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Todos entraron por las puertas del sagrado edificio y avanzaron hacia la sala de la radio. Robin ingresó pero los demás se quedaron en el umbral. Tomó el auricular de la radio lenta y solemnemente y, rezando internamente para que las increíbles palabras de Scott fueran ciertas.

- Atento Malcom - dijo apenas.

El Payaso sonrió y le pasó el auricular amablemente Malcom, quien lo tomó lentamente, casi solemnemente y respondió con un hilillo de voz.

- Aquí estoy madre, cambio - contestó con un nudo en la garganta.

Robin no pudo evitar que la emoción se le subiera a los ojos, mientras los ciudadanos de Rhor en la sala de la radio agradecían al cielo y se abrazaban en alegría. No hubo aplausos ni gritos. Sólo llantos emocionados y abrazos de gente agotada hasta sus límites, sintiendo el alivio de la esperanza.

- ¡Madre! - continuó Malcom reponiéndose - ¡Voy con ayuda! Voy con la Guardia Ciudadana. ¡Vamos en camino!

- Lo lograste hijo mío, - respondió Robin tan emocionada que apenas hablaba - ¡lo lograste! Eres hijo de Rhor, y eres hijo de tus ancestros, no cabe duda.

- Madre, - respondió su hijo - llegaremos al anochecer. Llevamos comida, agua y medicinas. Cambio.

- Los cielos te han enviado, Malcom - respondió Scott - no te preocupes, sobreviviremos hasta la noche. Cambio.

- Más vale que lo hagan - respondió Malcom sonriente y de ojos llorosos.

- Hijo, - expresó Robin - te extraño y estamos orgullosos de ti. Cuídate, cambia y fuera.

- Excelente toma, ni aunque lo hubiese escrito - dijo el Payaso con una ceja levantada, luego volteó hacia un asistente y le dijo - agreguen música triste y un atardecer de fondo.

Por las pantallas de la Ciudad los ciudadanos observaron la escena con un fondo de atardecer dorado en un desierto magnífico, aunque era mediodía y Malcom aún no salía de la Ciudad. Nadie notó ese detalle. Una vez fuera de la Ciudad, sobre los llanos de pastos, los Guardias se detuvieron. Los pilotos que estaban en la parte superior, sobre los hombres del otro, apretaban botones, daban comandos con serenidad y giraban perillas en su cabina. De pronto, las piernas de los guardias cambiaron de forma, relocalizando partes y girando secciones, quedaron horizontales sobre el suelo, acercando la cabina considerablemente al piso. Las piernas contenían una sección de orugas que ahora servirían de propulsión. Los brazos-cañones también modificaron su posición, quedando sobre la cabina. Malcom comprendió que esta nueva configuración facilitaba viajar rápidamente sin perder capacidad de guerra. Extrañamente, notó en ése momento un detalle que se le había escapado antes, los Guardias tenían nombre. En los costados de cada uno de ellos, los pilotos habían marcado el nombre de sus Guardias con tiza blanca, siguiendo una vieja costumbre de la Guardia de la Ciudad. El Regalo del Diablo, Recaudador de Impuestos, Mad Riff, Caída Libre, Karma, El Duque, Tiempo de Morir, Sembrador del Dolor, Dentista Enojado; los nombres no tenían límite en creatividad y colorido. Al parecer disfrutan lo que hacen, pensó Malcom. Luego, una vez en camino, tuvo una duda en su mente.

- Parece un cañón bastante grande éste - dijo al Payaso y apuntando a la parte trasera del camión - ¿planeas vaporizar a las Bestias con un sólo tiro?

- ¿Qué? ¿Esto? - dijo el Payaso apuntando al cañón - no dispara nada, es de utilería.

Malcom se puso serio y se preocupó.

- ¿Y los demás?- consultó - ¿los Guardias de la Ciudad?

- Oh, ésos son muy reales - dijo el Payaso con una mirada de complicidad - es la maquinaria de guerra más avanzada del mundo conocido. Nadie tiene la más mínima oportunidad contra nosotros, menos aún esas pequeñas mascotas de las que nos hablas. Vamos a repartirles muerte como el maldito Santa Claus del fin del mundo. ¡Ja!

- Eso me gusta - concordó Malcom con una sonrisa.

- ¿Ah, sí? - confirmó el Payaso, luego agregó dándole una palmada amistosa – entonces ¡éste es tu día de suerte!

Que bien, pensó Malcom mientras sonreía, se relajó y respiró aliviado, esos cañones sí son reales, y sus cámaras están cargadas con esperanza para Rhor. Esperanza que producirá un montón de cuerpos inertes.

Cooper servicios funerarios. Mientras la caravana avanzaba Malcom recordó la histona que Cole le había contado. Cómo hacía muchos años atrás una caravana similar había desertado la Ciudad buscando un futuro, buscando vida. Este pensamiento ilumino a Malcom por dentro.

Décadas más tarde, pensó, otra caravana sale de la Ciudad hasta Rhor, llevando vida y un futuro, en la hora más oscura. La historia se repite, será un nuevo comienzo. He sido bendecido con la oportunidad y capacidad de ayudar a mi gente.


ENTRE BESTIAS - Parte I -  Hijo del Bermellón [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora