III

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(Un agradecimiento especial al administrador de la página "SOY GAY Y SOY FELIZ" que sigo en facebook, fue muy amable al haberme proporcionado la imagen de este cápitulo)

Yo estaba tan emocionado por lo que había presenciado y había comprobado la noche anterior, mis labios estaban sedientos de asaltar nuevamente esa boca que siempre estaba cerrada para mí. Contaba cada minuto hasta que a través de la oscuridad del corredor me fui escabullendo hasta tu habitación. Tome el picaporte y antes de girarlo respire varias veces para tratar de calmar la emoción, la sorpresa fue grande cuando al girar y tratar de abrir lo único que nos separaba, esa noche la encontré nuevamente con llave.

Como la vez anterior fui en busca de la llave maestra para entrar, después de casi una hora de búsqueda me di por vencido. Llegue a mi habitación hecho una fiera, caminaba de un lado al otro y mi respiración era casi un bufido.

Estaba realmente alterado, me asomé al balcón y descarté la idea de ir de balcón en balcón hasta llegar al tuyo, pero, pude notar que el árbol plantado al pie de tu habitación había crecido tan alto y extendía sus ramas casi hasta el acceso a tu habitación.

Corrí escaleras abajo, subí a la banca debajo del árbol, me aferré a su tronco y comencé a subir lentamente hasta llegar a sus ramas las que fui sorteando hasta que alcancé el barandal de tu balcón, me sujeté con fuerza y me abalancé hasta caer seguro en el piso.

Viendo al frente la puerta de vidrio cerrada y las cortinas enormes en color marfil, me fui arrepintiendo de mi atrevimiento, un escalofrió recorrió mi cuerpo y con voz temerosa solo pude decir: -¡Takeshi, soy yo!-

Escuché como al otro lado de la cortina volvías a poner el seguro de tu arma, de un tirón corriste cortinas y puerta, caminaste hacía mí y me sujetaste con brusquedad por la nuca con una sola de tus manos mientras entre dientes me decías: -¡Nunca más lo vuelvas a hacer!-

Al notar el temblor de mi cuerpo me abrazaste fuertemente con tu brazo, el otro estaba extendido con tu arma apuntando hacia el suelo, me llevaste adentro de tu habitación, guardaste tu arma, estabas realmente molesto, ambos nos quedamos sobre tu cama viendo el techo y unos minutos después por primera vez te giraste sobre tu costado izquierdo y me diste la espalda.

Después de un momento volviste a decir en un tono molesto: - ¡Nunca más lo vuelvas a hacer Scott!-

Noté como te estremecías y como sin éxito trataste de disimular el escalofrió que recorrió tu piel cuando me voltee y quede en la misma posición que la tuya y mi boca tan cerquita de tu espalda, mi aliento impactaba en ti, mis labios rosaban a escasos milímetros. Trataste de conservar tu seriedad y con un tono más severo repetiste: -¡Nunca más lo vuelvas a hacer Scott!-

Yo te respondí como un niño que reclama sus derechos -Tú nunca más vuelvas a sacarme de tu vida, no me niegues el refugio de tu habitación y el calor de tus brazos... ¡me siento perdido sin ti! -

Con un tono serio y con curiosidad preguntaste: - ¿Qué harías si vuelves a encontrar esa puerta bajo llave?, toma en cuenta que el día de mañana pediré que remuevan ese árbol-

Llevé mi frente a tu espalda, mi aliento impactaba en ti tan fuerte que regresaba a mi rostro, cerré los ojos mientras en lugar de responder te cuestioné: - ¿Bill aún tiene amigos en S.W.A.T.? -

Pudo tanto la curiosidad en ti que giraste tu cuerpo para verme de frente con el ceño aún más fruncido: - ¿Por qué la pregunta? -

Entre pucheros y sin darte la mirada te respondí: -Necesito conseguir un ariete para derribar puertas como los que ellos utilizan-.

Todo enojo se disipó en ti, sonreíste disimuladamente, tus ojos brillaron y acariciaste mi rostro con la punta de tus dedos y trataste de disuadirme nuevamente -¡No podemos estar así Scott!-

Rápido te interrumpí: -¡No puedo estar sin ti, yo no quiero vivir sin ti!-

Después de haber hablado por mucho más tiempo, que tú me hicieras reflexionar en la responsabilidad que tenías al haber prometido a mi abuelo mi cuidado y protección, del privilegio que tenías sobre los demás guardaespaldas y seguridad de la casa al tener una habitación dentro de la mansión. Y luego de desistir de tratar de persuadirme de no volver a tu habitación, al ver que nada lograrías, nos quedamos dormidos.

Al día siguiente yo volví a amanecer en mi habitación.

"Mi vida después de ti"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora