-♡♡♡♡-

121 14 6
                                    

Boston, MA., Estados Unidos,
Septiembre 16, 2016.

Hace 2 días, exactamente el miércoles 14 por la noche, había llevado a Kazuki a un restaurante de comida japonesa, siempre había sentido curiosidad por saber cuál era su platillo favorito, él único plato que pidió fue sopa de miso con udon, era hermoso ver su cara de felicidad, aunque solo fuera por un momento; yo lo veía, lo sentía, me lo decía el corazón ¡él extrañaba a su familia! A la hora del postre él lo dejó a mi elección, luego de dar su consentimiento se arrepintió, su rostro se sonrojó y automáticamente giró su vista a otro lugar, evitando ver mi rostro en el que se había dibujado una sonrisa perversa. Yo reía divertido y mientras tomaba con delicadeza su mano, le pedía al mesero dos rebanadas de pastel de chocolate adornadas con fresas más una bola de helado de vainilla, tres cosas que sabía perfectamente que a mi joven japonés de ojos rasgados le gustaban.

Mientras nos dirigíamos a la mansión, aclaré mi garganta y fingiendo que estaba distraído le dije a Bill: -Recuerda que mañana vienen los padres de Kazuki, no olvides ir puntual a recogerlos al aeropuerto.- La respuesta de Bill entre sonrisas fue algo así como –No lo he olvidado- realmente no le había prestado mucha atención, Kazuki de un salto se había sentado entre mis piernas, se había refugiado entre mis brazos y con una sonrisa que hizo que mi corazón diera un giro inesperado me decía que me amaba y me preguntó si había sido idea mía traerlos y yo le dije que los había invitado para que pasaran unos días aquí y participaran de la cena de mi cumpleaños.

Este día Kazuki me despertó colmándome de besos. Me llevó el desayuno a la cama. Estaba tratando de convencerlo que se volviera a costar a mi lado, la noche anterior se desveló platicando de una y mil cosas con sus padres. Escuchamos el insistente timbre de la puerta, mi amado fue a abrirla bajo mi formal protesta. Yo me quedé acostado en un arranque de rebeldía.

A los segundos entraba a la habitación Kazuki acompañado de Alyssa y Duncan. Suspiré profundamente, sabía que ellos no se irían, mi amiga como siempre en tono sarcástico me decía: -Espero no haberlos interrumpido habían planeado algo para este día- Yo en broma, fingiendo un tono de molestia le decía -¡Pues había pensado hacer el amor todo el día con mi pareja, pero obvio que con ustedes aquí ya no podré!- Kazuki casi se trabaja la lengua y en el ahogo lo único que pudo decir fue: -¡Cállate Scott!- Adoraba verlo sonrojado y avergonzado, mientras Duncan y Alyssa se mataban de la risa. Pasamos todo el día entretenidos, mi familia y mis amigos, la familia de Kazuki, Bill y Berenice.

Llovió, el jardín estaba húmedo, había gotas de agua en las hojas de los árboles que parecían piedras preciosas por el brillo que el Sol les infundía, me gustaba la sensación de estar allí y el olor a tierra mojada que llenaba mis pulmones. Hubo un momento en que todos estaban entretenidos, yo me separé y caminé hasta el fondo del jardín hacía el lado sur, me gustaba la armonía de este espacio, escuchar el ruido del agua de la fuente y del choque de las hojas de los árboles libres al viento, tomé asiento en la banca y desde allí meditaba en lo dichoso que me sentía al lado de las personas que amaba, memoré la vida de las personas que ya no estaban, pero jamás se irían de mi corazón.

Kazuki caminaba a donde yo estaba, le extendí los brazos y él se sentó sobre mí y me abrazó, mientras dulcemente me decía –¡Feliz cumpleaños Scott! -

Me asusté ¿por qué su expresión?, ¿por qué esquivaba mirarme? Él lo notó, mi cabeza estaba a punto de estallar. sonrió sereno y dulce, de su chaqueta extrajo un pequeño objeto cubierto con un lienzo, lo colocó en mis manos, me vio tratando de sostener su sonrisa y me dijo que lo había pensado por mucho tiempo para entregármelo, pero hoy que era mi cumpleaños tomo la decisión y consideraba que realmente a quien pertenecía era a mí.

Me contó que desde muy pequeño con su hermano tenían una especie de tradición, una especie de juego de búsqueda del tesoro, existía en su habitación en Japón un lugar secreto en el Takeshi siempre le guardaba golosinas y regalos. Kazuki a cada tanto guardaba silencio, yo podía notar que existía dolor e inseguridad en su interior. Él continuó diciéndome que el día que encontró mi diario y lo leyó, algo lo impulsó a buscar en la habitación que era de Takeshi aquí en la mansión, un lugar que se asemejara al rincón del tesoro en su ciudad y había encontrado lo que estaba depositado en mis manos.

Con un tono de arrepentimiento me explicó que todo este tiempo ha tenido ese objeto en su poder, que hasta hoy sentía miedo de entregármelo que sentía miedo de perderme, que lo perdonara por eso. Luego besó mis labios suavemente e intentó retirarse y dejarme a mí y al objeto a solas. Lo detuve sujetándolo por su muñeca, quité la tela que cubría el objeto y al descubrir de que se trataba, suspiré profundamente, lo vi fijamente a los ojos y le dije suplicante:

-¡No podré hacerlo sin ti cariño, te necesito!-

Ambos estábamos con los ojos aguosos, Kazuki asintiendo volvió a sentarse sobre mi regazo y los dos con muestras de cariño y de apoyo mutuo, tomamos lo que Kazuki había entregado. ¡Mi amado!, ¡mi vida!, me había regalado . . .

"Mi vida después de ti"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora