Capítulo 17

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17

Camino por las calles de París, completamente borracho y aturdido por la confesión de Megan. ¿Ama del sado? ¿Cómo ha llegado a algo así? ¿Desde cuándo se dedica a ello?         Demasiadas preguntas sin respuesta; demasiadas mentiras en mi vida. Mi padre no es mi padre y, mi novia, tal y como la conocía hasta ahora, no existe; es una persona diferente a la  que me había hecho creer.

Pensaba que al cambiar mi actitud lo tendría todo en la vida, pero sólo he obtenido mentiras   de la gente que quiero.

No puedo confiar en nadie. Ya no. Si es necesario volveré a comportarme como antes. Seré ese hombre prepotente, controlador y mujeriego que todo el mundo conocía; ese hombre al que nadie quería acercarse.

― Olvida tu pasado. A tu hermano no le gustaría verte así –me asegura mi subconsciente.

Tampoco creo que a Aitor le guste ver cómo todas las personas que se acercan a mí lo hacen para mentirme y tratarme como un imbécil.

La oscuridad llegó a mí cuando sólo tenía cinco años, y lo hizo para quedarse. Nunca ha dejado de perseguirme.

― Vuelve al hotel. Estás demasiado borracho y no piensas con claridad –vuelve a añadir mi  subconsciente, esta vez para darme una orden.

Por suerte en nuestra suite hay dos camas, y no tendré que dormir con Megan.

Al llegar al dormitorio la señorita "soy ama del sado" me espera de pie frente al balcón.       Su expresión refleja una desolación absoluta.

― Necesito hablar contigo –me dice al escucharme llegar.

― Yo no. Quiero tumbarme en la cama y olvidarme de ti.

― Déjame explicártelo todo.

― Te he dicho que no. Si te aburres vete a darle latigazos a tus clientes. ¿O cómo debería   llamarles? ¿Putos, sumisos, amantes...?

Megan se acerca a mí y me golpea en la cara.

― No eres quién para juzgarme. Mírate, además de un prepotente eres un puto borracho de mierda. Te he mentido, sí, pero tú también lo has hecho. ¿Acaso crees que no me enteraría de que el email que me mandaste con las fotos era un montaje? Aquí todos tenemos secretos, señor "estoy tan salido que te follaría ahora mismo contra esa mesa". 

Como puedes ver, yo también sé ponerte apodos.

La cabeza comienza a darme vueltas, acompañada de la visión borrosa que me produce el   alcohol que he bebido.

― Si no te callas terminaré vomitándote encima –advierto.

― Me has llamado puta, mentirosa e infiel. Nada de lo que hagas a partir de ahora podrá ser peor que eso.

Intento responderla, pero el mareo me vence y caigo en un profundo sueño.

Cuando vuelvo a abrir los ojos ya ha amanecido. La luz del sol se refleja en mi cara.

Encima de la mesilla de noche hay una carta: es de Megan.

"Hola Lucas, sólo quería pedirte perdón por no haber sido sincera contigo. Sé que debería haberte contado la verdad desde el  principio, pero tenía miedo de que reaccionaras como lo has hecho. Te quiero, y lo sabes, pero hay secretos que es mejor guardarlos bajo llave.

Si te sirve de alivio, no me dedico a ello por gusto, tengo motivos que me llevaron a tomar esa decisión.

Te he escrito esta carta para que decidas tu propio destino. Estaré en el restaurante hasta las 12.00; si vienes te contaré toda la verdad, pero si eliges no hacerlo, perderás esa oportunidad para siempre".

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