I

326 24 11
                                    

A partir de aquí todo será narrado por Scott, baso mi personaje en la fisonomía del modelo y actor: Andy Gillet (no es el de esta gráfica).

Iba de estar consiente por momentos a la inconsciencia total, en los breves instantes en que vivía la realidad no hacía más que llorar, algunas veces al despertar estaba a mi lado Alyssa, otras mi madre.

Había perdido la noción del tiempo, ya no sabía en qué día estaba, si era de noche o de día, lo único que quería era anestesiar mi cuerpo y mi mente, porque al estar lucido el dolor era muy fuerte, perforaba mi alma y mi corazón.

Fui consciente del día en que vivía cuando sentí las caricias de mi madre, me senté en la cama y ella me vio a los ojos, me abrazo con mucho amor y con lágrimas escurriendo por sus mejillas me dijo: -Hace 21 años vi por primera vez estos bellos ojos- sin decir más me dio un beso en la frente, se hizo a un lado dándole paso a mi padre, quien también me abrazó muy fuerte y luego sentí el abrazo grupal de toda la familia, hasta tío Armand estaba allí.

Notaba como mi padre contenía las lágrimas, se le notaba el esfuerzo sobrehumano que hacía para continuar siendo el pilar de la familia y no derrumbarse ante mi sufrimiento.

Todos en esa habitación pensaban que mi sufrimiento era debido a lo traumático del ataque, a excepción de mi madre, su corazón ese día supo lo que yo había perdido, tiempo después me confesó que se sentía egoísta porque desde el fondo de su corazón agradecía a Takeshi el sacrificio tan alto que hizo por protegerme.

La vi con ojos suplicantes y ella lo comprendió, dijo al resto de la familia que ya era suficiente que lo mejor sería dejarme descansar un poco más.

Todos salieron de la habitación, mi madre se rezagó, retiró el cabello de mi frente y nuevamente me besó, me vio directo a los ojos y luego me dijo que se ausentaría por un par de días, que había asuntos que debía solucionar, pero que pronto volvería. Cuando estaba a punto de retirarse me aferré a su regazo y comencé nuevamente a llorar.

Solo el universo sabia el sacrificio que haría mi madre al dejarme solo durante los días que estuviera ausente, debía ser muy importante lo que haría, su cuerpo recorrería una gran distancia pero su mente y corazón se quedarían aquí a mi lado.

No quería causarle tanta pena, pero no podía evitar sentirme perdido sin ti, no podía evitar el dolor de tu ausencia, yo no quería vivir así. Tantos planes que tenía a futuro contigo, a tu lado. Solo quería cumplir la mayoría de edad y proponértelos, irnos al fin del mundo y en una pequeña casa buscar nuestra felicidad.

Este sentimiento de pérdida, la tristeza que me ahoga ya no los quería sentir, pero tampoco podía ser egoísta y no pensar más que en mí, estaban mi madre, mi padre y mis hermanos, también Alyssa y Duncan, tenía que pensar en ellos antes de pensar en acabar con tanto sufrir.

Aunque a veces mi mente me jugaba en contra, pero luego recordaba el beso que me diste antes de bajar del vehículo y tu confesión a amor, entonces mi mente recobraba el juicio y mis pensamientos suicidas desaparecían como un mal sueño.

Mi madre al día siguiente de mi cumpleaños # 21 viajaba a Japón, era la portavoz de la noticia de tu muerte y se encargaría de traer a tu familia para rendirte los últimos honores aquí y a pesar de que me doliera tanto, te llevarían de regreso a tu país.

Cuantas veces te pedí que me llevaras a conocer tu país, vivir de lleno tus costumbres, visitar los templos de los que tanto me hablabas, viajar por primera vez en tren e ir a pescar junto a ti. Hubiera sido hermoso estar contigo un par de días, libres de la rutina y los muchos compromisos del día a día.

Esta noche todo estaba planeado, la fiesta en el salón de un hotel de lujo en la ciudad, tu serias uno de los escoltas que se mezclaría con los invitados y estarías al pendiente de mi seguridad, yo me aprovecharía, las sonrisas, las miradas, todo el coqueteo seria por ti y para ti. Esta noche todos regresaríamos tarde a casa, yo me escabulliría de nuevo a tu habitación, entre tus sábanas, entre tus labios y esta vez no permitiría que me dijeras que no, exigiría que este fuera mi regalo, el amanecer entre tus brazos y perteneciéndote en cuerpo y alma.

Cuantas veces lo hice en el pasado, las primeras veces que me escabullí a tu habitación fue únicamente para llorar y encontrar consuelo luego que perdí a mi abuelo y tú te volviste tan importante para mí. Esas veces llegaba llorando a tu recamara y después de haberme quedado dormido, al día siguiente milagrosamente amanecía en mi habitación.

Con el tiempo fue despertándose este sentimiento. Después que el dolor de haber perdido al abuelo había desaparecido, me filtraba a tu habitación solo por buscar tu calor, la rutina siempre continuó, llegaba a ti, tú me brindabas paz y me dormía a tu lado, luego en la mañana amanecía en mi cama.

Creo que jamás pensaste lo que haría esa noche, cuando yo tenía 17 años, casi por cumplir los 18, me incliné sobre ti y estampé mis labios a los tuyos, tu cuerpo se tensó mientras tu respirabas profunda y entrecortadamente por la sorpresa que te provocó mi actuar. Para entonces, yo ya te amaba.

Nunca respondiste a mis besos, ni a mis expresiones de amor, pero había algo en tu mirada que me demostraba que correspondías este sentimiento.

Ahora me provoca reírme con melancolía, recordar que después de ese primer beso decidiste cerrar con llave la puerta. No sé si lograste imaginarme esa noche buscando por todos los rincones de la casa la llave maestra para abrir tu puerta y demostrarte que de mí no habría forma de liberarte.

Sonrío nuevamente conteniendo las lágrimas y golpeando con mis puños el colchón, al recordar que esa noche abrí con la llave tu puerta, me escabullí al interior de tu habitación y me recosté sobre la puerta tratando de ajustar mi corazón que latía desenfrenado por la osadía realizada. Te vi directo a los ojos pensé una y mil maneras de reclamarte el trabajo que me diste al ir a buscar la llave, pero el brillo de tus ojos y la sonrisa formada en tus labios me tranquilizó.

Al ver que extendías tus brazos corrí al encuentro de ellos, me desplomé sobre tu cuerpo y al refugio de tu abrazo. Ambos sonreíamos y lo único que te pregunte entre pucheros fue - ¿por qué? -, tus respuestas fueron vagas y no me convencieron: -soy tu empleado- -porque eres un niño Scott- -no podemos estar haciendo esto-

Ese día comprendí y decidí que, si solo la edad te importaba, quería viajar en una máquina del tiempo para alcanzar cuanto antes la mayoría de edad, que el único regalo que deseaba para el día que me volvería adulto seria tu entrega sin reservas. Aun así, continuaba robándote besos y demostrándote mi amor, aunque de tu parte nunca hubo una respuesta. Pero en tu forma de mirarme, en la forma de cuidarme y la delicadeza con que me tratabas me demostrabas que mis sentimientos valían mucho para ti.

"Mi vida después de ti"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora