Capítulo 24

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Me dirijo a la cafetería para comprar algo de comida; después de todo, no he comido nada desde el día anterior. Luego de pasar algunos minutos ahí, me encamino a paso lento hacia el aula de Diseño, puesto que casi son las dos de la tarde.

Katherine Rooselvet: buen momento para recordar el nombre de la chica que últimamente ha sido más que un dolor de cabeza. Evoco aquellos días del semestre en los que prefería colocar mis brazos y mentón sobre el pupitre, con la mirada en dirección al asiento de Katherine, sólo para ver cada uno de sus gestos, en lugar de poner atención a la clase. No hace mucho de eso. Quizá ella tenga algo de culpa sobre el hecho de que me encuentre recursando este módulo, finalmente, ella acaparaba mucha de mi atención, probablemente, sin tener un motivo o siquiera percatarse de ello. Ahora que lo pienso, eso realmente puede aparentar que siento algo por esa chiquilla, o que llegué a sentir algo más que odio. Tal vez lo que me molestaba tanto de Tobías si era relacionado a eso que llaman celos. ¿Y si de verdad me gustaba Kat sin que me diera cuenta?, ¿y si aún me gusta o le encuentro atractivo alguno? Joder, no por favor. Mucho menos después de todo lo que ha pasado, en especial lo emparentado a Curwen. Creo que esto debería importarme menos que poco.

Al terminar el tiempo respectivo a la asignatura camino un poco por todo el colegio con el afán de perder, o, dicho de otra manera, aprovechar las horas inactivas previas a Biología. Y de nuevo, un golpe de suerte de esos que la vida disfruta darme: el sujeto que más me ha jodido la existencia recientemente se encuentra frente a mí.

—Oye, Julian.

—Oh por favor, déjame en paz de una vez. ¿No recuerdas que ayer te saliste con la tuya? —contesto al instante con notable fastidio y no detengo mi marcha. No quiero parecer exagerado, pero en serio que aún me duelen las costillas, además de que las marcas de la pelea están más que recientes o frescas. ¿Ahora qué diablos querrá este desgraciado?

Oye, oye, lo lamento, creo que me excedí.

—¿Crees? ¡Ja!, está bien, si es lo que quieres, pelearé una vez más contigo. Quizá ahora si me dejes más que moribundo, herido al filo de la muerte, como parece que tanto deseas.

Qué cosas dices; no, para nada. Detente de una vez. — insiste y cada vez que doy un paso adelante, él retrocede.

¿Qué te pasa? —cuestiono confundido. ¿Qué mosco le ha picado a Tobías para que actúe de esta forma tan peculiar?

No quiero combatir más, yo...

Eso es algo que no puedo creer. ¿Qué traes entre manos?

Hablo seriamente —me mira a los ojos con una expresión distinta a la de siempre—. Bien, yo sé que tienes cosas que hacer por ahora, pero me gustaría charlar contigo cordialmente sobre esto, quizá... ¡Por la noche!, ¿te parece bien?

Hmm... Estoy seguro de que es una trampa: como es propio de ti, llevarás a tus ''perros'' contigo.

Lo juro, solo quiero conversar contigo. Te prometo que no llevaré a los chicos, estaremos solos, o con Katherine como testigo, si te hace sentir más seguro. —se burla por lo último.

¿En dónde?, ¿en el cementerio, o en un basurero para facilitarte las cosas?

Te gusta bromear, ¿verdad? —ríe con aire absurdo— En el parque que está por aquí cerca, claro. A las nueve, si te parece bien; o en cuanto terminen tus clases, da igual.

Viniendo de ti, no puedo tomar nada bien. —finalizo y sin más continuo con mi camino. Qué extraño es Curwen.

Por segunda vez en el día, voy a la cafetería para comer algo rápido, y para cuando termino mis alimentos justo da la hora correcta para tomar el último módulo del día, entonces me doy prisa y corro hacia el salón indicado, llegando con unos minutos de retraso y apenas algunos segundos antes de que el profesor arribe.

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