—Jurame que tendrás cuidado contigo, y aún más con ella. — pide Jobke; hace que el silencio me invada hasta la mente por unos instantes, y provoca que no responda a aquello sino hasta un par de minutos tarde, cuando ya he visualizado en mi cabeza toda clase de imágenes que tal petición ha creado en mí. Siento miedo, absurdo e inevitable, como siempre. Como lo odio.
“Lo juro...” respondo haciendolo pareces vacío y no muy importante; parece creerme, y entonces me sonríe, toma sus cosas y va de regreso con ellas a su lugar habitual en la clase, junto a mí. En este módulo también entra Katherine: la saludó con un ademán y ella me sonríe. Toma asiento un par de sillas delante de mí. Trato de no pensar en ella, verla, hablarle, o realizar cualquier acción que la involucre, pues no quiero que el profesor me llame la atención, además de que no quiero distraerla, parece que esta clase es muy importante para ella. Creo que le gusta el dibujo. A mí me gustaba bastante y era bueno en ello, pero creo que perdí el entusiasmo como con el resto de las cosas que hacía: era el mejor en la clase pero eso terminó como todo lo hace en algún momento.
La clase finaliza y me despido de los chicos pues no los veré en los últimos tres módulos. Vuelvo a tomar mis cosas y voy a mi próximo salón: dos horas seguidas de historia me esperan y de sólo pensarlo me tienta a no incorporarme al grupo como lo he hecho gran parte del ciclo escolar; estoy por tomar otro camino cuando diviso a Katherine entrando a mi salón. “Si me salto esta clase voy a deber más trabajos, reprobaré y probablemente me haga acreedor a más problemas...” concluyo en mi cabeza tratando de engañarme a mí mismo sobre la verdadera razón por la que planeo asistir. Ni yo me lo creo.
Antes de entrar al salón, Victor Leicher, un compañero de diario, me detiene en la puerta.
—Julian, cuánto tiempo...
—Siempre nos vemos.
—Pero casi nunca hablamos...
—Ve al grano. — digo serio.
—Está bien, tengo un recado para ti... Me encontré con Tobías de camino acá y dijo que estaría vigilandote, que tengas cuidado si no quieres problemas.
—Okay. No me interesa, pero gracias por la información.
—Vaya Dobbenberg, ¿en qué líos estás metido ahora, eh?
—Ninguno que puede interesarte. — sonrío falsamente.
—Vamos hermano, ¿por qué me tratas así?
—No soy tu hermano, y tú sabes porque te trato así.
—Pero ha pasado demasiado tiempo; ¿por qué no superarlo?
—No estoy listo, lo siento. — finalizo con una especie de agotamiento o pesadez sobre mi; no me siento muy bien respecto a ello. Sin dejarlo decir otra cosa, entro al salón. Realmente no quiero tratar el tema. Me acomodo en el mesabanco más alejado de Katherine, no porque tenga miedo de las amenazas de Tobías, (porque eso es lo que me ha dado a entender en el recado), sino porque realmente no quiero problemas y mucho menos por una chica.
Pasa el tiempo: sólo 20 minutos y ya siento que he perdido la cabeza. No me concentro, el profesor no para de hablar, tengo sueño; me da por recostarme sobre el pupitre con mis brazos sobre la mesa y con la cabeza recargada en ellos. Mantengo los ojos abiertos con pesadez tratando de no ser víctima del sueño y mi mirada se posa en Katherine, quién parece muy atenta la clase. Ella nunca pasa desapercibida para mi; la observo, observo cada uno de sus movimientos, mi atención está sobre ella totalmente: de pronto, involuntariamente, una pequeña sonrisa se dibuja en mi rostro. Lo siento, y en el instante escondo mi rostro entre mis brazos y cierro los ojos para quedarme dormido con aquella extraña sonrisa y sensación en mi. No pasan más que 15 ó 20 minutos cuando escucho al profesor gritar mi nombre.
—¿Estás cómodo?, ¿no quieres una frazada? ¿Quizás un oso de peluche? — ironiza. Todos en el salón ríen como estúpidos. —Tu siestecilla en clase te ha otorgado media hora extra en el colegio para realizar las actividades de hoy que no has escuchado. Espero que hayas descansado, porque no podrás llegar temprano a casa para hacerlo.
—Mierda. — musito fastidiado por la situación.
