Epílogo

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—La vida no perdona la debilidad.se escucharon resonar las palabras en la habitación parcialmente vacía. Rápidamente elevó la mirada llena de lágrimas y posiblemente lo último que vio fue la breve luz que proyectó el disparo y lo último que escuchó fue el sonido que emitió el revólver al ser accionado. No sintió dolor, o eso es lo que se piensa. Poner una bala en su cráneo fue una muerte fugaz. Probablemente incluso dio fin al sufrimiento por el que podría haber estado pasando— Te dije que yo tampoco lo hacía.expresó con punto final. Miró el cuerpo en el suelo, la pared manchada del líquido sanguinolento y el suelo inundándose con este mismo. Tiró el arma cerca del cadáver para simular un suicidio; él había planeado todo. Aquella pistola era la que Julian había estado usando, por lo tanto, tenía sus huellas digitales sobre ella, y para no arruinar tan delicado detalle, el asesino había estado usando guantes durante el sangriento y despiadado acto. Simplemente salió por la ventana al escuchar movimiento fuera de la casa, desechó los guantes de látex y continuó con su camino. No hace falta decir quién es el asesino.

Ese fue el punto final para Julian Dobbenberg. La navaja manchada por los fluidos que provenían de sus lastimadas muñecas, los medicamentos regados por todo el piso de la habitación, el revólver y el tiro de gracia con pase directo a su fin. Todo indicaba un suicidio, un atentado contra su propia vida. Algo desconcertante y quizá hasta incoherente en ciertos puntos: bajo análisis, bastante ilógico.

Aquella mujer que se había presentado ante él como su madre había desaparecido: para la investigación ella era una pieza clave, ya que, dadas las circunstancias en que los hechos habían tenido lugar, ella era la principal sospechosa de la muerte del joven, claramente, en caso de ser declarado un asesinato y no un suicidio. Ella se había incriminado a sí misma al emprender huida.

A quienes les interesaba no se les pudo callar: el caso había cerrado por falta de pruebas, y a pesar de que el expediente ya había sido archivado, alguien lo pidió con afán de leer un poco más; nacido en Apeldoorn con una cardiopatía congénita, síndrome de corazón izquierdo hipoplásico, se le diagnosticaban entre 15 y 20 años de vida. Se mudó a Amstelveen después de que su padre murió en un accidente de automóvil: la familia regresaba a casa luego de festejar el cumpleaños número seis del niño cuando un camión de volteo los sacó de las vías. Fue abandonado por su madre a los siete años: la progenitora no volvió para recogerlo de la escuela; una semana después se encontró su automóvil y dentro su cadáver [es necesario revisar otro expediente]. Se cedió la custodia del niño al estado y luego a la propietaria de una pequeña fundación y orfanato ubicado en Kudelstaart. Se despliega una lista de delitos menores que comienzan a partir de los trece años; a los quince se reporta de gravedad en el Centro Médico de Amstelveen por un edema pulmonar y grandes cantidades de alcohol y sustancias ilícitas en la sangre. La lista de delitos se interrumpe y continúa de nuevo hasta una fecha no muy lejana; en diciembre se menciona un interrogatorio cuyas conclusiones no están escritas. Los antecedentes psicológicos expresan que sufría depresión y ansiedad, lo cual solo sustenta la teoría de que él acabó con su propia vida.

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