"Mi vida después de ti"

IV

Entré al despacho, mi padre y su hermano reían a carcajadas, mi tío se levantó y como era su costumbre me daba un fuerte abrazo, papá me indicó que me sentara en el sillón al lado que ocupaba su hermano y este me preguntó si yo quería beber algo, yo solo respondí -whisky está bien por mí-.

Ambos se vieron y sonrieron, mi tío sirvió una copa para mí y volvió a llenar las copas de ellos. Brindamos y luego de unas cuantas copas más y hora y media después yo salía del despacho. Habíamos hablado de infinidad de cosas, algunas de mucha importancia, pero una de ellas para mí fue grandiosa y al mismo tiempo podría enviarme al infierno, ¡Kazuki se quedaría en el país!

Caminaba lentamente, había bebido un poco más de lo que acostumbraba y de un licor con el que apenas comenzaba a familiarizarme, me tambaleaba y sujetaba del barandal de las gradas que conectaban al segundo nivel en el ala derecha y luego de las paredes del pasillo, al llegar me detuve frente a tu puerta y casi me rio a carcajadas porque no podía frenar los movimientos de mi cuerpo que se mecía de atrás hacia adelante, una y otra vez; yo quería... más bien, ¡necesitaba desesperadamente verlo!, aclarar las cosas, disculparme, decirle que estaba feliz de verlo, que me sentía perdido cuando ni siquiera sabía su nombre.

Apoyé mi frente en tu puerta, último recurso para tratar de detener mi cuerpo, respiré profundamente mientras cerraba mis ojos, ¡fatal error!, me maree mucho más. Vi la hora pensé que lo mejor sería buscar un momento al otro día para poder hablar con él.

Al llegar a mi habitación como pude me coloque la parte baja del pijama, me acosté y por más que lo intente no podía conciliar el sueño, Kazuki venia una y otra vez a mi mente, igual los estragos de haber bebido tanto. Sacudía mi cabeza cuando recordaba mi boca sobre su piel, el sabor de su cuerpo y su esencia, la forma tan hermosa en la que apretaba sus labios resaltando más la forma de sus ojos. Lo que resultaba más preocupante para mí y hacia que se encendiera un deseo asfixiante, era recordar el vaivén de nuestros cuerpos sudorosos sobre la diminuta mesa del club. Por más que quería evitar esos pensamientos no podía, Kazuki realmente había despertado una parte de mi vida que estaba dormida, latente.

Dieron las 5 de la mañana y yo aún estaba despierto y lo único que rondaba mi pensamiento era Kazuki, lo imaginaba dormido, su faz serena, su respiración tan suave. Logré conciliar el sueño y dormí toda la mañana hasta medio día, Alyssa ingresó armando alboroto, al fondo escuchaba también la voz de Duncan. Estaba bajo las sábanas y al ver que no se irían di un profundo suspiro y poco a poco fui abriendo los ojos y descubriendo mi rostro.

Estaba acostumbrado a que mis amigos invadieran mi habitación, pero ver a Kazuki rodeado por los brazos de Alyssa me sacó de quicio, mi amiga al ver la seriedad con la que veía la escena me hizo esa cara de fastidio, soltó al chico, corrió a mi lado, se acostó a la par mía mientras me abrazaba con fuerza y me deseaba un feliz cumpleaños. No pude dejar de ver la reacción de Kazuki, entrelazó sus brazos al frente de su pecho y giró su cabeza hacia un lado mientras apretaba sus labios, me enamoraba su rostro, yo amaba cada uno de sus gestos.

Bajamos a almorzar, pasamos la tarde entera holgazaneando en la piscina. Y después de haber pasado la tarde con mis amigos y Kazuki que era arrastrado por Alyssa a todas partes, me encontraba frente al espejo acomodando el traje nuevo correctamente.

Bill al verme tan intranquilo me dijo que ya todos se habían ido y solo yo faltaba, emprendimos el viaje escoltado ridículamente por dos autos más y el doble de seguridad. Ingresé al salón de eventos y un enorme pastel me esperaba al frente, todos los invitados cantaban la canción y yo apagaba las velas, mientras todo ocurría buscaba a Kazuki entre todos, no lo pude encontrar porque lo único que estaba iluminado era el centro del salón en donde estábamos el pastel y yo.