—Dijo algo? — cuestiona. Parece que me escuchó. —Sabe qué? Por ello que sean 40 minutos de estancia después de clases, los trabajos terminados para esta misma noche, nadie podrá adelantarle sobre qué son los trabajos y vaya a subdirección por un reporte.
—Pero...
—¿Quiere que le agrege algo más? Ok. Una hora después de clases y dos trabajos extra.
Parado en mi lugar muestro una expresión estupefacta; estaba por discutir la orden pero preferí no empeorar las cosas.
—Y no se lleve su mochila, porque quiero que regrese al aula.
Me llevo una mano a la frente y me cubro con ella los ojos parcialmente. De verdad que no puedo creerlo. No digo nada más y salgo del salón de una vez por todas para tomar un poco de aire e ir a la subdirección por el supuesto reporte.
A llegar al sitio, por suerte no encuentro a nadie de personal, así que sólo paso a la oficina por la hoja para llenar el reporte. Todo va bien hasta que escuchó alguien gritar mi nombre detrás mío.
—¡Julian! — doy un pequeño salto.
—Diablos Jurre!, casi me matas del susto... creí que eras el director o algo así.
—Jaja, y por qué el miedo?, ¿estás robando algo o qué?
—No, claro que no, es sólo que Boris me ha mandado por otro reporte y no quiero que Marteen se dé cuenta.
—Aun así irá a tu expediente, sabes?
—Si, pero dudo que lea diario mi expediente. En fin, ¿tú qué haces aquí?
—El de biología me mandó por un reporte por olvidar la tarea y tendré que quedarme hasta tarde para reponer eso...
—Bueno, al menos tendré un grato compañero.
—¿Tú también?
—Sip. Una hora después de clases, dos trabajos extra, las actividades del día de hoy todas terminadas, no puedo pedir ayuda nadie y el reporte, todo por dormir un poco en su clase. No lo entiendo, debería comprender que es también su culpa por pasar la mayor parte del rato hablando y arrullandome con todo lo que dice... — Jurre comienza a reír.
—Bueno, entonces nos vemos más tarde hermano, espero que nos toque en el mismo salón.
—Yo también espero. Adiós. — me despido y regreso al salón para llenar el reporte. Paso el resto de la clase en ello (sólo para perder el tiempo) y justo cuando timbran para la siguiente clase vuelvo a levantarme de mi lugar, esta vez con mis cosas cargando, y me dirijo al escritorio para que el profesor me firme el documento. “Nos vemos a las 8 en punto en la biblioteca, y cuidadito con que no asistas o siquiera llegues tarde” dice y finalmente me deja ir. La abrumante situación me orilla a tomarme el siguiente módulo para descansar: realmente dudo que pueda aguantar hasta las 9:30 de la noche, despierto, y realizando actividades de historia. Esta vez, sin importar nada, desvío mi camino hacia el patio recreativo y ahí decido quedarme hasta las 8:00, o por lo menos hasta las 6:40, hora en que comienza la última clase.
Aproximadamente 50 minutos de sueño, recostado bajo uno de las copas de los árboles del patio, son interrumpidos repentinamente cuando un golpe en la pierna derecha me despierta.
—Julian, qué rayos haces aquí?, ¿de verdad estabas dormido? — cuestiona Tim burlándose.
—¿Qué hora es? — pregunto aun adormilado.
—Son las 6:33; vas a la siguiente clase o te quedarás a dormir? Tonto.
—No... creo que es suficiente; ya podré aguantar las clases extra, supongo.
—Sabía qué se trataba eso... Barelds de matemáticas, o...?
—No, Boris Lange de historia.
—Uy... Será una noche pesada...
—Lo sé; ¿me acompañas a mi salón?
—Claro, tengo tiempo.
En el camino vamos platicando sobre cualquier tontería; un par de metros antes de llegar mi salón de clases veo que Victor viene directamente hacia mí. Agradezco a Tim por acompañarme y le doy a entender que debe irse ya. No quiero que me vea platicando con uno de los hermanos Leicher. Sin interrumpir mi camino ni detenerme, me preparo para lo que probablemente pueda decirme, cosa que supongo es algún otro recado de Tobías. Se detiene justo frente mío.
—¿Ahora qué? — demuestro el fastidio que me causa su presencia en ese momento y no lo miro de frente sino hasta varios segundos después.
—Te gusta la chica nueva, no? ¿Igual que a Tobías?
—¡¿Qué?!
—Si, la tal Katherine, o algo así...
