Capítulo 35

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No he tomado la clase previa al receso y seguro que Katherine se dio cuenta de ello: no quiero imaginarla paranoica y confundida tratando de entender qué hago y por qué lo hago, cuando ni siquiera yo lo entiendo. Me quiero detener, quiero frenar todo esto, pero hay algo que no me lo permite. Durante el descanso por la tarde, ella ha demostrado tener suficiente de estas tonterías; en mi reunión con Tobías que ha durado desde la hora que me citó hasta finalizar el receso, Kat se ha aparecido en nuestra mesa en la cafetería. Simplemente se ha plantado con firmeza frente a nosotros: a mí me ha impresionado bastante, me ha hecho sentir como un chiquillo cuando es descubierto a mitad de una travesura, y aunque al principio no ha soltado palabra, ha logrado que me sienta regañado al instante. Cuando salgo de mi trance volteo a ver a Tobías esperando a que indique algo, pero sólo está ahí. Primero arquea una ceja y luego frunce el ceño.

—¿Qué buscas aquí, Katherine Rooselvet?pregunta con apatía y arrogancia.

—¿Sigues molesto, pequeño Toby? Anda a jugar con otra persona, he venido por Julian.todos en la mesa quedan atónitos con la respuesta espontánea de la chica y dejan escapar ese clásico sonido de burla que no hace más que enardecer a Curwen. De manera casi automática me levanto de mi asiento y me interpongo entre la mirada de los antagonistas, y, como en otros días, intento imponer con mi estatura y mal carácter; no me queda más contra ella, no. Es imposible para mi mirarla con odio, pero si no soy ese que vive bajo tal máscara en este momento, puede que las cosas empeoren. Debo hacer que se vaya, aunque creo que tendré que hacerlo con otra estrategia.

—No me cuentes donde estabas si no quieres, finalmente, no me importa.expresa sin dejarme hablar antes. No me quita la mirada de encima, sus pupilas están clavadas en las mías; me he vuelto débil, ya no la tolero. Ahora es ella quien me reta, y al escucharla tan severa siento que me ha clavado un puñal en el pecho— Es increíble que te atrevas a estar con ellos, eres un imbécil. Pero yo qué puedo decir, si tampoco soy capaz de abandonar al enemigo.aquello último lo balbucea con poca claridad mientras se da la media vuelta para marcharse. Aún sin nada en mente para responder, no le permito huir y con arrebato atrapo su brazo, pero al segundo siguiente la libero y termino por darle la espalda; ''lo siento'', susurro y regreso a la mesa con Tobías y el clan.

Por la noche busco a Jobke para charlar brevemente, y le pido que acompañe a Katherine a casa, luego, sin dar más detalles, me retiro para subir al automóvil de Tobías.

Curwen me presenta con aquel que llama su mejor socio; Jasse, un chico pocos años mayor que mi jefe, se muestra con un semblante similar, igual que un verdadero trabajador de la mafia. Cuesta creer que a su corta edad tenga el puesto de un capo: él, como Tobías, tiene un linaje ligado a los negocios ilícitos, lo que los hace diferentes es que, según lo que he escuchado, Jasse ha asesinado al jefe de un cartel y eso le ha otorgado ese puesto que tanto respeto le da, otras versiones dicen que su padre murió y él heredó las responsabilidades del principal, y el tercero de los rumores dice que él asesinó a su propio padre. Ser un estratega le ha permitido ofrecer ayuda a Toby rápidamente, habiendo cambiado ya el contenido de la bodega, faltando únicamente trasladar la mercancía, lo cual requiere de la presencia de todos y cada uno de los colaboradores de ambos grupos para proteger con nuestra vida el fruto del trabajo de Tobías Curwen-Bingley y su padre.

Podría decir que es una guardia como cualquier otra: se trata de observar con atención cada operación y a los alrededores, cuidando que nadie se acerque demasiado y alertando sobre posibles intrusos o polizontes, eso hasta que la transacción termine. Lo que para mí hace diferente este caso, es el hecho de que Tobías me ha elegido como uno de sus escoltas, un protector para el grupo y especialmente para él; si yo estuviese en su lugar, no habría designado a alguien como yo, en lo personal.

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