Capítulo 5

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-No puedo -me aparta la cara.

-¿No te gusta cómo beso? -intento tranquilizarla bromeando.

Su gesto se vuelve serio en un instante.

- Olvida lo que acaba de pasar, tú y yo sólo somos socios -me da la espalda y mira por la            ventanilla.

Ni siquiera yo sé lo que acabo de hacer, nunca he besado a nadie como lo he hecho con           Megan.

Mi subconsciente me regaña. ¿Qué cojones estás haciendo? Eres Lucas Martín, el soltero de    oro. Tú sólo te las follas, ¿recuerdas? No existe la palabra enamorarse en tu diccionario.

Tiene razón, he cambiado mi personalidad sin darme cuenta. Megan ahora cree que soy un          joven inmaduro que no sabe lo que quiere en la vida.

- He interpretado mal tus señales. Al ver que bajabas la guardia he pensado que podría echarte un polvo, pero eres diferente a las demás.

- Tendría que haberte escupido otra vez en la cara. Eres un puto cerdo de mierda. Antes de      acostarme contigo me haría monja -la señorita carácter reacciona ante mis palabras.

Mi subconsciente me felicita por haber vuelto a mis raíces y se relaja tomando el sol en una      tumbona mientras disfruta de un cóctel de piña frente al mar.

Megan no me vuelve a dirigir la palabra en todo el viaje. La he desconcertado con mis acciones y me he desconcertado a mí mismo. En unos segundos he pasado de darle un beso lleno de      sentimientos a decirle que sólo quería acostarme con ella.

- Perdona si te ha molestado lo que te he dicho antes -intento disculparme.

- Me he equivocado totalmente contigo. Por un momento he pensado que podrías llegar a       cambiar, pero veo que es imposible. Tu percepción sobre las mujeres sigue siendo la misma,    nos ves como un objeto sexual al que puedes controlar a tu antojo. Piensas que puedes hacer  con nosotras lo que quieras y llevarnos a tu terreno cuando a ti te interese. Hoy he descubierto quién eres en realidad.

Quiero decirle que el beso que le he dado era real, pero mi prepotencia me lo impide.

Llegamos al hotel Rocco Forte, donde nos alojaremos durante nuestro viaje.

- Disfruten de su estancia –la recepcionista nos entrega las llaves.

- En una hora te espero abajo, hay que preparar todo para la inauguración de mañana –Megan me habla sin levantar la mirada del suelo.

- Llegará un momento en el que tendrás que mirarme, no puedes evitarme eternamente.

- No llegues tarde –entra a su habitación sin decir nada más.

Me tomo una copa de Screaming Eagle mientras admiro las vistas de la suite. El vino hace que  los recuerdos del avión se apoderen de mí, no puedo dejar de pensar en el beso con Megan.   He besado a cientos de mujeres, pero nunca había sentido lo que he sentido hoy. Cuando         nuestros labios se han rozado algo se me ha removido por dentro, algo que no puedo explicar con palabras.

- Se llama dolor de estómago -bromea mi subconsciente.

Cuando bajo a recepción Megan me está esperando.

- El día que no me hagas esperar te daré un premio -me dice cabreada.

- No soy un perro, no necesito premios.

INDECENCIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora