||Me Quieres||

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―¿Qué? ―preguntó entreabriendo su ojo derecho para mirar mejor a la chica que estaba frente a él.

―Dije: ¿me quieres, Brick? ―reafirmó lo anterior dicho, un poco más firme que antes.

Sus largos pero bien cuidados cabellos naranjas recogidos a una coleta alta se mecían al compás de su falda de holanes rosa; apretaba fuertemente sus párpados de lo nerviosa que estaba, ocultando el hermoso color rosa de sus pupilas. Tomó con una de sus manos su argolla que posaba en su cuello, mientras que con la otra sostenía la falda para evitar que el viento la alzara más de lo debido.

Él miró el rostro enrojecido de su compañera mientras comenzaba a sentarse sobre el césped, eliminando todas ganas de dormir un rato en aquel parque bajo la sombra de aquel árbol de cerezo. La ventisca se hizo un poco más fuerte, obligándolo a tomar su gorra para evitar que la llevara; su cabellera naranja oscura, un poco larga para ser la de un chico, se mecía al ritmo que le daba el viento.

―Momoko, ¿por qué esto tan repentino? ―cuestionó levantándose del césped.

―Porque hemos estado saliendo un tiempo, y yo siempre te digo lo mucho que te quiero; que te amo; pero tú sólo te la pasas ignorando mis confesiones y muestras de cariño ―suspiró―; por eso quiero saber si me quieres o sólo soy para ti una amiga con quien "pasar el rato".

Eso sí que no se lo esperaba, tanto que un pequeño sonrojo adornó las mejillas del joven de ojos carmesí. Él introdujo su mano izquierda en un bolsillo de su pantalón de mezclilla negro mientras colgaba su mochila sobre su hombro derecho, resaltando el color rojo de su camisa. Tomó su chamarra y comenzó a caminar, no sin antes detenerse al costado derecho de la chica; a ésta ya se le habían formado gruesas lágrimas dentro de sus pupilas.

―Tienes razón, Momoko; mereces una respuesta ―dijo al fin con cierta indiferencia―: yo no te quiero.

Caminó unos pasos de ella, deteniéndose a la poca distancia dejada. Ella cerró sus párpados con fuerza dispuesta a tratar de contener las lágrimas que amenazaban con salir.

Giró con rapidez su rostro, dispuesta a mirar por dónde se iba, pero fue interrumpida cuando sintió que su boca era sutilmente atrapada por otros labios cálidos y suaves, que a la vez la besaban con algo de torpeza.

―Yo te amo, Momoko.

Sus pómulos estaban levemente sonrojados; el rostro de la chica parecía un rubí recién tallado de lo rojo que estaba. Pero al final pudo sonreír de manera agradecida.

Ya que, al final de cuentas, él no la quería; él la amaba, que era algo muy diferente.

Anna Cecitzel de Tao

One-Shot's Ppgz Y RrbzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora