.
          Lo último que necesito ahora es pelearme con uno de mis pocos aliados, por lo que no me queda más que acatar sus palabras.
— Okay.
— Sabes que metiste la pata y prácticamente te quieres lanzar al agujero. — musita. — De ser posible ni siquiera le hables estos días, o te hundirás más. Te diría que te disculparas, pero seguramente no quiere ni verte.

Timbran y regresamos a los salones de clases. Más tarde todos nos volvemos a encontrar en deportes. Los chicos me cuestionan sobre si iré con ellos a cambiar mi ropa para el módulo, pero les digo que no; esta vez no haré nada de ejercicio, no tomaré la clase. En realidad no tengo planeado terminar como la semana pasada...; me quedo sentado en uno de los bancos del patio principal, y tras un par de minutos escucho alguien detrás mío.
— ¿Por qué lo hiciste? — Ignoro la pregunta. — Ahora hay un montón de personas diciendo estupideces sobre mí. No sabes cuántas preguntas ridículas me han hecho las chicas sobre ti el día de hoy.
— Ah... Qué divertido... No me interesa. — me muestro indiferente. No me inmuto y tampoco volteo a verla.
— Ay... — alarga con fastidio. — De verdad que eres un idiota, Julian.
— ¡Oye! — reclamo irritado, me da por levantarme de mi asiento y entonces me doy la vuelta para mirarla.
— Vaya, ahora si te interesa lo que digo, ¿verdad? Vete a la mierda, no te entiendo. — me da la espalda y pronto empieza a marcharse. ¿Qué demonios con esta chica?
— Oh por favor... — me quejo en voz alta, procurando que me escuche y se detenga.
Ella me ha buscado, y aquí me tiene. No se librará tan fácilmente de mi.
— ¡¿Qué?! — regresa y se para enfrente mio.
— Tu sabes mejor que nadie que fue lo que pasó.
— ¿Y? ¿Qué con eso?
— Bueno, si fueras más inteligente y menos superficial, no le darías importancia puesto que sabes la verdad, pero...
— ¡Eres detestable! Como desearía no recordar nada.
— Tampoco es grato para mi recordarlo.
— Imbécil. — otra vez. Esta es la tercera vez que me llama así. No la soporto. Para cuando me doy cuenta, ella ya ha avanzado algunos pasos lejos de mi. Camino rápido detrás suyo y pronto la alcanzo: la tomo del brazo y hago que ponga su mirada sobre de mi. No la suelto.
— Tú misma dijiste que yo estaba ebrio. Sólo fue un accidente, ¿es que no lo entiendes?
— Claro, ebrio como para besarme  "accidentalmente", pero no lo suficiente como para olvidarlo todo. ¡Eso no fue un accidente, y suéltame!
— ¿Entonces piensas que fue a propósito? ¿Insinúas qué puedo hacerlo deliberadamente justo ahora? ¿Crees qué quiero volver a hacerlo? — a cada instante hago que nos aproximemos más. — ¿O es que... Quieres que te bese? — la acerco completamente a mí, haciendo que nuestros mentones queden prácticamente pegados, la miro fijamente a los ojos y ella a mí. Logro percibir como su respiración se agita y al sostener su brazo puedo sentir como su pulso se acelera; su mirada nerviosa parece rogarme para liberarla. A nuestro alrededor todos se muestran sorprendidos. Siento sus miradas sobre nosotros y puedo oírlos murmurar entre sí. Cierro los ojos y volteo hacia el suelo. Suspiro y suelto su brazo.
          Sólo escucho como se aleja corriendo.

Watch Me GoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora