VIII

124 15 3
                                    

Llegamos de vuelta el siguiente viernes, tío Armand se iría directo a la corporación en donde lo esperaba mi padre, yo llevaba una enorme angustia porque Bill no me decía nada y Kazuki hace 3 días no contestaba mis mensajes y no respondía mis llamadas.

Mi expresión era seria, mi mandíbula dolía por la presión que le ejercía, Bill me escoltaba desde adentro, ni siquiera quería verlo o decirle algo, sabía que explotaría. Llegué al auto y sin ayuda de nadie coloqué mi maleta en el baúl, abrí la puerta y apretando los dientes le dije a al piloto que me llevara con Kazuki. Mientras avanzábamos noté que no nos dirijamos a la mansión, sino a la Universidad. Acribillé a Bill a preguntas, las cuales serenamente contestó.

-¿Qué ocurre Bill?-

-¿Alguien le hizo algo a Kazuki?

-¿Por qué nos dirigimos a la Universidad? –

-¡Necesito que me digas algo, antes que me vuelva loco!-

-No sé qué está pasando Scott. Kazuki el miércoles por la tarde bajó a la cocina y me dijo que por favor lo llevara a la Universidad, mientras lo llevábamos, aunque lo intentó ocultar, él iba llorando en el asiento de atrás. Traté de saber que ocurría, pero no contestó a ninguna de mis preguntas. Lo acompañé hasta su habitación y allí se quedó, al final me dijo que todo estaba bien. -

Al bajar del vehículo fui directo al lugar que ocupaba Kazuki, todas las habitaciones se encontraban vacías, pero en una parte del edificio se escuchaba música y voces que trataban de superar el volumen de la misma. Me dirigí allí y empecé a buscarlo entre la multitud, mi sangre hirvió cuando lo vi de pie en el balcón sosteniendo un vaso de bebida y dos chicos rodeándolo. Había algo en su mirada.

Perdí la cabeza y mi compostura, dirigí mis pasos directo hacía él que en la distancia me vio, su semblante era sombrío y no cambió, su mirada perdida, taciturna. Al llegar escuché que los chicos intentaban sacarle charla, pero él no contestaba, solo me miraba.

Al estar frente a él, su semblante no cambió, sorprendí a los jóvenes porque lo sujeté por la muñeca con tanta rudeza que la bebida se derramó sobre su pecho y lo empecé a arrastrar fuera de ese salón. Intentaron detenerme, pero al ver mi rostro se quedaron de una pieza. Bill por su parte estaba listo a cumplir con su deber.

Al llegar al estacionamiento Kazuki se soltó de mi agarre y se introdujo en el asiento de atrás entrelazando sus brazos frente a él y dirigiendo su mirada hacia afuera. En todo el camino no hablamos ninguno de los dos, yo trataba de relajarme, no quería decir algo que rompiera la burbuja que nos protegía, buscaba las preguntas correctas para saber que ocurría. En la mansión se bajó y a paso firme se dirigió a tu habitación, yo iba detrás de él, Bill intentó detenerme y tratar de tranquilizarme, bien sabía que dentro de mi ser se estaba desatando el infierno, yo no lo dejé.

Kazuki entró en la habitación, yo evité que cerrara la puerta, se arrancó la camisa y el abrigo arrojándolos a un lado, yo estaba parado en el pasillo viendo hacia el interior de la habitación, lo único que pude articular con voz lastimera fue: - ¿Qué ocurre Kazuki? -

Yo estaba confundido, él molesto dando vueltas de un lado al otro, de pronto se giró y pude notar que contenía el llanto, apretaba sus dientes y me encaró desde dentro de la habitación:

- ¡Jamás podré ser Takeshi, Scott! -

Abrí mis ojos sobremanera, intenté articular palabra, pero estaba realmente desubicado. Al notar mi desconcierto me aclaró:

-Encontré tu diario en la gaveta escondida en tu mesa de lectura, ¡lo leí! yo jamás podré reemplazarlo, jamás podré ser como él, jamás podré llenar sus zapatos. ¡Y tú lo amas a él!.

Yo estaba sorprendido, mi diario lo comencé a escribir después del primer día que visité al psicólogo, en el yo he escrito todo lo que he vivido desde el día de tu muerte, ha sido el contenedor de la cadena de mantras para liberar mi mente del dolor, ha sido mi forma de no perder el vínculo que creo tener contigo, en el yo te hablo, en el yo te escribo como he sobrellevado mi existencia desde tu partida, como he soportado mi vida después de ti.

Lo había olvidado, no había escrito en el desde el día que Kazuki llegó a mi vida, realmente no comprendía que desde que me entregó su amor yo he vivido solo para él, hasta el punto que muchos días ni siquiera pensaba en ti. El infierno se congeló y mi enojo desapareció, se abrió paso un profundo sentimiento, era el momento de la verdad, debía de dejar en claro las cosas con Kazuki para darle paso a la felicidad.

Al ver que no reaccionaba, Kazuki empezó a desahogar sus emociones, una cosa tras otra la dijo sin un orden o detenerse a pensar:

-Tú lo amabas, lo sigues amando-

-Tal vez no es amor lo que sientes por mí, tal vez estas confundido-

-Yo jamás podría reemplazarlo-

-Ahora entiendo porque llorabas sobre el ataúd de Takeshi-

Solo tuve aliento para preguntar:

- ¿Tu eres ese alguien que lloraba en el salón? - Demostrando su dolor asintió.

Me preocupó lo que él pensaba, así que puntualice:

-Yo te amo a ti, estoy seguro. Aunque no voy a negar que amé a Takeshi y no quiero olvidarlo. No podría. -

Kazuki desde su posición soltó las lágrimas y me preguntó:

-Si esa noche en el club hubieras sabido quien era yo, ¿me habrías hecho el amor? -

Me quedé mudo ante tal revelación...

Al ver que no había respuesta, se paró al centro de la habitación, me pidió que entrara y que durmiera esa noche a su lado, yo solo me quedé mirándolo en silencio, petrificado.

Por más que le diera la orden a mis piernas que avanzaran estas no respondían. Ni siquiera pude reaccionar cuando Kazuki apretó sus labios e hizo ese gesto cuando trató de evitar que más lágrimas se derramaran. Ni siquiera reaccioné cuando lo vi avanzar desde su posición, sujetar la puerta y empezar a cerrarla muy lentamente, su imagen la iba cubriendo la madera fina, fue entonces cuando mi ser salió del letargo, mis terminales nerviosas enviaron a mi cuerpo el primer impulso y lo sacudieron con una fuerza descomunal.

Al ver que lo iba perdiendo de vista, a mi vida volvía el vacío, a mi piel el frio y a mi alma la tristeza. Di dos pasos y alcancé a colocar mi mano sobre su mano que sostenía el borde de la puerta, Kazuki se detuvo y ambos quedamos de frente con la puerta entre nosotros y en esa posición quien hablo fue mi corazón:

-¡Te amo Kazuki!, posiblemente esa noche no habríamos hecho el amor, todo habría sido diferente en el club, porque ni tú ni yo nos habríamos comportado como ese día... tú no habrías intentado conquistarme y yo no habría abierto mi corazón, todo por el mismo motivo que yo no he podido pasar a esta habitación más que una vez en todo lo que has estado aquí, ¡es por respeto a él! Pero igual, tú has hecho latir nuevamente mi corazón, nos habríamos entregado tarde o temprano a este amor. -

Sentí su mano temblar y en cada una de sus palabras dolor:

-Yo creo que lo mejor será darnos un poco de tiempo los dos. -

Kazuki retiró su mano y yo lentamente la mía, la puerta se cerró y apoyé mi frente sobre esta. Pensé que el dolor que sentía no podría ser más cruel, me equivoqué, escuche al otro lado de esa puerta como el joven hermoso japonés, dueño de mi ser, sollozaba. Cerré mis ojos con fuerza y di rienda suelta a mis lágrimas.

Estuve tanto tiempo parado con mi frente apoyada en esa puerta, hasta que sentí mis piernas acalambrarse y únicamente tuve el valor de retirarme, cuando escuché a Kazuki alejarse.

Si él necesitaba tiempo, no era quien para prohibirle que se lo tomara. Con pesadumbre me dirigí a mi habitación y únicamente me quité el abrigo y los zapatos antes de hundirme bajo las frazadas de mi cama.

"Mi vida después de ti"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora