"Mi vida después de ti"

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Ante la mirada divertida de Alyssa su mejor amiga, Scott hace un momento había dejado de prestar atención al profesor y tenía clavados los ojos en las manecillas del reloj que colgaba en la pared a un costado de la pizarra. La chica sabía perfectamente el porqué del brillo en los ojos de su amigo, esa inquietud y el insistente rebote del lápiz ubicado entre los dedos del chico que en un par de días cumpliría los 21 años. Todo el futuro por delante, la promesa de una vida plena y feliz.

Scott no escuchó las últimas instrucciones que dio el profesor, comenzó a guardar todo apresurándose para salir del salón, se despidió de Alyssa con un fuerte abrazo y un beso en la mejilla y a Duncan solo le dio un golpe en el hombro, éste último le interceptó el paso y le propuso ir a comer algo, pero Scott muy sonriente le dijo que ese día no podía, que tenía prueba del traje que usaría en la fiesta de su cumpleaños.

Casi salió corriendo, su sonrisa se hizo mucho más grande al divisar el vehículo que lo llevaba y lo traía a la universidad y a casi cualquier lado, su corazón se detuvo por un momento y como si las paletas de un desfibrilador le hubieran enviado un impulso eléctrico a su corazón este volvió a saltar dentro de su pecho. Se derritió ante esos bellos ojos rasgados que lo observaban, al llegar saludó con mucho entusiasmo a las dos personas que se encargaban de su seguridad, Trent solo se limitó a asentir con la cabeza, Takeshi el piloto le preguntó cómo le había ido ese día en sus cursos y le abría la puerta del asiento de atrás, el chico solo se limitó a decirle que nada fuera de lo común.

Scott y sus dos escoltas se dirigieron al taller del sastre, después de las pruebas y de haber hecho los últimos ajustes a su traje se dirigían de nuevo al vehículo. Takeshi extrañamente ese día había estado muy nervioso y con sus sentidos más despiertos, algo lo inquietaba, algo le molestaba, algo no andaba bien y su sentido felino se lo advertía. Colocaron el paquete que contenía el traje de Scott en el amplio maletero y de nuevo le abrió la puerta del asiento trasero, fue muy cuidadoso de quedar en el punto ciego que tiene el vehículo, colocó su mano en el hombro del chico que cerró los ojos por la emoción que percibió ante el contacto, Takeshi casi en susurro lo instruyo: -Necesito que estés alerta, presta mucha atención ¿sí?-

El chico confiaba en él, algo nervioso subió al asiento trasero, no sabía que esperar, pero iba a hacer cada cosa que le dijera Takeshi, años de estar a su lado, años de preparación en el evento de que algún día sucediera algo inesperado. Los muchos días de entrenamiento. La confianza del cliente y su guardaespaldas.

Pero Takeshi representaba mucho más que un simple guardaespaldas para Scott, fue el abuelo del chico quien contrató personalmente al nieto de uno de sus mejores amigos, un humilde pescador que vivía a las afueras de Kamakura, en Japón. Takeshi Kimura, entrenamiento militar, experto en artes marciales lo que era tradicional en su familia que de generación en generación se transfería de padres a hijos los conocimientos de combate cuerpo a cuerpo y con las armas respectivas.

A la muerte de su abuelo, todos pensaron que no habría forma de recuperar la salud mental de Scott quien se había sumergido en una profunda depresión. Su familia contrató los servicios de un psicólogo, Alyssa y Duncan por su parte nunca perdieron la fe y Takeshi casi obligó al chico a que recibiera entrenamiento como el que él había recibido de su padre. El de origen oriental tenía la certeza que a través de las artes marciales podría fortalecer al joven, física, mental y espiritualmente. En un principio era desconsolador ver al chico parado frente a él en el gimnasio de la mansión, un casi muerto, un zombi andante, pero el mayor nunca perdió la fe, poco a poco fue derribando las barreras que el chico había impuesto entre su persona y el resto del mundo. Cuando Scott recuperó un poco de su brillo y comenzó a ser de nuevo un chico normal, aunque con muchas reservas y muchos limitantes que se había autoimpuesto, Takeshi le decía casi todos los días: -Tu abuelo fortaleció tu corazón, te hizo fuerte, nunca lo olvides. Yo seguiré ayudándote, permítemelo por favor. -

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