Capítulo 13

50 9 0
                                    

Narración externa.

Las 9 en punto marca el reloj en la cocina. Es mañana de sábado y Mirjam ya está cocinando para los niños en el orfanato. Diez minutos más tarde los chiquillos que van desde los 4 años de edad hasta los 11 el más grande, sin contar a Julian, bajan al comedor.
Tocan el timbre fuera de la residencia: el resto de los asistentes, voluntarios y encargados del orfanato esperan a entrar para la ayuda del día.
Hay alrededor de 25 personas, entre niños, jóvenes y adultos, sentadas en el comedor. Pero no están todos.
¿Saben dónde está Peter? — cuestiona Mirjam a todos, pero es prácticamente ignorada, pues el ruido de distintas charlas llevadas a cabo al mismo tiempo provoca que no sea escuchada más que por un par de niños.
No estaba en el cuarto hoy en la mañana. — responde uno de los chicos.
—Tampoco en nuestra habitación... — agrega el segundo individuo.
—Creo que salió del cuarto anoche.
—¿En serio? ¿A qué hora?; ¿sabes a dónde fue?
—Más o menos una hora o dos después de que Julian subió...
Julian tampoco está aquí... — murmura Mirjam para si, con aire preocupado. —¿Qué tal si salieron y algo malo les pasó? ¡Y tan tarde!
Calmate Mir; por qué no primero revisas si están aquí en casa, eh? — aconseja un compañero. Ella aún alarmada sube las escaleras y va a cada una de las 5 alcobas de los niños, después revisa el resto de los cuartos, y al final, aún dudando un poco debido a sus estrictas reglas sobre molestarle, se decide por asegurar la última habitación, la de Julian.
Sorpresa para ella: ahí está Julian, acostado con un brazo extendido y Peter recargado en este, ambos completamente dormidos. Mirjam los mira por unos segundos, enternecida y aliviada; después deja el lugar.

------------------------------------------------------

Narra Julian.

El teléfono vibra y me despierta; abro los ojos y un pequeño destello de luz me enceguece por un par de segundos. Volteo hacia otro lado y veo a Peter recostado sobre mi brazo izquierdo, trato de no moverme mucho para evitar despertarlo y saco el teléfono de mi short para ver que ocurre: “En la casa de Jorrit Monné a las 9:40, ¿vienes o vamos por ti?”, cuestiona Tim en el texto.
Anoche no tuve ni siquiera tiempo para tratar el asunto con Mirjam, así que aun me queda por lo menos avisarle que saldré por la noche, solo para que no se moleste. Pienso que quizás aún puedo “pedirle permiso” por asi decirlo para que no se sienta mal.
De cualquier manera, creo que ya puedo responderle a Tim para que me recoja. Tardaría demasiado si me fuera por mi cuenta.
¿Vas a salir en la noche? — escucho a Peter preguntar mientras frota sus párpados.
—Pete... Eh, bueno, si. No le digas a mamá, pero... — le sonrío. —iré a una fiesta.
—¿Puedo ir contigo?
—Es una fiesta de chicos grandes; ¿pero sabes qué? Mañana iremos a donde tu quieras, ¿vale?
—¿A donde yo quiera? ¿Sólo contigo, ningún otro niño del orfanato?
Sip. Solo nosotros hermano. De eso si debo hablar con Mirjam, pedirle permiso, pero ya verás que si nos dejarán.
—¡Gracias! — dice con sobresalto y me abraza.
Ahora ve a tu cuarto a cambiarte, es tarde, las 10, casi las 11 de la mañana. Ve si quedó algo para comer o si está Mirjam, si no, bajo en un instante a prepararte algo, ¿okay?
—¡Okay! — entonces se va corriendo.
Comienzo a ordenar mi habitación, finalmente respondo el texto de Tim y minutos más tarde voy a la ducha. Al salir me pongo algo sencillo: una camisa blanca y un pantalón de mezclilla rasgado; acomodo las cosas en mi mochila y por fin bajo las escaleras.
Peter me está esperando en el comedor: sólo está él.
¿Qué pasa chico, qué hay de comer?
Darlene entró hace unos minutos y me dijo que había algo en el horno para calentar. — Tomo la indicación y reviso en horno de microondas: ajusto el tiempo para calentar el “desayuno”, que más bien parece ser un almuerzo por la avanzada hora del día.
Terminamos la comida y ambos nos dirigimos afuera, al terreno de enfrente, donde se hacen todo tipo de actividades para el hospicio. Localizo a Mirjam para dejarle a Peter y partir al colegio, de nuevo por regularización. Me despido de ambos y salgo del lugar.
Llegó al Colegio a las 12:17 de la tarde, ciertamente con 17 minutos de retraso, pero trato de no darle mucha importancia: sólo accedo al plantel y listo. No tengo mucho problema, pues como los profesores se han hartado de tratar conmigo, ya tomo las clases de regularización sabatinas sin supervisión de ningún docente.
Paso 5 tranquilas y aburridas horas en el plantel; la ventaja es que he recuperado los trabajos de medio semestre, pero aun así eso no me libra de las clases y horas extra: así termine todas las actividades que debo, me seguirían mandando llamar para asistir sólo porque supuestamente debo mantenerme ocupado.
Salgo del plantel a las 6:38 de la tarde, tomo el autobús de regreso a casa y llego aproximadamente a las 7:20.
No hay nadie; no está Mirjam, no están los voluntarios, tampoco los niños.  Utilizo el tiempo para alistarme para la fiesta: realmente no estoy muy de ánimo, pero creo que ya estando en el lugar todo podría mejorar. Me meto a la ducha de nuevo, lavo mis dientes y enseguida de ello salgo a mi habitación para vestirme. Me pongo una playera blanca sencilla y encima una camisa azul con roja a cuadros, abierta y arremangada, con un pantalón negro, unos tenis negros, ¿y por qué no?, una gorra roja. Tomo todo lo que voy a necesitar; un poco de dinero, los auriculares, el celular, un encendedor y obviamente mis cigarrillos. A las 8:42 Tim me marca.
—Hermano, estoy aquí afuera, aun tenemos que pasar por los otros dos listotes; ¿ya estás? ¿O te vas a arreglar las pestañas?
Jajaja... Calmate, tarado. Ya estoy, pero es que Mirjam no ha llegado aún y...
—¿No le dijiste?
—No. Pero si la ves llegar no le digas nada, ¿okay? Yo hablaré con ella, no vayas a arruinarlo.
—Está bien, pero espero no tarden, o las princesitas se van a enojar por no pasar temprano por ellas...
—Jaja, vale. Le mandaré un texto para saber cuanto tardarán. No te vayas sin mi. — finalizo la llamada y envío el mensaje a Mirjam, aunque me parece algo innecesario pues dudo que vaya a contestar si va conduciendo.
5 para las 9; escucho movimiento afuera y por ello me acerco a la puerta.
Julian, oye... — se interrumpe a si misma y denota asombro en su voz. —Te ves muy bien... Te iba a decir que tu amigo Timothy está afuera.
—Si,lo sé; vamos a salir.
—¿A dónde van a ir?
—Ah... — ¡Diablos! Olvidé pensar en alguna excusa... Anda Julian, piensa... —Tenemos que hacer un trabajo en equipo y casi lo olvidamos, entonces quedamos para hacerlo hoy en la noche en casa de Jurre. Debemos entregar el lunes...
—¿Seguro?
—Si. Y quizás después salgamos a caminar por ahí un rato... — trato de sonar sincero.
Bueno, tengan cuidado a donde vayan o con lo que hagan.
—Gracias. Adiós. — me despido y salgo rápidamente de la casa.
Afuera veo a Tim recargado en su auto, charlando con Peter.
Listo, vámonos hermano. Adiós Peter. — me despido.
Que te vaya muy bien. — sonríe y me abraza; le devuelvo el gesto.
Subo al auto junto a Tim y él conduce hasta Amstelven. Unos 18 minutos más tarde llegamos a casa de Jurre, en otros 5 minutos recogemos a Jobke y en 7 minutos más estamos por fin en la casa en que se llevará a cabo la fiesta.
Jorrit Monné es hijo de un padre rico: un empresario el cual sale continuamente de viaje de negocios. Por otro lado, su madre vive separada de ellos; ella yace en París, Francia. Sus padres están divorciados, y bueno, él se queda solo en casa mucho tiempo. Prácticamente la casa es de su propiedad, por lo que hace fiestas siempre que quiere, e invita a tanta gente como el desea. Normalmente se hace con los chicos y chicas más populares en el colegio, pero a los chicos y a mí nos invita siempre porque nos considera sus amigos.
Al llegar la propiedad vemos que hay algunas personas afuera charlando y bebiendo. Bajamos todos el auto; desde afuera se puede escucha la música. Finalmente entramos al inmueble.
—¡Hey, llegaron! Creí que no vendrían muchachos. — Nos recibe Monné a pocos metros de la puerta. —¿Quieren una cerveza, un trago, coca...? Les puedo ofrecer todo lo que se imaginen.
—Algo tranquilo hermano; queremos llegar enteros a casa.
—Si, ya sabes como se pone Juls... — se ríen.
—Les voy a presentar a unas chicas, no son de aquí, si?, son... unas amigas de mi anterior colegio, de allá por Rotterdam. — nos cuenta mientras caminamos entre la multitud; habla con la voz algo elevada por el ruido de la música. Llegamos a la sala del fondo: ahí nos sentamos junto a Jorrit, otros dos chicos y unas cinco chicas. Comenzamos a charlar y a tomar un rato.
Hablamos y reímos sobre cualquier anécdota estúpida del pasado, cosas ocurridas principalmente en el colegio y en fiestas anteriores. Tim saca una botella de entre el montón de las que ya nos hemos bebido y la pone en la mesa para jugar verdad o reto. A nadie le importa en realidad lo que pase: finalmente la mayoría ya estamos algo ebrios. Cada uno se ha tomado alrededor de 10 o 12 botellas, pero en cierta forma parece no interesarnos, Pues igual continuamos ingiriendo alcohol.
No me llama del todo la atención el juego de los chicos y me da por levantarme de lugar e ir a otro lado. Me paseo un rato por la casa y vagando de pronto distingo entre los desconocidos a Katherine.
Hey... — alargo mientras me aproximo más a ella para saludarla. Me ve y sonríe.
—Hola.
—Kat, no esperaba verte acá. — me acerco un poco a su oído para que logre escucharme.
Ja! Yo tampoco a ti, Julian. No creí que estarías en una fiesta donde también están Tobías y Oliver.
—¿Entonces  vienes con Tobías y ellos?
—Si, pero no sé dónde están, casi no conozco a nadie de aquí y la cosa se está tornando aburrida. Empiezo a creer que no fue muy buena idea venir...
—¿No quieres ir afuera?
—Está bien, vamos. — accede y caminamos entre la multitud hacia la salida:  una vez afuera decidimos ir a caminar a otro lado, pues el patio está infestado de chicos ebrios y otros no tan ebrios;  nos parece tan abrumador como estar en el interior de la morada. Nos vamos por ahí a caminar.
Andamos por media calle en la avenida, sólo hablando y bromeando.
Julian, estás borracho. — se ríe.
Claro que no.
— Claro que sí.
—Bueno, entonces si segúnyo estoy ebrio, tú también lo estás por decir eso. — sonrío; a decir verdad sí estoy un poco mareado y confundido. Quizá si me he excedido con las cervezas esta vez...
Si tomé, pero no como tú.
—¿Y cómo sabes cuánto tomé? Anda, dime el número de latas, botellas o vasos que me tomé: dímelo.
—No sé... Unas... ¿50?
—Estaría muerto, no borracho. — vuelvo a reír: a esta altura ya todo me causa gracia por muy estúpido que suene. —Según tú, ¿qué indica que bebí demasiado?
—Caminas raro...
—Es una forma de andar por gusto, ¿está bien?
—Ay ajá... También eso lo dice. — nos burlamos y continuamos caminando.
—¿Qué cosa?
—Eso. Estás sonriendo demasiado.
—¿Qué más?
—Te comportas extraño: hablas diferente y plática conmigo es algo incoherente. Pareces mareado.
—¡¿Cómo lo supiste?! ¡Sí me siento mareado! — ahora viene la parte de la sinceridad... diablos.
—Jajaja, ¿lo ves? Si estás mal. Sólo te falta una cosa para demostrar que estás completamente ebrio.
—¿De qué se trata?
—Bueno, todos los que se han puesto borrachos han hecho algo estúpido y relativamente arriesgado. — sonríe divertida y se muerde el labio inferior. Carajo, qué es lo que está pasando...
—¿Entonces debo hacer algo estúpido y arriesgado para confirmar que estoy borracho?
—Si, literalmente. Tonto.
—Lo voy a hacer. — susurro y me acerco a ella sin dejar de mirarla a los ojos. Quedamos frente a frente. En segundos nos hayamos tan próximos que logro sentir su respiración nerviosa y temerosa; no sé en qué pienso, pues mi corazón se acelera y me siento completamente loco por así decirlo. En un movimiento rápido pongo mis manos en su cintura y no demoro en capturar sus labios con los míos: siento el alcohol, cierro los ojos, y disfruto el sabor de su boca y de tan inapropiado beso por escasos 5 segundos. Abro los ojos, mi respiración se detiene en el instante y tras separarnos recobro el aliento, dando una profunda bocanada de aire. Ella me ha empujado evitando que continúe con la acción y... no la culpo, de verdad he sido irrespetuoso y ciertamente incorrecto o inapropiado dadas las circunstancias. De nuevo la miro a los ojos: ella está furiosa.  Niega con la cabeza y hace un gesto de desagrado.
—Idiota. — me dice. Vuelve a empujarme y se va corriendo del lugar. Yo simplemente me quedo ahí parado. “¿Qué demonios he hecho? ¡Estúpido!” murmuro para mí tras darle un trago a la amarga realidad. Niego el suceso. Que actitud tan reprobable. 
Aún sin poner los pies en la tierra, luego de sentirme volando con aquella tontería, me dirijo a la banqueta y me siento ahí. ¿Qué hice?

Watch Me GoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora