Con lo horrible de mi actitud no fue suficiente para alcanzar mucho de qué enorgullecerse al final del semestre. Como muchas otras veces, acredito mis materias con una calificación justa, al límite, nada digna de una escuela del nivel que tiene Amstelveen College. De nuevo, deshonro el nombre de la institución; y bien, el problema es que aún debo entregar a las actividades rezagadas. Desde que junio comenzó, los profesores se negaron a aceptar actividades atrasadas y dictaron que sólo se recibirían durante la semana determinada previamente por los directivos, lo que significa que mi calificación puede mejorar o empeorar, aunque puedo presumir que difícilmente empeoraría, puesto que, en realidad, lo único que necesito hacer, es presentar los trabajos. Nada de redactar, leer, escribir o resolver: sólo presentar.
Comienza la penúltima semana del semestre; procuro mantenerme en un estado de ánimo neutral al iniciar la mañana del lunes. Hoy, finalmente, después de pasar alrededor de 2 meses sin tomar la clase de cálculo, me presento ante el profesor Matías con todas las actividades pendientes.
─ Vaya, no sé si decir que te extrañe en mi clase, o preguntar quién eres y si estás en la lista de alumnos. ─ bromea el señor Mülder. No me causa mucha gracia su broma, y sólo muestro una breve y pequeña sonrisa para no hacer notar mi desacuerdo. ─ El día 11 tendré la calificación para los rezagados: se consulta durante la clase o me buscan en algún módulo libre en otro salón. Tal vez, en el último de los casos, me encuentren a la hora de salida. ─ analiza y con la mano derecha me indica que tome asiento. Veo a Jurre sentado al final de la segunda fila, lo saludo rápidamente y tomo un lugar distante al suyo. Al terminar la clase, me habla con inseguridad.
─ Oye, ¿qué pasa?, ¿cómo estás?
─ Diría que bien, por lo menos neutral. Y, ¿tú qué tal?
─ ¡Bien!, emmm, creo... ¿Por qué tomaste otro lugar, eh? Estaba dispuesto a molestarte un rato. ─ busca suavizar las cosas.
─ Bueno, en verdad quería sentarme contigo, pero, al ser la primera vez que tomo la clase en semanas o meses, no quería arriesgarme a que tan pronto como entrara, me echaran.
─ ¡Ah!, cierto. ─ responde claramente más relajado. ─ Pasó tanto tiempo, que casi olvido que somos los favoritos de Matías. Sorprendentemente, desde que te echó de la clase, no ha vuelto a cambiarme de lugar, ja, ja.
─ No sé si considerar eso como predecible, o, todo lo contrario. ─ reímos, charlamos un poco más y luego tomamos distintos caminos para ir a nuestras respectivas clases. Para Economía de la Empresa, con la maestra Rachel, entrego unas cuantas hojas y una memoria USB, con trabajos extra. Al final de la clase me llama para notificarme sobre mi calificación, la cual me enorgullece mencionar que es mucho mejor que antes. Salgo del aula satisfecho, y justo cuando apenas siento que mi suerte mejorará, Tobías se aparece y me da un empujón. ''Apártate del camino, estorbo'', no deja de caminar y gira la cabeza lo suficiente para que pueda verle sonreír con saña; ''perdedor'', lo escuchó musitar. Ya no entiendo qué le pasa o qué es lo que quiere.
Al igual que con las primeras dos clases, continúo con la entrega de actividades, a veces obteniendo mi calificación al instante y en ocasiones sólo sabiendo en dónde y cuándo recoger mis notas.
Durante el receso, como siempre, me reúno con los chicos.
─ ¿Qué ha sido de Katherine?, tengo semanas de no hablar con ella como se debe. Ni siquiera la he molestado.
─ Seguramente está con sus amigas. ─ dice Jurre como tratando de adivinar.
─ ¿Acaso le hice algo y no me di cuenta?, digo, puedo ser bastante bruto, pero...
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Watch Me Go
General FictionMira cómo me voy. Las cuatro palabras que mejor resumen su vida. -PROHIBIDA LA ADAPTACIÓN- Atención: esta novela NO ES UN FANFIC; unicamente se hace uso de los nombres y fotografías para algunos de los personajes principales. ¡Gracias por leer! #3...