3

4.5K 313 35
                                    


LEXA POV


Salí a la velocidad de la luz en cuanto acabó la clase de Lengua, molesta muy molesta y se me notaba, Octavia fue detrás de mí, tratando de suavizar mi muy evidente mal humor.

- Tampoco fue para tanto, Lexa - La mire con mi mejor cara, inserte aquí mi sarcasmo - y prácticamente exploté.

- Que no fue para tanto ¿dices?, O. primero - dije levantado un dedo para enumerar - me levanté y tenía ojeras ¿entiendes? o-je-ras, en este hermoso rostro - dije señalando en el aire el contorno de mi cara con un dedo, ella puso los ojos en blanco, sí, puede que también sea un poco exagerada, pero justamente no era uno de mis mejores días - segundo, Clarke, me tira una bomba de agua, que para sumar a mi mala suerte, la muy ingrata tenía excelente puntería - claro que la tenía, si un día, cuando éramos chicas, nos escondimos en mi cuarto, mientras espiábamos desde mi ventana, a Bellamy y sus amigos, que estaban jugando en sus bicis justo frente a nuestras casas, cuando estaban en nuestro punto de mira, abrimos una bolsa llena de pelotitas que habíamos juntado de un árbol cerca de acá, teníamos muchas provisiones, teníamos hechas unas hondas caseras, las cargamos, nos asomamos de a poco, cuidándonos de que no nos vieran, y comenzamos a dispararlas una tras otra. 

Clarke no sé cómo lo hacía, pero no erraba ninguna, tal vez era la bronca que les tenía por haber ensuciado su linda muñeca y haberla hecho llorar. Por mi parte, si le llegue a dar a una rueda de alguna bici, era decir demasiado, al final deje que ella tirara sola, mientras yo le alcanzaba las pelotitas, tampoco me quería sentir una inservible. Ellos miraban para todos lados, queriendo descubrir de donde salía el ataque, pero más se quedaban, más le tirábamos y llegado el momento, se empezaron a quejar de dolor, y terminaron yéndose lloriqueando - niños pensé, no aprenden más - esa tarde terminamos en el piso, agarrándonos la barriga, de tanto reír.

Octavia carraspeo, sacándome de mi ensimismamiento, mi mirada de enfado, había cambiado por una de tristeza al recordar aquella travesura o más bien aquella pequeña venganza.

- Ejem - me aclare la garganta - como te decía - volví a mi estado natural, o sea el enfado - tercero - retomo la conversación, donde la había dejado - voy y llego tarde, me ligue el sermón del profesor, hice el ridículo delante de él, muriéndome de vergüenza, y como si fuera poco, justo hoy me agarra de punto, para preguntarme todo, hoy precisamente, que me olvide de estudiar O. todos se rieron de mí, es más, vos - dije apuntándole con mi dedo acusador - vos te reíste de mí, mala amiga - Le dije haciéndome la ofendida.

- Pero Lexa - dijo entre risas, hasta que vio mi cara, he intento ponerse seria, fallando inútilmente en el intento - cuando te preguntó ¿Quién era Gustavo Adolfo Bécquer? le contestaste que fue un político y militar alemán - y comenzó a reírse a carcajadas sin ningún tipo de vergüenza, dicen que si no puedes con el enemigo, mejor úneteles, así que finalmente le di la razón, y terminé riéndome junto con ella.

- Una confusión la puede tener cualquiera - agregue riendo.

Nos dirigimos al patio, porque esa hora la teníamos libre, después venia la hora del almuerzo, nos sentamos en el borde de unos canteros, donde había un gran árbol, que daba una hermosa sombra, nos sentamos y disfrutamos de nuestra compañía mutua, charlando de todo y nada a la vez.

A lo lejos se empezó a escuchar gritos y ruidos de bombos, vi que se acercaban al centro del patio, toda la manada de abejas violetas - cierto el partido - recordé - seguramente los jugadores harán su entrada triunfal, y las porristas la coreografía de apoyo al equipo, como todos los años, antes del primer partido de la temporada hacían.

Nada es lo que pareceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora