Capítulo 8

11.5K 303 21
                                    

                                                                              8

Hoy amanezco en una cama vacía, una cama en la que tendría que estar Megan si todo hubiera salido bien anoche. ¿Por qué me pasa esto? He cambiado mi personalidad, me he declarado ante ella, le he preparado una cena romántica, he tocado una canción mostrándole todos mis sentimientos, y aun así me ha dado la patada. ¿Por qué no cree que sea capaz de cambiar? Todo el mundo puede hacerlo.

Quizás me esté equivocando y deba seguir como hasta ahora, follando con mujeres a las que sólo les interesa el sexo sin compromiso. Puede que Megan y mi subconsciente tengan razón y no sirva para estar con nadie.

Al mirarme ante el espejo del baño veo a un hombre que morirá forrado de dinero a los cien años, completamente solo y en una cama solitaria. Nadie me echará de menos.

- ¿Se encuentra bien? -me pregunta Emma cuando bajo a desayunar.

- He tenido días mejores -admito.

- Si me permite la intromisión, tiene un aspecto bastante malo. Debería quedarse y descansar.

No he dormido en toda la noche pensando en la frase que Megan me repitió una y otra vez: no podemos ser pareja. Mi cabeza está a punto de explotar de tanto oirla.

- Lo que más necesito en estos momentos es trabajar, ya tendré tiempo para lo demás -le respondo.

Y es que con todo lo que me ha pasado con Megan no me acordaba de que Andreotti se reunía hoy con el posible comprador de sus acciones. Si todo va según lo previsto conoceré a mi nuevo socio en unas horas, aunque últimamente nada sale como debería.

Al llegar al trabajo Ariadna me está esperando en la puerta del despacho para hablar conmigo.

- Tengo noticias que darle -me anuncia.

- Espero que sean buenas.

- No del todo. He encontrado el apartamento en el que se alojaba Diego Barroso.

- ¿Se alojaba? -pregunto buscando una explicación.

- Sí, cuando descubrí la dirección en la que vivía fui hasta allí para asegurarme de que era el hombre que estábamos buscando, pero no encontré a nadie.

- Puede que saliera por algún motivo y regresara más tarde.

- No -me asegura-. Decidí entrar a su apartamento de una manera un poco ilegal, y al ver que había un ordenador en la mesa de su habitación pensé que lo mejor sería hackearlo.

- ¿Encontraste algo que te llamara la atención?

- El caso es que sí, en concreto un billete de avión de ida con destino a Madrid.

- ¿Quieres decir que ese cabrón ha ido a la ciudad?

- No exactamente. El billete no estaba a nombre de Diego Barroso, sino de Alfredo Barroso, su hermano.

Eso significa que él es su cómplice.

- Entonces Diego todavía sigue aquí.

- Seguramente, aunque ahora se esconde en otro sitio. No encontré ropa ni ningún otro objeto personal en sus muebles, y todos los armarios estaban vacíos, pero sí pude pasar esta foto a mi tablet -en ella Diego aparece con otro hombre-. Es su hermano -dice Ariadna.

- ¿Estás segura?

- Ví su foto en el DNI. Él es Alfredo Barroso.

- Has hecho un gran trabajo, pero te has arriesgado demasiado.

INDECENCIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora