Tras la visita de Jonás, Megan, que ha escuchado toda nuestra conversación, me increpa por la decisión que acabo de tomar.
— ¿Qué estás haciendo, Lucas?
— Actuar con sensatez —respondo ante su incomprensión.
— ¿Llamas sensatez a dejar escapar la única oportunidad que has tenido en meses de comenzar a recuperar lo que es tuyo? Te creía más astuto.
— Si algo he aprendido desde que llegué a esta ciudad es a no fiarme de la gente —admito con rotundidad—. Apenas tuve tiempo de conocer a Jonás. ¿Por qué razón se jugaría él su puesto de trabajo por alguien con quien no ha tenido relación más allá de unas cuantas conversaciones? Sería un sinsentido.
— No todas las personas están en tu contra, Lucas. Si Jonás forma parte de Yonoodle a día de hoy es porque tú le diste la oportunidad de entrar en la entidad. Pregúntate esto. ¿Si estuvieras en su lugar, a quién elegirías, a una persona que ha confiado en ti, te ha ayudado y te ha hecho evolucionar desde el primer momento, o en una persona que se ha hecho con el control de una empresa jugando sucio, ha dejado sin trabajo a la mitad de la plantilla y está perdiendo dinero cada minuto? Si aceptas la propuesta de Jonás y sale bien, podrías recuperar Yonoodle; si la aceptas y sale mal, no perderás nada.
Cuando una persona te deja sin argumentos, justo en ese instante, comprendes que tiene toda la razón. Y es también en ese momento cuando te das cuenta de por qué te enamoraste de esa persona.
— No tengo nada que perder —reflexiono varias veces en voz alta.
— Eso es. Ha llegado la hora de empezar a construir tu venganza.
— Tu frase acaba de sonar a la típica escena de película de acción en la que el bueno, tras ser puteado por el malo, busca vengarse de él —bromeo—. ¿Y sabes qué? En el 99% de esas películas la historia acaba bien.
— Entonces ignora ese 1% y gana a William Santos y al resto de su familia. Hazlo por tu hermano, por tus padres y por mí.
— Eres demasiado convincente e irresistible cuando frunces el ceño. Ahora mismo tengo ganas de derrotar al malo y follarte a partes iguales.
— Pero en este caso yo no soy la prioridad —añade.
— De acuerdo. Supongamos que acepto la alianza con Jonás y me pasa información confidencial de Santos. ¿Qué hago después?
— Pedir ayuda —sentencia Megan.
— ¿A quién? ¿A mi padre? —digo mientras arqueo las cejas.
— Exacto.
— Así que hablo con mi padre y le digo que necesito su ayuda para recuperar Yonoodle. Y entonces él, con su talento habitual para las relaciones personales, me responde que a pesar de ser multimillonario no tiene los medios necesarios para sobrellevar mi petición. Fin de la historia.
— No me refiero a tu padre "adoptivo", sino a tu padre biológico.
— ¿Andreotti?
— Deja que te ayude, pero esta vez de verdad. Le conozco muy bien, y...
— Demasiado bien —digo antes de que termine la frase.
— Y sé que tiene muchos contactos que pueden servirte de ayuda.
— Tengo que pensarlo —respondo tajante.
— ¿El qué? ¿Aliarte con Jonás o pedir ayuda a Andreotti?
— No quiero precipitarme aún —ignoro su pregunta—. Estoy seguro de que Santos caerá por su propio peso, y entonces, sólo entonces, llegará mi momento. Mientras tanto, esperaré.
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INDECENCIA
Teen FictionUna novela que no te dejará indiferente. Completamente adictiva. Si te gustan las historias en las que nada es lo que parece, está hecha para ti. La vida de Lucas cambiará por completo cuando le ofrezcan ser el director general de una de las empresa...