Capítulo 11

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Narra Katherine.

Querido diario; diablos, lo olvide, no tengo diario :'v. El día de hoy Julian estuvo bastante raro. Realmente ya no sé cómo ignorarlo; se trata de la persona más intrigante que he conocido hasta ahora y que probablemente conoceré, aunque por lo último que me ha dicho no estoy muy segura de que pueda seguir hablando con él.
          Mientras pasaban las primeras clases en el colegio, permanecí en búsqueda del misterioso Dobbenberg: me preocupaba que algo malo le hubiese pasado durante la noche o en el transcurso de la mañana que llevaba ausente. Tal preocupación nacía a raíz de lo que había ocurrido el miércoles por la noche, por la charla que habíamos tenido en aquella casa abandonada.
          Definitivamente mi atención se ha centrado ya en tan peculiar chico por la nostalgia que me ha causado al verle en tan extraña y triste situación. Me ha hecho sentir con la necesidad de ayudarle. Conocerlo un poco más al día siguiente ha cambiado mi perspectiva sobre él, sólo hasta la noche, cuando de nuevo se ha mostrado como el muchacho solitario y desolado del principio. Por otro lado, él no ha sido el único con quién he tratado el día jueves: Oliver y Tobías, dos chicos que conocí durante la clase de física tras tener que formar equipo con ellos. Ya los había visto en otras clases, pero no habíamos charlado. A mi parecer son bastante agradables, aunque no se llevan muy bien con Julian, supongo... Pasé el receso con ellos, pues ya habíamos quedado desde la clase en que nos conocimos. Luego de ese módulo no los vi por un rato y después estuvimos un par de horas juntos. Durante el receso platicamos; les pregunté sobre si conocían a Julian y únicamente asintieron con un poco de desagrado y sin decir nada más.
          Más tarde me encontré con Tobías hacia mi última clase: era la primera vez que iba a tal aula y por lo tanto no sabía muy bien dónde se encontraba, así que le pregunté a Toby dónde era y él se ofreció a llevarme, además de ofrecerce cargar mis cosas, lo cual fue una pésima idea, pues me llevó hacia otro lugar y fingió haber olvidado dónde quedaba el salón. Yo miraba la hora en mi teléfono con impaciencia pues cada vez se hacía más tarde para entrar a la clase y aunado a ello Tobías se negaba a darme mis cosas. Después me convenció de que ya era algo tarde para entrar al salón y me invitó a ir con él al patio; ahí estuvimos platicando y riendo un rato, sentados en el césped verde del lugar.
—Oye enanita... — dijo mirando el cielo y sonriendo.
—Qué les da por decirme enana? Solo porque están un poco altos y ya se sienten con derechos...
—Jajaja, okay, perdon, es que eres pequeña, y es de cariño, si?
—Está bien, mensote.
—Pequeña, qué dirías si te pidiera que fueras mi novia? — su pregunta me congeló; mi corazón había comenzado a palpitar muy rápido y fuerte. Me quedé en silencio varios minutos hasta tranquilizarme, y entonces respondí lo más calmada posible.
—No se... te diría que no por llamarme enana. — me burlé. Con ello había tratado de darle a entender que posiblemente mi respuesta sería un si, tanto más que un no. Tobías es un chico lindo, tanto física como sentimental y emocionalmente. Atento, tierno, gracioso, agradable, comprensivo... bastante burlón e inteligente. Resumo con decir “perfección” por ahora. Aun así, si él me realizará tal pregunta en el lapso de los próximos dos o tres meses, es casi un hecho que lo negaría. Apenas lo conozco.
—Acéptalo, medir 1.60 te hace enana.
—Oye, mido 1.65, okay?
—Claro, son sólo 5 centímetros. ¿Cuál es la diferencia?
—Cállate... — rei. Después tuvimos que irnos, pues ambos teníamos que buscar a nuestros profesores para pedir los trabajos que no habíamos realizado por saltarnos ese último módulo.

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Narra Julian.

No tengo otra opción más que caminar hasta casa, pues es bastante tarde para que el autobús pase por aquí. Para cuando llego a la morada me percato de que es casi la una de la mañana. Trato de entrar en silencio y rápidamente voy hasta mi habitación. Estoy completamente cansado, así que enseguida me quedo dormido.
          La alarma suena y despierto, hago lo de costumbre y una vez preparado para el colegio voy a la planta baja para salir de casa...
Llegaste muy tarde anoche. — escucho a Mirjam detrás mío y me doy la media vuelta. —¿Tomaste? ¿Saliste de fiesta sin decírmelo?
—No, claro que no.
—Entonces, ¿que justifica que llegues a la una de la madrugada y ni un solo mensaje o llamada tuya tenga? ¡¿De qué hablamos en la mañana?! ¡Es que no sé cómo llegar a ti para que me ayudes ayudarte Julian! — logro ver la preocupación en su rostro. Ella realmente cree que le estoy mintiendo. Se hace tarde, pero no puedo irme dejando las cosas así.
—Mirjam, de verdad no fui a ningún otro lado: estuve en el colegio.
—¿Y supuestamente que hacías en el colegio tan tarde?
—Bueno yo... — Tengo que decir la verdad tal y como es si quiero salir ileso de tan vago juicio. —no te lo había dicho pero, la otra razón por la que el director dice que estoy en riesgo de ser expulsado, es porque debo muchas materias. Y anoche llegué tarde porque me quedé para tomar clases de recuperación. Salí a las 10 y acompañe a una amiga a su casa; no pude tomar el autobús, caminé de regreso a casa. — Digo apenado.
—¿Hablas en serio?
—Si. Por la misma razón es que diario llego tarde; me quedo en recuperación...
—Y eso, ¿desde cuándo? — cuestiona sorprendida al parecer.
—Desde el primer semestre, en realidad. Pero no había querido asistir, sino hasta hace un par de meses, casi a principios del segundo semestre. Quiero recuperarme, aunque también creo que no tengo la capacidad para hacerlo. — miro al suelo y tras un par de segundos logro sentir a Mirjam rodeándome con sus brazos.
—Lo vas a conseguir. Ya verás que sí. — deja de abrazarme y se dirige a la puerta para abrirla e indicarme que parta de una vez.

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