—No sé de qué diablos estás hablando, pero creo que no es para nada conveniente que tratemos un tema así aquí; podría escucharnos ese imbécil. — respondo completamente cabreado.
—Yo vi como la mirabas en clase de Boris. Sonreíste.
—Claro, y ahora qué?, ¿vas a decirle a Curwen? ¿Te va a dar algo a cambio, te va a dar un puesto entre los suyos?, ¿dinero, seguridad? Vaya que eres un imbécil. Te detesto.
—No, no, Julian. Al contrario: lo mantendré en secreto.
—Ni siquiera sabes si me gusta o no, y además, ¿por qué cubrirías mi espalda en caso de que tu declaración fuera cierta, eh?
—Sólo quiero que confíes de nuevo en mi, quiero remediar lo que te hice. Por favor.
—Está bien. — respondo dudoso. —Pero si me entero de que de nuevo eres tú quién ocasiona los problemas entre Tobías y yo, juro que te haré pagar. — nuevamente lo dejo con la palabra en la boca y camino rápidamente hacia el salón. Esta vez procuro sentarme donde no esté vigilado por Victor o los profesores, y donde no pueda ver a Katherine; de esa manera no me distraigo, pero... hay un problema. Ella aun no está en el aula. Por alguna extraña razón me encuentro intranquilo; no saber dónde está ella me preocupa en cierta forma y me mantiene en un estado de alerta que me obliga a seguir mirando hacia la puerta, esperando a verla de nuevo, a salvo. Transcurren los minutos y el límite de tiempo para entrar a la clase ya ha pasado. La profesora y la mayoría de los alumnos ya están dentro y Katherine sigue sin aparecerse por ningún lado: “¿dónde estás?”, me pregunto en voz baja y entonces me da por levantarme de mi asiento. Voy hacia la puerta y volteó a ambos lados del pasillo para ver si se encuentra cerca, pero no hay ni señal de ella; regreso a mi lugar y trato de terminar ignorando la situación.
Finalizan las clases y me da por dejar de pensar en ella, pues ahora tengo cosas realmente importantes por las cuales preocuparme. Tomo mis cosas y corro veloz por el pasillo y escaleras para llegar lo más pronto posible a la biblioteca, donde el profesor de historia del arte me ha citado para realizar las actividades atrasadas; en el camino pienso en que probablemente Katherine no estuvo en mi clase porque seguramente no forma parte de esta en realidad y no está en su itinerario, pero qué importa.
Cuando al fin llego a la biblioteca, me encuentro con el maestro Boris, quien observa su reloj con pose impaciente.
—3 minutos tarde Julian.
—Nos hicieron salir tarde de lenguaje y práctica musical.
—Bien, te lo pasó porque sé que la maestra Estelle es capaz de dejarlos salir a deshora. Toma asiento.
—Espere... — interrumpo. —¿me permite ir a buscar a otro profesor?, es para avisarle que llegaré tarde a la clase de recuperación.
—¿Mas Julian?; creí que era el único que te había torturado...
—No sabe cuántos tengo...
—Qué te ocurrió, eh Julián? — suspira con aire decepcionado. —Anda y no te tardes.
Dejo mis cosas en la mesa principal de la biblioteca y salgo corriendo del lugar.
Después de quedar con la profesora Rachel de que me dejaría los trabajos en la sala audiovisual, me dispongo a regresar a la biblioteca. De los baños veo que sale alguien; es Jurre...
—Hey, dónde estabas?, no te había visto...
—Me tocó en la biblioteca hermano; ¿y a ti?
—Me tocó con tu novia, en el salón 12.
—¿Katherine está aquí?
—No lo niegas, eh? — se burla. —Sip. Está con la maestra de lenguaje, como te dije, en el aula 12.
—¿Y qué hace ahí?
—No lo sé, al parecer le debe trabajos.
—Pero ella ni siquiera estuvo en su clase, hoy a las 6:40... — respondo intrigado.
—De verdad... ¿Quieres verla? Te queda de camino, ¿no?
—Iré... sólo para acompañarte y cerciorarme que no es una broma.
—Hazte menso... — se burla. Ambos nos dirigimos al aula 12.
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Watch Me Go
General FictionMira cómo me voy. Las cuatro palabras que mejor resumen su vida. -PROHIBIDA LA ADAPTACIÓN- Atención: esta novela NO ES UN FANFIC; unicamente se hace uso de los nombres y fotografías para algunos de los personajes principales. ¡Gracias por leer! #3...