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El teléfono sonó nuevamente en la habitación del hombre de pelo grisáceo y voz de terciopelo, que ahora se encontraba frente a un televisor. En su pantalla, se mostraba un juego donde participaban dos equipos que se lanzaban una pelota mediante un dispositivo tipo canasta amarrado a su antebrazo. El objetivo del juego era eliminar jugadores del equipo contrario golpeándolos con la pelota, solo que el dispositivo que alargaba el brazo también aumentaba considerablemente la velocidad de la pelota, de modo que cuando ésta golpeaba a un jugador por lo general lo tumbaba violentamente. 

El juego, llamado Jai Alai, era el más popular en la ciudad y el hombre tenía un gran interés en sus resultados

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El juego, llamado Jai Alai, era el más popular en la ciudad y el hombre tenía un gran interés en sus resultados. Tras dejar que su teléfono sonase un par de veces, oprimió el botón de altavoz.

- El sujeto fue anulado y llevado a corrección, lleva inconsciente dos días - dijo la voz disfrazada del teléfono - debiera despertar en cualquier momento y ser reinsertado.

- Comprendo, - dijo el hombre de cabellos grises - de todas maneras es una situación peligrosa. Mantengamos un ojo sobre él en todo momento, puede que quiera conocerlo personalmente.

Malcom despertó en una cama de hospital. Sintió el cuerpo adolorido y pesado, como si no se hubiese movido durante años. Sus articulaciones le parecían las viejas y quejumbrosas bisagras de la entrada de Rhor. Incluso se le hacía difícil respirar, como cuando de niño caía en las ciénagas que separaban Rhor de las montañas. Su abuelo siempre supo encontrarlo antes del anochecer, justo a tiempo para la cena, y nunca reveló el secreto de tales intrépidas exploraciones a su madre. ¡Su abuelo David! Los recuerdos de su tío le inundaron de una absoluta sensación de bienestar. Sin darse cuenta estaba sonriendo con la mirada perdida como imbécil hacia el espacio vacío de la galería. Sólo podía pensar en sus hermosos recuerdos de infancia y de lo bien que le hacían sentir. Se sentía protegido por los recuerdos de infancia, su confianza aumentaba con cada nuevo episodio que recordaba. El bienestar dio paso a la alegría y luego ya no solo sonreía, sino que daba pequeñas risitas. Mientras crecía la sensación de estar resguardado y en familia, Malcom cedía a carcajadas en la medida de que la inapelable sensación de que "todo iba a estar bien" tomaba posesión de él. La alegría se convirtió en euforia. Sin saber lo que hacía, intentó incorporarse pero fue como tratar de levantar una estatua de mármol. La galería giró a su alrededor y una violenta sensación de mareo le sacudió la cabeza. Llevó sus dos manos a su cabeza y descubrió con horror que algo le hacía falta y algo le estaba sobrando. Miró sobre una superficie refelctante cercana a su cama y reafirmó su sensación de horror. Estaba calvo y con una considerable cicatriz llena de puntos quirúrgicos en su lado izquierdo. Sin embargo, la sensación de horror no duro más que un instante y rápidamente sintió una profunda curiosidad por su nueva condición. Luego, tan repentino como inexplicable, le pareció que estaba a punto de vivir una aventura inigualable.

En ese preciso instante ingresó a la habitación una comitiva de diez médicos que le sonreían y le hacían muchísimas preguntas a la vez: ¿Cómo se siente? ¿Cómo ve los colores? ¿Experimenta mareo? ¿Le cuesta movilizarse? ¿Siente malestar, desorientación, picazón o un sabor metálico en la lengua? Un médico de los más viejos se limitó a estrechar su mano y sonreír sin preguntarle nada. Lo revisaban físicamente y le decían que el estado de dormitación que experimentaba era normal, que pronto pasaría y que a partir de ése momento el sería muchísimo más feliz de lo que era antes. Sin previo aviso, entró una comitiva de apuradas enfermeras que, sin decirle una palabra, lo limpiaron, lo vistieron, le entregaron su bolso intacto, le inyectaron algo que se sentía como si fuera vida líquida y le dijeron que debía esperar un poco más por la ayuda que ya vendría.

ENTRE BESTIAS - Parte I -  Hijo del Bermellón [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora