Capítulo 17

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─ Bueno, entonces dime...
─ Okay: están Christine Aartsen y Karin Van der Vaart de segundo de Ciencias de la salud, Zoë Van Dirksen de segundo en Ciencias, Emma Belrose de cuarto en Ingeniería y Arquitectura; Melissa Ross Tannner de cuarto en Sociales y Jurídicas, Elizabeth Jannsen de sexto en Artes y Humanidades...; y del grupo B, Emma Van Haanrath de segundo en Salud, Evelijn Zegher de segundo en Sociales, Hanne Brams de segundo en Artes, Mariam Van Amelsvoort de cuarto en Ingeniería, Sarah de Kruift, Rachel Van der Howell y Estelle Lauwers de sexto en Sociales y Shanna Beckett de de sexto en Ciencias.
─ Demonios. Y, ¿acaso  tienes sus números de teléfono?
─ Si, quizá de un par de ellas.
─ Eres un acosador.
─ No, ¿por qué dices?
─ Porque sabes muchas, bueno, algunas cosas  sobre ellas, pero de manera detallada. ¿Estas seguro de que las odias tanto como dices? ─ pregunta y yo me limito a responder con una risa.
─ Y sé más cosas, pero eso es solo lo que te importa. Lo demás lo sabrás por tu cuenta si te haces amiga de alguna. Ah si, y esas son solo las chicas de nivel preparatoria; también hay unas cuantas en secundaria, pero con ellas me mantengo al margen, además, dudo que quieras amigas menores.
─ Bueno, y... ¿hablas con ellas muy a menudo?
─ ¿No te dije que el odio es mutuo? La mayoría me detestan; después de aguantarme tanto tiempo, tratando de sobrellevarme como tu lo haces ahora, terminaron por hartarse. Son como faces: primero les intereso, continúo con eso de alejarlas pero al final me divierto haciéndolas enojar intencionalmente, intentan tolerarme, se cansan, me enfrentan, yo solo sigo molestando y al final optan por ignorarme o evitarme por completo. Algunas solo hacen rabietas cuando se topan conmigo. 
─ Qué diablos...
─ Así es. Hey, mira, ahí viene  una de ellas. ─
me acomodo el cabello y espero a pasar junto a la chica. ─ Oye, Christine, ¿sigues molesta conmigo, linda? ─ sonrío con picardía y ella solo responde con un "púdrete" rencoroso. ─ Ah que chica.... Ella es a la que veo más frecuentemente. Ni recuerdo cómo arruiné las cosas con ella.
─ ¿Y no te molesta el hecho de tratar con ella?, por ejemplo, así como parece que te fastidia hablar conmigo.
─ No todo el tiempo, eso es obvio. Justo ahora estoy charlando contigo sin problema alguno; es sólo que con la mayoría de ellas ocurrió algo que hizo que en definitivo no quieran verme siquiera. Creo que a veces me paso un poco con las bromas. 
─ No, ¿cómo crees?
─ suelta con sarcasmo. ─ Vaya bromas las tuyas...
─ Oye, hasta ahora he sido un blando contigo. Deberías apreciar eso.
─ No me hagas reír Julian.

─ ¿Quieres reírte de algo?, bien, te contaré: a dos chicas de ese tipo les pregunté si querían salir conmigo, sólo para molestarlas. Una se llamaba Michelle, simplemente le pregunté si quería ser mi novia antes de que saliéramos de vacaciones, y lo hice a tono de broma, pero, ¿sabes qué? ella me dijo que sí. Y bueno pues, no me reí ni siquiera un poco.
─ Tarado...
─ se burla.
─ Después todo fue extraño, porque no sé, nos lo tomamos en serio ambos y estuvimos saliendo juntos durante las vacaciones. Parecíamos más amigos que cualquier otra cosa, pero aún así era una sensación extraña; así fue durante un par de meses y luego ella me terminó y para cuándo comenzaron los cursos me di cuenta de que ella ya no asistía a la escuela. Resulta que Michelle se había cambiado de colegio, luego me enteré de que se había mudado a Ámsterdam y caí en conclusión de que me había dicho que sí porque nadie se enteraría. Y si, realmente si le preguntas a cualquiera, hasta la chica más fisgona o sabelotodo, sobre si yo salí con Michelle de Vroome que iba en el grupo A de Ingeniería, te va a decir que no, porque es algo improbable supuestamente. Se notaba que nos odiábamos, y además nadie pensaría que estaríamos en una relación en algún momento, mucho menos durante las vacaciones. Nadie se enteró.
─ En serio qué demonios... ─ se ríe y niega con la cabeza. ─ Y ella te terminó, ¡ja ja ja! Que risa. Definitivamente quien terminó riendo con tu broma fue ella.
─ Ya lo sé...
─ ¿Y la otra chica?
─ Ah, si, la otra... Bueno un día me encontré a Emma Van Haanrath en los casilleros durante deportes, y me quería carcajear un rato, entonces sólo la voltee a ver, dije su nombre para llamar su atención y le dije "¿Quieres ser mi novia" y ella tardó unos segundos, me miró con extrañeza y dijo "No" y se fue y yo me quedé esperando a que me insultara o algo más, pero no ocurrió. Fue extraño, porque podría jurar que lo dudó por un segundo...
─ ¿Dudar qué?
─ En su respuesta. No sé por qué, pero te juro que lo hizo. Es como si les gustara o sintieran algo más que odio por mí. No las entiendo; ¿cómo podría gustarles alguien como yo? Soy un idiota, ellas mismas lo han dicho, incluso tú lo has dicho.
─ Bueno, eh....
─ la escuchó replicar con voz baja y nerviosa.
─ ¿Sí? ─ espero a que diga algo más. Vaya, ahora me ha hecho sentir extraño.
─ No, nada.
─ Está bien, supongo.
─ finalizo con algunas dudas. Me retracto y vuelvo al tema final con una pregunta, la primera que se me ha venido a la mente. ─ Katherine, ya que estamos un poco en confianza, dime, ¿tú me crees atractivo?
─ Ah... Eh, ¿yo?...
─ divaga un poco y mira hacia otro lado, saca su teléfono del bolsillo y lo enciende. ─ ¡Oh demonios!, ya son las 6:55.
─ ¿No quieres llegar ni un poco tarde, eh?
─ me río de lo que ha hecho para evadirme. ─ Está bien, nos vemos luego.
─ Vale. Adiós.
─ Adiós
. ─ y la veo corre. Creo que lo que pasó fue raro pero en cierta forma obvio. Bueno, si realmente son las 6:55 como dijo Kat, también debo ir a mi clase: una hora de matemáticas aplicadas.

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