One-Shot's Ppgz Y Rrbz

||USB||

Sí, Miyako Gotokuji siempre había sido muy amable, ella era la primera en decir que uno siempre debía compartir con los demás sin poner quejas.

Pero al notar que el USB que le había prestado a Robin para un trabajo, contenía toda la temporada de un anime para mayores de dieciocho que su amiga Momoko muy tranquilamente (con cuchillo en mano y su vestido en la otra) le había hecho ver desde los primeros episodios, y que luego (y en contra de su voluntad) estos le empezaron a gustar; ya no le parecía tan mala idea correr hacia el salón de informática, lanzar a la profesora por la ventana, quitarle con fuerza bestial e inhumana el aparato a su amiga antes de que esta lo pusiera a proyectar, y luego irse corriendo como uno de los estúpidos autos de «Rápidos y Furiosos», en cualquiera de las películas.

Claro que luego tendría que enfrentar los rumores y las miradas de todo aquel salón al haberse percatado de aquel pequeño punto azul con coletas que había salido corriendo como alma que lleva el diablo hacia el campo de fútbol, pero de eso a que la catalogaran como una pervertida de primera por el resto de la preparatoria, había un muy largo espacio entre sí que prefería marcar con un grande y muy pintado «Ni aunque Mojo se convierta en mujer».

Oh, sí, porque si de algo estaba segura, era que necesitaba pasar con vida hacia la universidad, y con una peluca, lentes y mostacho todo el tiempo en su cartera, estaba claro que no lo iba a lograr completamente.

-Ten, Miyako, acabo de encontrar el mío. De todas formas, ¡gracias!

¡Oh, santa madre de Fuzzy con moco! ¡Gracias al cielo! ¡Ahora ya no tendría que pasársela de indigente por el resto de su vida!

-Ah, por cierto -Le sonrió pícaramente-Parecen muy entretenidos esos videos que tienes ahí, rubiecita.

Y se fue saltando de felicidad, dejando atrás a un tomate con un pequeño cartel de madera sobre su cabeza que decía perfectamente «R.I.P. Orgullo de Miyako Gotokuji. Descanse en paz».

Oh, ahora la desdichada muchacha sólo tenía una pregunta en su cabeza:

«Me pregunto si Mojo me dejaría vivir con él bajo un puente.»

Yarianna