Capítulo 19

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Un lento despertar me recibe con la abrazadora oscuridad de mi habitación; sólo hay silencio, puedo escuchar los sonidos de mi cuerpo, puedo oír mi corazón palpitar como si nada ocurriera, como si todo fuera bien para él. Pienso un poco, me quito de encima la somnolencia y también las sábanas, entonces me apresuro a revisar la hora para percatarme al instante de que llegaré tarde al colegio si no me preparo de una vez. El día anterior ha ido un poco bien, y la noche ha sido tranquila, incluso podría decir que agradable, pero creo que ya no tiene importancia: se trata de otra mañana, otra historia. Tomo una ducha y después me visto, arreglo algunas cosas de la mochila y bajo las escaleras. Pronto, sin desayunar, me dispongo a salir para tomar el autobús. Hay menos gente que de costumbre, claro que es algo obvio del día, aunque de igual forma llama la atención el hecho.

          Al llegar a la escuela, algunos alumnos pertenecientes al consejo estudiantil notifican que solo habrá clases hasta las 11 de la mañana; tras finalizar el quinto módulo nos permitirás retirarnos.

          Sin hacer mucho bullicio respecto a la noticia, me dirijo a mi salón de clases: para la hora de biología, con el maestro Kay Olofsen, me reúno en equipo con Jobke, Tim, Jurre y obligatoriamente con Victor. Luego comienza la clase de Historia del Arte, la cual se mira poco relevante; una pequeña charla con Katherine, y otro trabajo final a la lista de pendientes. Clase de Lenguaje, y una hora después, de Historia Musical.

          Finalmente, la última clase antes de salir: Química. Los 50 minutos van perfectamente, y aunque no me siento entusiasta, al menos puedo decir que el día parece tranquilo.

─ Oye, Julian. ─ escucho detrás mío cuando han avisado que es hora de salir y luego de que el profesor Baltus ha dejado el aula.

─ Tobías.

─ ¿No tienes ganas de pelear? ─ sonríe ligeramente el chico inglés y pronto logra aproximarse. Curwen toma los libros de mi mesa y de forma infantil los tira al suelo; detrás suyo, Oliver ríe.

─ No. ─ permanezco inmutable y con tranquilidad procedo a recoger mis cosas.

─ Más te vale. De igual forma, algún día te cobraré todas las que me debes, Julian. ─ habla con seriedad y sigue su camino.

          Me pregunto con relativa constancia, ¿qué debo hacer para quitarme de encima a Tobías Curwen-Bingley?, ¿algún día dejará de molestar?

          Tomo el autobús de regreso al orfanato y en el camino veo una gran cantidad de personas con vestimentas peculiares y montones de accesorios referentes al festejo del Día del Rey. Tal detalle me da una idea. Cuando entro a la casa me encuentro con los voluntarios en la cocina y algunos niños corriendo alegremente. Busco a Mirjam y cuando la veo me dispongo a charlar con ella.

─ ¿Puedo llevar a Peter a ver el desfile en la capital?

─ ¿Tan lejos? Y, ¿a qué se debe tan repentina petición? ─ pregunta con curiosidad: sostiene un montón de cuadernos con estampados infantiles mientras que con la otra mano acomoda algunos lápices y crayones.

─ Bueno, yo... De verdad creo que le debo una al niño. ─ menciono algo apenado tras recordar que hace algunos días le fallé a mi ''hermanito'' con una promesa que, aunque sea algo aniñada,  para él parece sumamente importante. ─ Además, si él está por irse, supongo que estaría bien que tuviera un grato recuerdo de lo más representativo de Holanda. La celebración por el Día del Rey no es para menos y supongo que en Ámsterdam no se lo toman a la ligera.

─ Suena divertido y creo que tienes razón. ─ deja sus actividades por un instante y me sonríe con aire de confianza. ─ Tengan mucho cuidado y diviértanse. Me avisas cuando lleguen y si quieres que pase por ustedes o es muy tarde para tomar el tren, márcame.

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