Capítulo 28

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—Los otros han reconocido el rostro de cada repartidor, y han detectado el lugar de las entregas, aunque cabe mencionar que en cada ocasión tardan más en averiguarlo. De igual forma, nosotros te cubriremos desde un punto clave, en caso de que algo ocurra, estaremos atentos para la retirada o el contraataque.

—¿Y yo qué debo hacer si las cosas no van según lo planeado?

—¿Tobías no te ha entregado ya tu propia arma?

—¿Qué?, ¡no!, y no tengo planeado aceptarla. Créeme, dudo que Curwen me quiera para algo distinto a las entregas. —contesto de manera precipitada, rechazando por completo la idea de convertirme en uno de ellos.

—Como sea, eso lo decidirá él. Por ahora limítate a reunirte con el cliente, y asegúrate de contar correctamente el dinero, a Tobías no le gusta tener fallos con el efectivo.

—Vale. —trago saliva y bajo del auto con las manos temblando de nervios. Escondo el envoltorio en mi abrigo y camino en dirección al lugar indicado. Mientras me acerco al sitio el coraje me permite verme seguro, me voy convirtiendo en alguien sensato para el puesto al darme valor pensando que este juego no puede ser tan malo; al tener una idea propia sobre el contenido del paquete y su procedencia me permite familiarizarme de una mejor forma. El comprador no aparenta ser mayor que yo. Un chiquillo apagado que ha tomado el camino incorrecto y ahora parece no poder o siquiera querer salir del problema principal. Se mira como una prueba de actitud y aptitud planteada específicamente por Tobías: poner en mi camino a un niño de entre catorce y dieciséis años con un ligero parecido a mí, no es una coincidencia. Él quiere que yo haga esta transacción para recordar los pasados y poco agradables años. ''No puedo permitir que me manipule'', digo para mis adentros y me prohíbo lidiar con el chico frente a mi de otro modo que no sea el de un vendedor y un consumidor. Debo admitir que su aspecto es deplorable, me pregunto si yo llegué a verme así. Recibo el dinero, lo cuento un par de veces más y vuelvo al auto.

—Nada mal, creímos que te sentirías incómodo con este cliente en específico. —noto el fastidio en su ceño, pues parece que no ha ocurrido lo que él esperaba— Creo que no eres tan marica después de todo.

—Llévame de regreso al colegio, tengo cosas que hacer. —dicto conciso.

Al finalizar mis clases camino a casa de Kat para pensar un poco, y entre todo lo importante que ronda mi cabeza nace la pregunta, ''¿cuánto tiempo tendré que hacer todo esto?''. Hablo sobre lo que me espera mientras permanezco con vida.

Es temprano para estar en casa; no quiero charlar demasiado con Kat, prefiero evadirla hasta que olvide lo de la fiesta, o hará preguntas estúpidas las cuales no podré responder de forma coherente u honesta.

Con una ''tarea pendiente'' voy al jardín trasero, así tengo oportunidad de pasar un rato con mi soledad y quizá con un cigarrillo, simplemente para pensar, aunque, francamente, parece bastante dañino meditar sobre lo que ha sucedido, además de que es imposible razonar con algo como lo de Tobías: únicamente puedo concluir que no he elegido lo mejor.

—¿No trabajas hoy, o cuándo empezarás? —la escucho detrás mío; expulso el humo del tabaco y me miro imperturbable.

—Ya he empezado. No te dije nada porque supuse que Tim ya te lo había contado. Es raro que ese sujeto se quede callado. —la enana ríe por la observación que he hecho y pronto toma asiento a mi lado en el húmedo pasto.

—''Con sangre pagaré aquello que adeudo, receloso velaré algo que falta y aún no obtengo; porque sangre requiero para pertenecer a ello y sangre podría perder para resguardarlo, aunque mi esencia rechace pues para entregarme no pienso otro gesto'' —lee de mi libreta y me obliga a cerrarla con cierto enfado—. No sabía que eras un poeta reservado. —menciona— Me ha gustado el sentido de tan pequeño párrafo, aunque no lo he entendido por completo. Es justo como ocurre contigo. —se levanta. Tras un par de segundos comprendo lo que ha dicho, y no puedo evitar sonrojarme: ''¿le gusto?'', me pregunto con extrañeza, lo que me hace volver a la razón por la cual para empezar he venido al patio: y bien, suena obvio que mis acciones tengan consecuencias, pero esta es una de las que preferiría evitar por completo. Aun no entiendo qué me impulsó a besar a Katherine la primera vez, pero estoy seguro de que en esta ocasión se trató de mera locura con un toque de venganza. Tobías estaba cerca y sentí que debía aprovechar la oportunidad. Sé cuán celoso puede llegar a ser, y si recientemente ha terminado su relación con Kat, verla conmigo puede enfurecerlo mucho, aunque no estoy seguro de cuánto. Ha dicho que no me lo perdonaría, por lo que debo suponer ya tiene un castigo planeado para mí. En fin, por ahora creo innecesario preocuparme por Tobías, es probable que pase un tiempo hasta que me llame de nuevo, ya sea él o uno de sus perros, por lo menos eso es lo que espero, pues no me gustaría involucrarme demasiado con tales asuntos.

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