Capítulo 13

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La cara de mi padre refleja una gran inseguridad.

- Lo siento, no puedo responderte ahora mismo –lamenta.

- Sabes que la paciencia no está entre mis virtudes. Si no te decides pronto volverás a perder a uno de tus hijos, y yo no regresaré del mundo de los muertos –le advierto, dejándolo totalmente mudo.

Unos meses más tarde...

Las navidades han llegado a Venecia y, como es habitual por estas fechas, las calles se llenan de luces y adornos

Faltan pocas horas para Nochebuena y todavía estoy preparando algunos detalles. Poder celebrar una gran cena en el Doge y además estar rodeado de la gente a la que quiero será el broche de oro para darle la bienvenida a la última semana del año.

Desde que Aitor despertó todo ha mejorado en mi vida. Aunque sigue sin recordar nada de su pasado, su salud está mejor que nunca. Además, mi padre ha encontrado un posible comprador de su empresa, y es probable que pronto puedan mudarse aquí conmigo.

En cuanto a Megan, estamos en el mejor momento de nuestra relación. Esta noche le tengo preparada una gran sorpresa que puede cambiar nuestras vidas para siempre.

Laboralmente hablando todo está saliendo perfecto. La adaptación de Daniel a la empresa  ha sido increíble, y nuestra química a la hora de trabajar hace las cosas mucho más fáciles. Gracias a ello y al gran compromiso, Yonoodle ha vivido su mejor Noviembre de los últimos seis años.

- Ten cuidado, todo es demasiado bonito –añade mi subconsciente, repitiéndose en su teoría.

Y puede que esta vez tenga razón, porque Julia, la odiosa hermana de mi novia, hará acto de presencia esta noche, amargándome así la cena.

- Por fin –resopla Megan al colocar la estrella del árbol-. Me encanta la Navidad, pero odio poner adornos.

- Este año has tenido que decorar dos casas –le recuerdo irónicamente mientras suelto una pequeña carcajada. 

- ¿No vas hoy al trabajo? Hasta donde yo sé sigues dirigiendo una empresa –contraataca.

- Cómo me pones cuando frunces el ceño. Si no tuviera que irme te follaría ahora mismo encima del sofá.

- Lo siento Señor Martín, mi cuerpo está fuera de servicio en estos momentos. Inténtelo más tarde –continúa bromeando.

- Me gustaría estar todo el día así, pero tengo obligaciones que atender –le doy un beso-. Nos  vemos por la tarde.

Cuando llego a Yonoodle Ariadna me espera con un pequeño regalo entre sus manos. La caja, de mediano tamaño, está envuelta con papel rojo y decorada con un lazo blanco.

- Para usted –me dice con voz tímida.

- ¿Es que ponía en tu contrato que le tenías que hacer regalos al Jefe?

- Se lo he comprado porque he querido. Me ha costado mucho decidirme; regalarle algo a un millonario siempre es complicado.

- Abro la caja y me encuentro con una pulsera de color negro bordada con el nombre de Aitor en letras azules.

- No sé qué decir –admito sorprendido.

Una semana después de regresar de Madrid decidí contarle a Ariadna lo que le pasó a mi hermano. Ha sido un gran apoyo para mí desde que llegué a Venecia y pensé que debía saber su historia.

- ¿Entonces le gusta?

- Claro que me gusta. Muchas gracias, Ariadna.

Sonríe al conocer mi respuesta.

INDECENCIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora