Cuando la persona que alguna vez fue tu mejor amiga, hoy día se ha transformado en tu mayor enemiga, es sinónimo de problemas, me llamo Lexa Woods, y esta es la historia de mi vida.
"La separo apenas de mí, y agarro su rostro entre mis manos, sorprendiéndome a mí misma de lo que hago a continuación.
La beso... "
La beso despacio, muy despacio, ella sigue llorando, pero en ningún momento corta el beso, me acerca más contra ella, abre su boca para que mi lengua pueda pasar, cuando nuestras lenguas hacen contacto, ambas gemimos al mismo tiempo. Me temblaba todo el cuerpo de solo pensar que estaba besándola de nuevo, la anhelaba tanto que no pude evitar derramar alguna lágrima.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Tenía mis emociones a flor de piel, la sentía tan entregada, como si hubiera estado esperando este momento hace mucho tiempo al igual que yo, el beso paso de ser lento a uno un poco más descontrolado, más necesitado, uno que gritaba a todo pulmón cuanto nos extrañamos, nuestros labios se buscaban de forma desesperada, como si el reloj de arena estuviera a punto de llegar a su fin, y tuviéramos un tic toc continuo sobre nuestras cabezas, avisando el final, nuestras bocas se conocían a la perfección, tanto o más que nosotras.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El beso terminó, no porque quisiéramos sino porque necesitábamos recuperar el aliento. Seguimos con nuestras frentes pegadas, tratando de calmar nuestra respiración agitada, sus ojos brillaban, aun en la oscuridad que nos cubría.
Ya no dejo que mis pensamientos confusos interrumpan mis acciones, así que hago que se siente cómodamente a horcajadas sobre mí, sentadas aun en el piso, nos miramos fijamente, sin pensarlo ataco nuevamente su boca, volviéndome a perder en ella, a la vez que aferraba mis manos a su cintura acercándola a mí, mientras ella pasa sus brazos por mi cuello. Estaba rendida a sus besos, que pasan de lentos y suaves a rápidos y desesperados en cuestión de segundos, logrando que pierda la cabeza.
Hace mucho que no la tenía entre mis brazos, su cuerpo junto al mío, fundiéndonos en un beso acalorado y húmedo. Sus labios se movían al compás de los míos, estábamos en una batalla por ver quien tomaba el control, y la verdad es que no tenía ningún problema en dejarme ganar.