Narra Julian.
Me siento lo suficientemente roto para querer ir a aquella casa de tan deprimente parte de mi infancia, pero también tengo el temor suficiente a cometer alguna idiotez que me arruine nuevamente, de manera que me dirijo a la casa, pero no tengo el valor de entrar en ella; entrar me hará retomar viejos recuerdos y otros no tan distantes. Me llena de una extraña ansia por querer pasar el límite, tocar aquel suelo y mirar tal lugar me hace fuego las entrañas; al encontrarme ahí mi alma arde y en mi mente escucho aquel murmullo del pasado diciendo "hazlo, retala; reta a la muerte. Demuéstrale que tu te irás cuando tu quieras, y no cuando ella te lo ordene." Enloquezco; las manos me tiritan, sudo frío, siento que mi respiración se corta y mi mente y cuerpo se debilitan. Parado en la acera frente a la casa, miro con dolor y desesperación al suelo; mi único escondite de la realidad está peor que esta misma. Una pocilga con sangre imaginaria en sus paredes, sentimientos oscuros por suelo y la pestilencia a muerte que aunque hipotéticamente irreal, a mi parecer está presente y me es intolerable. El descuido denota la desolación del pasado, y con ello de mi vida. Erróneamente me creo incomprendido por la gente común, las personas cercanas, y la vida misma, por ello prefiero el encierro en aquel mundo despiadado donde mi mente reina e implora dar fin al sufrimiento imaginario, pues nada es en realidad motivo para tanto drama, pero algo siempre me orilla al desastre, al daño propio y a la oscura y trise mente que no me permite ser otro más que el horror de chico que ya soy y que así se ha forjado desde pequeño. No puedo evitar esta ironía. No puedo evitar ser así, mucho menos por voluntad propia; mi voluntad no vale nada. Me hallo ahogado en una laguna de mis propios sentires y pensares insanos, incorrectos, inapropiados. Encuentro dentro de mí un poco de cordura tras pensar "si los chicos me buscan es probable que vengan aquí, y pensarán que estaré dentro de la casa; no podré pasar mucho más tiempo solo si me encuentran." Pienso que si voy a algún otro lugar podré mantenerme a salvo de ellos y de mi mismo, pero definitivamente quiero estar aqui, en casa... recuerdo que en la parte de atrás de la casa hay un patio algo grande, con algunos árboles, sin iluminación alguna y con todo el aire fresco que necesito; así no estaré dentro de la casa, pero tampoco lejos.
Camino por entre la alta y seca hierva de aquel viejo patio; apenas reconozco el lugar. La última vez que había estado ahí tenía solo 7 años si mal no recuerdo: el resto de las ocasiones iba directo al interior de la morada.
En la esquina del patio más lejana está un árbol; solo eso recuerdo bien: tal árbol ya ha sido refugio de mis penas y escudo de mis miedos. Siempre he sido muy apegado a los árboles, plantas y esas cosas desde pequeño, quizá por mi padre.... no lo recuerdo bien; ya casi no hay recuerdos de él en mi cabeza, creo que son solo imágenes borrosas.
Ya es tarde, quizá las 7:40 o más: está oscureciendo. Decido trepar el árbol hasta una rama recta donde puedo sentarme; ahí me quedo un largo rato. Tomo un cigarrillo y sin pensarlo mucho lo enciendo, lo llevo a mís labios para darle una probada al tabaco y guardo de nuevo el encendedor; al meter mi mano de regreso al bolsillo pincho mi dedo accidentalmente con algo; por el repentino dolor llevo afuera de regreso mi extremidad y observo como comienza a salirme sangre. De nuevo meto la mano, esta vez cuidadosamente, para sacar el objeto con que me he herido. Una navaja. "¿Coincidencia?"; quizás una señal. "Hazlo, libérate... Deshazte de eso que te oprime..." dice una parte dentro de mí, haciéndome colocar la hojilla de aquel objeto punzocortante sobre mi piel previamente lastimada. Miro hacia el estrellado cielo y cierro los ojos con fuerza esperando sentir el corte y escurrir de mi sangre, pero no lo logro; dejo caer el cuchillo y agacho la cabeza aun sin abrir los ojos: mi viejo método no funcionará esta vez, son demasiados sentimientos y emociones contenidos que no podrán salir con un simple y estúpido corte en mi brazo; hasta yo sé que esto es inútil justo ahora. Sin remedio alguno y ninguna forma de evitarlo, por mis mejillas comienzan a escurrir lágrimas; frías y antiguas lágrimas que no han salido en un largo tiempo. ¿Cómo se siente llorar después de tanto tiempo sin hacerlo? Es extraño. No tengo nada más que decir.
Siento como si tuviera algo atorado en el pecho, me duele la cabeza y me arden los ojos; por más que seco mis lágrimas nada hace que dejen de salir. Odio llorar. Lo peor es que, al parecer es lo único que ha logrado hacer que me sienta mejor, o... no? Creo que no. Nada de lo que haga ahora, nada en lo absoluto podrá cambiar mi pasado, y es ello lo que me destroza, lo que me rompe, lo que me hace sentir de esta manera, lo que me hace ser así.
No sé en qué instante han pasado de ser las 8 a ser casi las 9. Prácticamente he desperdiciado una hora de mi vida llorando y no, no he obtenido remedio alguno; creo que debería hacer algo al respecto, pero lo único que se me viene a la mente es una respuesta de lo más inapropiada. En realidad creo que no quiero saber más del mundo, no es para mí la vida; creo que mi llegada ha sido un error, desde el principio no he visto mi objetivo y es frustrante sólo saber que estoy aquí sin provecho alguno. Claro que no culpo a los demás, ni a la persona que me trajo al mundo ni nada de eso: estoy consciente de que he sido yo el único responsable de lo que hoy es mi presente, y el único culpable de lo que mi pasado carga. El único. Aun así hay cosas que de verdad aún no comprendo, cosas que he tratado de decifrar en mis ayeres una y otra vez, pero que al final solo me queda culparme en cierta forma por ello.
Escucho que alguien se acerca, más bien suena como un grupo de personas; son los chicos. Trato de calmarme un poco para evitar que mi estruendosa e irrumpida respiración me delate. El silencio demora unos minutos; escucho pasos amortiguados por el seco pasto y la tierra. Me siento aliviado en cierta forma al pensar que puedo conservar mi inútil soledad, al pensar que quien aquí me busca se ha marchado ya, pero me equivoco de nuevo: detrás de mí escucho una voz que pregunta por mi nombre; no suena a Jobke, no suena a Tim, no suena a Jurre... tampoco parece ser Mirjam. Igualmente no respondo. Insisto en estar solo sin importar nada, aunado a ello las patéticas lágrimas por dolor o lo que sea, siguen siendo derramadas; no me gusta que me vean llorar así como tampoco me gusta que me interrumpan en momentos así. Llaman de nuevo a mi nombre y la molestia detona mi coraje y aferrado deseo de aislamiento; respondo a mala gana con la voz no muy alta y sin voltear. Imploro mi soledad. Quien se encuentra ahí conmigo parece haber notado mi mal estado emocional y trata de cuestionar si me encuentro bien, pero interrumpo y de nuevo pido me dejen solo; escucho que a paso lento, quien está a mis espaldas comienza a rodear el árbol en busca mía. Frente a mí veo una sombra que parece ser la de una chica, pero no distingo claramente quien es; esa voz ya la he escuchado antes y la manera tan obstinada de no atender órdenes me es familiar: las chicas que conozco son todas tan simples, tan apegadas al sistema, harían todo lo que yo les dijera por algún favor extra, por no tener más problemas conmigo o simplemente porque "sienten algo por mi". Esta chica no. Solo me he topado con alguien así hasta ahora, pero no estoy seguro de que se trate de ella, dudo que le importe saber donde estoy y como estoy, dudo que siquiera tenga idea de como llegar a tal lugar. Ella trata de hablar conmigo pero yo no lo permito, aunque siento que puedo confiar en ella por alguna razón, no me permito seguir tal charla. Me llena de hartazgo que me mire; al parecer ha notado mis lágrimas de una manera u otra: pregunto impotente qué es lo que quiere y sin permitir que responda le digo que estoy llorando. Bien, no debía decirlo, pero por alguna estúpida razón creí que así me dejaría en paz. Ella insiste en quedarse a pesar de que casi le he pedido rogando que se aleje; ¿es tonta o qué? Se sienta bajo el árbol frente a mí: yo solo continuo fumando mi cigarrillo y tratando de secar mis lágrimas como si no hubiese nadie más. Y ahí está ella, sonriendo al parecer. Algo me impulsa; un sentir distinto hace que quiera hablar con ella aunque sea una desconocida: me tienta. Bajo del árbol dando un salto y cayendo al otro lado para luego caminar a donde se encuentra la chica, me siento en el césped seco algo distante y ella se acomoda para quedar frente a mí y con apenas unos centímetros separandonos; ¿qué le da por llevarme la contraria e insistir tanto? Ella comienza a charlar conmigo; confío ciegamente y le digo cómo me siento y por qué. Vaya idiota quien habla tan abiertamente sobre asuntos privados con un completo desconocido; si que soy tonto. Aun así hay algo que me hace querer seguir en compañía de esa chica, querer confiar, querer seguir hablando con ella. Me siento bien... un poco mejor con su compañía que estando solo. Es diferente.
