Al amanecer del siguiente día, Mikas ya había llamado al consejo y éste había respondido, aunque muchos no entendían el propósito de tanto consejo pues la suerte de Rhor ya parecía echada, ya que si no sucedía algo grande a favor de Rhor y luego, entonces, ni por muchas reuniones y consejos que sostuviesen las cosas mejorarían. Otros veían mayor beneficio en buscar dignidad para sus familias y amigos frente a una muerte lenta y quejumbrosa. Robin y Jim ingresaron, como muchas otras veces, al Salón del Silencio, que seguía en pie en el centro de Rhor, como un faro tratando de iluminar corazones sombríos.
- Señores del Consejo, - dijo Mikas - ya ha transcurrido demasiado tiempo sin saber de Malcom y no se puede continuar esperando sin ninguna evidencia de que algo favorable vaya a suceder.
- Ya hemos dicho eso Mikas - dijo Jim - vamos al grano.
- Yo no veo el apuro, - dijo José - no tengo mucho que hacer aparte de esto.
- Pues yo estoy podando mis bonsáis - replicó Jim.
- Ambos, - dijo Robin mirándoles, luego miró hacia Mikas - por favor continúa.
- Como médico sé muy bien, - continuó Mikas - tal vez mejor que cualquiera de ustedes, que la muerte es inminente a todo, y que nunca es fácil de aceptar, que nos gusta creer que esta tierra nos pertenece y siempre estaremos sobre ella. Pero no es así. Nadie vive para siempre. Ya es hora de que superemos el shock y aceptemos nuestra fragilidad. Aceptemos nuestro destino y dejemos de creer en quimeras.
El consejo guardó silencio mientras las palabras de Mikas retumbaban en su mente.
- Yo estoy listo - dijo Bor - no le temo a lo que no puedo cambiar y prefiero dejar este mundo dando una buena pelea en lugar de no darla y echarme a morir.
- Muy bien, - dijo Robin - ya hemos oído los argumentos. Ahora, votemos, pero antes les pido una cosa. Votemos por Rhor, por el bien de Rhor, por las razones que nuestros padres tuvieron para fundarla. Escojamos el camino que nos lleve a la paz interior, la armonía con el mundo, el camino que eleve nuestro espíritu. Votemos.
Cuatro votos a favor de seguir esperando, cuatro votos por salir de Rhor y pelear hasta la muerte, y cinco votos por la eutanasia para quienes lo deseasen. Jim se tomó la cabeza con ambas manos. Bor sonrió lleno de ironía y Mikas se echó sobre su asiento impactado por haber logrado lo que deseaba y no estar preparado para ello. La Matriarca, sobre quien estaban todas las miradas atentas, no hizo ningún gesto pues de alguna manera esto lo esperaba, pero no vería el fin de su pueblo sin hacer nada al respecto y mantenía un plan B en su cabeza.
- Está decidido entonces - dijo la Matriarca.
- Esto es una locura - advirtió Jim.
- Hemos votado, - recalcó Robin – y está decidido.
- Señores, - intervino Bor sorpresivamente poniéndose de pie – ustedes pueden sentarse y votar y debatir y filosofar durante días, pero no creo que eso cambie nada ni nos resuelva el problema. Por mi parte, ya saben que no soy de la idea de quedarme esperando a que las cosas sucedan según mis buenos deseos. Y quitarnos la vida me parece una salida fácil y tentadora, pero significa haberla malgastado.
- ¿A dónde quieres llegar? – le preguntó Robin retóricamente.
- Yo y mis muchachos, saldremos a enfrentarlas. Era preferible para Rhor contar con vuetro apoyo, pero lo haremos en solitario si hace falta. Ustedes pueden hacer lo que les plazca, esconderse bajo sus camas o aquello para lo que su coraje les alcance. A mí me importa un carajo.
El Salón se llenó de expresiones que desaprobaban las palabras de Bor pues significaban ineludiblemente abrir las puertas y comprometer la hermeticidad de Rhor.
- El jefe de orden que repentinamente no acata la ley - dijo José irónicamente.
- No necesitamos su permiso, – le respondió Bor con la mirada fija – no pueden hacer nada para detenernos, tenemos las armas. No seguiremos esperando, cada día que pasa perdemos posibilidades frente a ellas y estamos preparados para hacerlo hoy mismo. Lo lamento si no encaja con tu itinerario Mikas
- Esto se aleja, - dijo Mikas visiblemente emocionado - de todo lo que es civilizado y armónico. ¡Nos convertimos en ellas! ¡En Bestias!
- Nunca logramos dejar de serlo, - dijo tristemente Robin - el Médico Principal y el Jefe de Orden están en lo cierto, nuestra muerte sí es inminente, pero el mensaje perdura.
- ¿Qué quieres decir? - pregunto Simón.
- Si Rhor no ha de sobrevivir, - contestó Robin - que al menos lo haga su esencia.
- ¿Sugieres que dejemos cartas de despedida, Robin? - consultó Bor visiblemente descompuesto - ¿crees que las Bestias se sentarán a tomar el té y leerlas?
- Mejor que eso, - dijo la Matriarca sin hacer caso al sarcasmo de Bor - creo que tenemos el deber de transmitir lo que hemos aprendido para que otros puedan ahorrarse nuestros errores, para que puedan continuar construyendo una sociedad justa ahí donde nosotros la hemos dejado, continuar nuestra obra.
- ¿Y exactamente cómo propones que hagamos eso?, - inquirió Simón verbalizando la consulta que todo el consejo se hacía - estaremos escribiendo semanas.
- Claramente es un truco para ganar tiempo – afirmó Bor amargadamente.
- Ningún truco, - respondió Robin - no podemos escribir toda nuestra historia Simón, como bien dices, nos tomaría demasiado tiempo. En lugar de eso, creo que debemos enviar un grupo más allá de nuestras fronteras, llevando nuestra esencia a un lugar donde pueda ser escuchado, talvez a una nueva Rhor algún día. Es la única posibilidad que tenemos de no pasar al olvido.
El consejo murmuró sobre las palabras de su líder.
- ¿Y a quien sugieres para llevar esto a cabo? – preguntó José.
- Habría que analizarlo bien, - contestó Robin - pero tengo en mente un grupo pequeño. Sólo los necesarios. Si demasiadas personas usan el túnel, las Bestias lo encontrarán y será nuestro fin de inmediato.
- Estoy de acuerdo con esta última tarea - dijo Jim.
- Votemos - dijo José.
El resultado fue categórico, diez manos en alto. Sólo Bor se abstuvo de votar.
- Está bien, - dijo la Matriarca - nos reuniremos mañana para decidir la comitiva.
- El consejo se levantó de la sesión y Bor se acercó a Robin.
- Buena jugada Rob, - dijo con algo de ironía - has comprado tiempo que tan escaso te era, pero sabes que sólo postergas lo inevitable.
- Ninguna jugada Bor, - respondió el líder - ningún truco. Solo la intención de que nuestro nombre viva más allá de nosotros.
Bor sonrió y salió del Salón del Silencio junto con el resto del consejo, dejando a su Matriarca con el peso de la responsabilidad sobre sus hombros y a su amigo Jim para ayudarlo con la carga.
ESTÁS LEYENDO
ENTRE BESTIAS - Parte I - Hijo del Bermellón [COMPLETA]
AdventureSi te gustaron LOS JUEGOS DEL HAMBRE, has llegado a tu próxima adicción... Rhor está sitiada por la peor amenaza de las Tierras Abiertas: las Bestias, y se ve obligada a enviar a uno de los suyos a buscar ayuda. Pero, cuando gritas en una habitació...