Capítulo 30

2.5K 123 19
                                    


Andreotti llega a Yonoodle pocos minutos después de mi aviso. Su gesto advierte gran preocupación.

— Supongo que no solicitas mi presencia para invitarme a un café -dice con su inconfundible voz rasgada.

— Quiero que veas algo.

Le muestro el vídeo a Filippo, que permanece impasible ante la pantalla de mi ordenador. No deja escapar ninguna mueca durante los dos minutos y medio de reproducción.

— Ese cabrón intenta joderte.

— Lo he captado -digo casi en tono burlesco

— ¿Sabes quién puede estar detrás del mensaje?

— Tengo demasiados sospechosos para tan poco tiempo -admito-. Por eso necesito tu ayuda y la de todos tus hombres. El tío del pasamontañas sólo es un peón. Hay que encontrar al verdadero rey de la partida.

— Agradezco tu confianza en mí, pero necesito algo más para comenzar a investigar.

— Indaga el entorno de Marcelo Santos, el ex director de Feditek. Oliver Santos, su hijo, William Santos, su hermano, y Brenda Castle, su mujer. Cualquiera de ellos podría ser el ejecutor de la orden.

— ¿Por qué Marcelo Santos?

— No es momento de preguntas indiscretas. Si no nos damos prisa podría perder mi empresa en menos de veinticuatro horas.

— Haré lo que esté en mi mano.

— Gracias -pronuncio sin apenas vocalizar.

— No me las dés hasta que no hayamos acabado con esto.

La cuenta atrás continúa su curso, y si Andreotti no es capaz de encontrar alguna pista sobre el culpable, éste podría ser mi último día como director general de la entidad. He peleado cada segundo de mi vida durante el último año por dejarme la piel en este sillón. Gracias a Yonoodle he aprendido a madurar como persona y como profesional, a tomar decisiones que nunca hubiera imaginado; incluso he ayudado a salvar vidas. Por eso no puedo rendirme sin ni siquiera plantear oposición. Si hay algo que llevo en los genes es la perseverancia y, por qué no decirlo, mi gran dosis de prepotencia. Donde otros ven un gran defecto yo veo la mejor virtud.

Horas después, ya en el Doge, le cuento a mi familia lo sucedido en mi despacho: desde el macabro vídeo hasta mi conversación con Andreotti. Mi padre no defiende la postura de haber contactado con Filippo, pero al mismo tiempo acepta la necesidad de haberlo hecho. Megan, por su parte, aprovecha para reflexionar sobre nuestra situación.

— ¿Qué vas a hacer si Andreotti no averigüa nada?

— Defenderme. Dejaré que ese imbécil encapuchado llegue hasta mí y le daré un mensaje para que se lo transmita a su jefe. Hasta que no haga acto de presencia no comenzaré los trámites de negociación.

— Y supongo que esos trámites no saldrán como se espera -apunta Aitor.

— Nadie va a quitarme lo que es mío -añado con orgullo-. Si quieren guerra, la tendrán.

Ya no me importa la persona que esté al otro lado. Sé por lo que tengo que luchar, y eso me hace aún más fuerte.

Durante la noche, varias pesadillas me impiden conciliar el sueño. La sombra del enfrentamiento con Barroso sigue siendo demasiado grande. La muerte de Amanda Lotz, los secuestros de Aitor y Megan y la bala impactando en la cabeza de Ariadna torturan mis pensamientos.

INDECENCIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora