||Maternidad||

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Terminó de lavar los trastes y miró la hora en el reloj de pared de la sala, ese maldito tic tac la comenzaba a irritar. Terminó de lavar y se dio la vuelta recargándose en el fregadero al mismo tiempo que soltaba un sonoro suspiro con la mirada perdida en el techo.

- Maldición - susurró.

No habían pasado ni cinco minutos desde que se había quedado completamente sola en la casa. Sentía que le hacía falta...

- Tranquila - mentalizó -. No pasará nada, todo estará bien, ¿cierto?

Regresó a sus labores domésticos o se volvería loca esperando...

Un minuto.

Dos minutos.

Tres minutos.

Cuatro minutos.

Cinco minutos.

- No, no puedo con esto.

Dejó caer su cuerpo en el sofá de la sala y encendió la TV, esperando que al menos la distrajera lo suficiente como para no seguir pensando en el asunto. Sin embargo, la caricatura favorita de su hijo fue lo primero que vio en la pantalla plasma y de nuevo regresó al motivo de su desesperación: Kojiro.

Mordió su labio, sintiéndose incompleta. Obviamente extrañaba a su pequeño demonio, a pesar de las vueltas que la hacía dar en el transcurso del día, nada quitaba que fuera su hijo: un pedacito de ella y de...

El teléfono de la casa sonó y como endemoniada se lanzó sobre el aparato.

- ¿Aló? - observó el retrato familiar sobre la mesa de centro, recordando la ocasión en que la tomaron.

- ¿Kaoru? - escuchó al otro lado del teléfono.

- ¿Quién más, idiota? - respondió agria.

- ¿Despertaste de malas? - rió nervioso.

- ¿Qué quieres?

- ¿Todo bien en casa? - titubeó claramente desconcertado por la actitud de su esposa -. ¿Están bien?

Dejó escapar un largo suspiro y se llevó una mano a la frente, inquieta -. Si, todo bien. ¿Y tú estás bien?

Él no respondió de inmediato - Si, tranquila - silenció un par de segundos -. ¿Qué pasa?

- Nada.

- Te conozco - meditó él -, no estás así por "nada".

Suspiró, intentando serenarse.

- Kojiro fue al parque con Miyako y Boomer - el corazón se le encogió dentro del pecho -. Volverán en una hora.

Y de nuevo se hizo presente el silencio. Por un momento pensó que la llamada se había cortado pero alejó el aparato de la oreja al escuchar las fuertes carcajadas de su esposo al otro lado de la línea.

- Lo siento, no pude evitarlo - respiró fuertemente para volver a reír como loco.

Ella se sonrojó hasta las orejas.

- ¿De qué te ríes?

- De ti, tonta - se imaginó los característicos hoyuelos que se formaban en el rostro de él cada vez que sonreía -. Creí que sería algo más serio.

- ¿Eso era todo?

- No, espera - la detuvo desesperado al entender la indirecta -. Llamé para avisarte que regresaré antes de lo esperado, la junta con los directivos se canceló...

One-Shot's Ppgz Y RrbzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora