Capítulo 31

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Tobías ha estado muy fastidioso: a diferencia de Oliver y Victor que mantienen su distancia en el colegio, él ha hecho lo posible por levantar dudas y generar cuestionamientos en Jobke, Jurre y Tim, claramente sin ser escandaloso, solo acercándose a mí de forma inesperada, por lo general, antes de que me reúna con mis amigos. No puedo hacer ningún reclamo, ni siquiera una diminuta observación, pues mi jefe es capaz de molestarse a extremo y hacer lo posible por arruinarme nuevamente. Luego de convivir tanto tiempo con él, y de una manera que nunca imaginé, no sé cómo considerarlo pues de verdad ha cambiado mi perspectiva sobre él: debo mencionar que no deja de parecerme un desgraciado, y que además aún no siento que pueda gozar de esa maravillosa confianza de la que todos hablan, pero, si tengo que admitir que ahora lo respeto. No sé muy bien por qué, aunque a veces sospecho que se trata de miedo. El punto es que, Curwen con todos los medios posibles, pretende demostrar que mi grupo de amistades de los semestres anteriores está "obsoleto" y no es el correcto para mí, y me presiona para ceder el porcentaje de tiempo libre del clan que me queda. Incluso el martes por la noche, cuando he llegado a nuestro encuentro a la hora acostumbrada, lo primero que ha salido de su boca ha sido un "te quiero conmigo, Julian", con esa voz suave pero amenazante que maneja a la perfección, y le miro sacando filo a esa hojilla que carga consigo a todas partes: ha provocado que mi piel se erice y me hace un nudo en la garganta.

Mitad de semana: me agradan las pláticas que tengo por la madrugada con Katherine.

El día transcurre con normalidad, todo marcha sin detalle alguno hasta la hora del descanso cuando noto que Tobías tiene mala cara: se mira muy molesto, casi furioso. Aun así, no me molesta; me alegra saber que el problema no es conmigo. Cuando termina el colegio, regreso a casa con varias tareas encima, por lo cual me apresuro a hacerlas. Sin terminar mis deberes, salgo de casa.

—¡Te voy a matar!, juro que te mataré, lo haré ahora mismo, ¡sufrirás por tu estupidez!escucho del otro lado de la puerta apenas me acerco a ella, y ya temo, pues me he retrasado bastante esta noche.

El guardia en la puerta es distinto y me veo obligado a identificarme.

—Soy Julian, Tobías me ha llamado. —digo y al instante muestro la marca en mi clavícula para poder acceder.

Un individuo postrado de rodillas en el suelo, atemorizado, suplicando piedad, con algunos golpes en el rostro; Curwen anda de un lado a otro como un perro rabioso y encadenado, sostiene un arma de fuego en la mano izquierda y balbucea algunas groserías. Sé que Curwen es un pesado, una persona peligrosa: he escuchado tantos rumores sobre él de parte de quienes antes fueron sus "amigos", o, mejor dicho, sus socios. Pero siempre las imágenes son más sorprendentes que las historias y todo lo que se cuenta. En cierta forma me aterra un poco conocer al fin esta parte de Tobías; la parte que justifica las leyendas y cuentos.

—Jefe, llegó alguien.

—¡Adam!, te he dicho cientos de veces que detesto que me interrumpas cuando...voltea hacia nosotros con aire molesto y al posar sus ojos sobre mí levanta una ceja y sonríe para acercarseLlegaste tarde, muy tarde Julian, pero curiosamente también llegaste en el momento indicado. me toma del hombro con la mano que tiene libre y me fuerza a caminar junto a él hasta quedar frente al pobre hombre amedrentado y herido en el enorme salón.

—Me... ¿Me puedo retirar? cuestiona la víctima colocando una mano sobre el pavimento para incorporarse.

—¡No te levantes!el sonido ensordecedor de dos disparos rebota en las paredes del lugar, me hace cerrar los ojos y coger aire rápidamente. Al abrir los párpados llevo mis pupilas al techo del sitio; de igual forma la curiosidad o quizá el morbo me tienta a ver la escena. El hombre parece asustado, con algunas lágrimas y cubriendo la mitad de su rostro con una mano.

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