Cuestiono sobre cómo es que me ha encontrado y me ha dicho que unos chicos la han traído hasta aquí; pregunto de quienes se trata y si, justo habla de Jobke, Jurre y Tim. Por ello supongo deben conocerla. Pienso que podría tratarse de la novia de Jurre, aunque lo dudo un poco por el distinto tono de voz, además ella me trata despectivamente, a diferencia de como lo hace esta chica. ¿Quizás alguna "amiga" de Tim?... aunque en realidad no reconozco ninguna; siempre habla de chicas las cuales nunca hemos visto porque al parecer no existen en realidad; eso creemos. Jobke al igual que Tim y yo, no se lleva muy bien con las tipas del colegio, no suele hablar con ellas y además sabe perfectamente que a mi no me simpatizan en lo absoluto y como buen mejor amigo, comprende que es el peor tipo de "ayuda" que podría llegar a brindarme. "¿Quién diablos eres, mujer? No importa quien seas, ¿pero sabes qué?: creo que me traes loco. Siento que ya he hablado contigo antes, y me provocas algo tan... tan extraño, indescriptible. Haces que no me sienta como siempre, que no me sienta como... yo." Ella sabe mi nombre y cada que lo pronuncia me siento bien, es tan reconfortante...
En medio de la oscuridad me mira directamente a los ojos, como si quisiera descifrar de una sola vez lo que hay en mi, quien soy, como soy y por qué.
—Tu mirada esconde algo, eso lo sé... pero no sé que es... — no le doy tiempo de que diga alguna otra cosa pues temo que pregunte acerca de mi pasado o enseguida descubra algo más; no viene a mi mente otra cosa más que la idea de querer abrazarla. Lo hago. "¡¿Qué haces imbécil?! ¡Terminarás destrozandote!" escucho en mi subconsciente y rompo el abrazo a los pocos segundos.
—Lo siento... — me disculpo rápidamente. Siento mis mejillas calientes: me parece obvio que me he sonrojado.
—No hay problema... supongo... — responde ella ¿insegura?, ¿nerviosa?
En ese instante mi cigarrillo se consume por completo y el pequeño tramo restante encendido me quema los dedos; "¡Diablos!" murmuro con dolor y lanzo el objeto al suelo; ella lo nota. Fue oportuno; rompió el prematuro silencio contiguo a aquel dinámico y extraño abrazo.
—Deberías dejarlo, ¿no crees?
—Es mi problema, no el tuyo, ¿okay? — respondo cabreado por unos instantes pero algo mueve mis sentires; "¿es culpa esto que siento? No, no puede ser..." ¡¿Qué me está ocurriendo?! yo no soy así; no puedo ser tan sensible, no debo serlo.
—Emmm... okay?
—Eh, no yo... lo lamento, no quise decir eso, es sólo que...
—¿Por qué eres tan cerrado? — me interrumpe.
—Bueno... no quisiera seguir sonando grosero, pero eso en verdad no es tu asunto; lo siento.
—Está bien. — sonríe. —Es algo tarde y Mirjam debe estar preocupada, así que...
—¿Qué?
—¿Es hora de irnos, no?
—Oh... No lo sé... Váyanse ustedes, creo que en realidad necesito estar más tiempo aquí.
—¿Estás seguro?
—Si... Solo... Váyanse.
—¿Me prometes que no te ocurrirá nada malo?
—No me gustan las promesas. — respondo cortante.
—Bueno, entonces... si te ocurre algo, o necesitas algo, llámame.
Comienzo a reír discretamente de aquello y ella me observa con extrañeza.
—¿Qué, qué ocurre?
—No tengo tu número — me burlo. Ella se inclina y comienza a tocar los bolsillos de mi pantalón. Hace comience a reir a carcajadas. —Hey, me haces cosquillas, ¡¿que rayos buscas?!
—Busco tu teléfono, tonto; voy a apuntar mi número para que en caso de que andes de amargado me llames para venir a hacerte cosquillas... — me ha parecido tan tierno aquello que ha dicho... Saco mi celular, lo desbloqueo y se lo entrego. A los pocos segundos me lo devuelve; ella se levanta del suelo y se despide diciendo "adiós, chico mal genio". ¡¿Chico mal genio?! ¡Todo el tiempo fue la enana!
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Watch Me Go
General FictionMira cómo me voy. Las cuatro palabras que mejor resumen su vida. -PROHIBIDA LA ADAPTACIÓN- Atención: esta novela NO ES UN FANFIC; unicamente se hace uso de los nombres y fotografías para algunos de los personajes principales. ¡Gracias por leer! #3...