Así comienza el capítulo 26

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Como ya os conté hace unas semanas, he estado muy liado con los exámenes y trabajos de la Universidad, y por ello no he podido subir nuevo capítulo. Aún no he terminado el capítulo 26, pero me gustaría ofreceros un pequeño adelanto para que la espera no sea tan pesada. Un saludo muy grande para todos y gracias por seguir leyendo Indecencia!!

No fue un accidente. No fue un accidente –repito durante horas, con la mirada perdida en el infinito a través de la ventanilla del avión.

Ésta no es una mentira más; es la Gran Mentira de mi vida. Necesité años para hacerme a la idea de que mi hermano no estaba conmigo, de que no dormía en la habitación de al lado, de que no podía desayunar con él, ni entregarle mis regalos de reyes, ni celebrar su cumpleaños; ni siquiera salir a jugar al parque, como todos los hermanos.

Soy incapaz de creer que mi propio padre, o en este caso la persona que desempeña su función, me haya escondido algo tan importante durante tantos años, lo que me lleva a preguntarme una cosa: de no haber encontrado estos papeles, ¿me lo hubiera contado alguna vez?

¿Y qué hay de mi madre? ¿Sabrá lo que ocurrió realmente ese día?

- Tranquilo Lucas, estoy a tu lado –Megan me acaricia la cara, intentando calmarme.

- Me rindo –le susurro al oído.

- ¿Qué coño dices?

- Estoy hasta los cojones de todo. Sólo quiero hablar con mi padre y desaparecer. Necesito alejarme de tanta mentira.

- Te entiendo Lucas, pero no puedes tirar la toalla ahora. Alguien me dijo una vez que el valiente no es aquel que se enfrenta a los problemas, sino el que no huye de ellos.

- Los cobardes mueren muchas veces antes de morir. Mahatma Gandhi no puede estar equivocado.

- Tiene valor aquel que admite que es un cobarde. ¿Continúo?

- ¿Nunca te han dicho que tienes una gran capacidad de convicción? –levanto una ceja.

- Alguna vez –sonríe mordiéndose el labio.

El reloj marca las 17.15 cuando llegamos a Venecia. Ya no hay vuelta atrás. Llamo a mis padres y les cito a las 18.00 en el Doge.

- ¿Crees que hago lo correcto contándole esto a mi hermano? –le pregunto a Megan con cierto nerviosismo.

- Es tu decisión.

Sin apenas tiempo para pensar en qué decir o en cómo reaccionar, suena el timbre de la puerta.

Lo primero que hago al verles aparecer en el salón es fulminar a mi padre con la mirada, a lo que él me responde con un gesto torcido.

- Hola hermano –Aitor se acerca hasta a mi posición y me da un fuerte abrazo.

- Perdóname –le digo mientras me aparto de su lado.

- ¿Por qué? – pregunta sorprendido.

- Quiero lo mejor para ti, por eso necesito que leas esto –le entrego el documento con la demanda.

- ¿Qué significa esta mierda?

- Pregúntaselo a papá. Seguro que él puede darnos alguna explicación de por qué cojones lleva casi dieciocho años ocultándome que el puto accidente que casi te mata no fue un accidente.

La reacción de mis padres al escuchar mis palabras me hace confirmar que estoy en lo cierto.



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