Adelanto del capítulo 11

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Hola chic@s!!! últimamente estoy muy ocupado con los exámenes y trabajos de la universidad y apenas me queda tiempo para escribir, así que hasta dentro de una o dos semanas no podré subir el capítulo 11. Por eso he decidido dejaros con un pequeño adelanto. Os aviso que este capítulo viene cargado de acción, mucho sexo y algún que otro secreto importante. Gracias a tod@s los que leéis esta novela. No os imagináis lo feliz que me hacéis cada vez que veo un comentario vuestro. Un saludo muy grande y hasta pronto!!

                                                                        11

Filippo se toca el labio y me enseña el dedo lleno de sangre.

- ¿Crees que éstas son formas de tratarme?

- Eres tú el que ha decidido que tenga que hacerlo así. Dime lo que quiero saber y te  podrás ir –le aseguro.

- ¡Ya te he dicho que no te voy a contar nada! –grita. Pégame las veces que quieras,   te  aseguro que no va a salir ninguna palabra de mi boca.

Me acerco hasta él y le agarro fuertemente de la camisa.

- ¿Por qué mi fecha de nacimiento, por qué la fecha de nacimiento de mi madre, por   qué el año en el que mi hermano tuvo el puto accidente? ¡Respóndeme maldito cabrón! –le doy otro puñetazo.

- Pare –me pide Bruce-. Yo me encargo de él.

- Estuve seis años en el ejército y conozco todo tipo de torturas, así que o respondes al señor Martín ahora mismo o vas a vivir en tus propias carnes lo que es el verdadero infierno –amenaza a Andreotti.

- No me asustan las palabras de un simple guardaespaldas -sonríe descaradamente-. Podría chasquear un dedo y acabar con todo lo que te rodea. ¿Qué tal está tu hija?

- ¡No nombres a mi hija! –le coge del cuello-. Si vuelves a referirte a ella serás hombre muerto. Palabra de un simple guardaespaldas.

- Me has decepcionado Lucas. Nunca pensé que serías capaz de hacer algo así.

Otra vez las mismas palabras: me has decepcionado. Pero esta vez no me afecta escucharlas.

- Toda la culpa es tuya. Si no hubieras jugado conmigo ahora podrías estar en tu bar de putas   follándote a alguna de tus empleadas. Nadie se ríe de Lucas Martín sin recibir su merecido. ¿Por qué no me dices la puta verdad y acabamos con esto? Habla y te dejaré libre, es una ecuación muy sencilla.

- No puedo decirte nada, imbécil. ¿Es que no lo entiendes? Eres tú el que tienes que encontrar las respuestas.

- ¿Y por qué yo?

- Porque lo que descubras cambiará tu vida para siempre.

¿Qué cambiará mi vida para siempre? Me niego a cambiar mi vida, me ha costado demasiado llegar hasta aquí.

- Si no me dices nada no seguiré investigando. Si tuvieras tanto interés en que supiera eso tan importante me lo dirías tú mismo.

- Si quieres seguir viviendo en una mentira el resto de tu vida, allá tú.

¿Ahora resulta que mi vida es una mentira? No me creo nada de lo que dice este tío.

- Estoy hasta los cojones de ti y de tu puto jueguecito.

- Te aseguro que no estoy jugando contigo.  Lo único que hago es intentar que descubras algo que de no ser por mí no sabrías nunca. Una persona me hizo prometerle que me llevaría este secreto a la tumba, pero si eres tú el que conoce la verdad yo no habré roto mi promesa.

Ariadna tenía razón, como siempre. Andreotti hizo una promesa que no puede romper.

- Bruce, abre la puerta –le entrega las llaves.

- ¿Está seguro señor?

Asiento.

- Lo que ha pasado hoy aquí queda entre nosotros. De lo contrario volveré a por ti, pero no seré tan educado.

- No te preocupes Lucas Martín, yo no funciono así –me dice mientras se levanta y sale del despacho.

Dos días después...

Las respuestas siguen sin llegar. Ariadna busca desquiciada cualquier dato que pueda ser relevante, pero sin el resultado esperado. A pesar de haber recopilado todas las fechas posibles relacionadas con mi familia los documentos siguen sin llevarnos a ningún sitio.

- Es tarde Ariadna. Vete a tu casa.

- No se preocupe señor, nadie me espera fuera de estas cuatro paredes.

- ¿Estás sola aquí en Venecia?

- Estoy sola en la vida. La única familia que tenía eran mis padres, pero murieron hace dos años en un accidente de avión. Si le soy sincera, pensé en rendirme durante mucho tiempo. Ni siquiera el trabajo en Yonoodle conseguía evadirme de mis pensamientos, pero cuando llegó    usted todo cambió. Es un gran jefe, y además  me permite hacer otras cosas que no sean estar todo el día sentada frente al ordenador. Usted me ha devuelto las ganas de vivir.

Escuchar esas palabras hace que por un momento me sienta una gran persona.

- No sabes cuánto me alegra oír eso –admito.

- Váyase a su casa señor, en cuanto termine de concretar algunas cosas me iré yo también.

- Está bien, pero no te quedes hasta tarde, tu horario ya ha terminado hace una hora.

Regreso al Doge con la satisfacción de haberle devuelto la alegría a una persona, y sólo con eso soy feliz.

- Hola Lucas –me recibe Daniel en la entradilla.

- ¿Tantas ganas tenías de verme que no has podido evitar esperarme en la puerta?

- No es eso. Hace rato que una visita te espera en el salón.

- ¿Quién es?

- Compruébalo tú mismo –indica el camino con la mano.

Me dirijo rápidamente a la sala de estar para resolver mis dudas.

- ¿Qué estás haciendo tú aquí? –pregunto extrañado, sin apenas vocalizar.

- Veo que le sorprende mi llegada señor Martín – responde Megan irónicamente.

INDECENCIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora