Cena

5.7K 357 85
                                    

- No voy a entrar ahí vestida así. - Me señalé a mi misma.

- Vamos, de verdad no importa. Para mi usted está bellísima. - Sonrió.

- La gente viste de etiqueta para venir aquí, hasta usted está elegante. - Comenzó a mirarme con una sonrisa burlona. Él llevaba unos elegantes pantalones de vestir y una chaqueta de color negro junto con una camisa azul que le quedaba de fábula. - No es divertido. Cuando dijo que me invitaría a comer, pensé que iríamos a un McDonald's o algo así, no creí que vendríamos a un restaurante como este. - Señalé a las anchas puertas que se encontraban frente a nosotros.

- Por favor, sólo entremos. - Me cogió la mano y la acarició suavemente. - Le aseguro que nadie la verá mal. Además pronto lloverá. - Suspiró. - A menos de que quiera empaparse...

- Pero si hasta usted se rio cuando me vio llegar. Y si, me encanta mojarme en la lluvia. - Sonrió.

- Reí por la cara que puso cuando me vio así vestido. - Me tomó por la cintura y me acercó a él.

- Debo admitir que se ve muy bien. - Agaché la mirada, temblé entre sus brazos y evité mirarlo al rostro, de verdad se veía muy guapo.

- Al igual que usted. - Encerró mi rostro entre sus manos y acarició mis mejillas con sus pulgares.

- Pero... - Pies a tierra, Hayden, pies a tierra. - No estoy vestida para este lugar, Andrew. - Traté de convencerlo, pero él se encorvó rápidamente para poder besarme y así, pude perderme en su varonil aroma. Este contraste es maravilloso, lo suaves y cálidos que se sienten sus besos y sus caricias, y lo fuerte y firme que es su abrazo y su mirada. Cerré los ojos y me dejé llevar.

No sé cómo llegué a este punto.

- ¿Qué le sucede? - Susurró sobre mis labios, agaché la mirada.

- ¿Por qué? - Miraba al suelo, fijándome en cualquier cosa.

- Siempre que la beso se queda inmóvil y no pronuncia palabra. - Agachó su rostro levemente para mirarme, nuestras miradas se conectaron. - ¿Por qué?

- Es que no sé como actuar. - Confesé. - Siempre que me besa me deja desorientada y mi mundo da vueltas y más vueltas. - Me relamí los labios. - Casi parece que flotara. - Agaché la mirada y él me ofreció una sonrisa gatuna. - De verdad, no sé qué hacer.    

- Tal vez devolverme el beso. - Susurró sobre mis labios y me dio un beso en la frente.

Lo miré y no pude evitar admirarlo como siempre, su cabello ligeramente despeinado, sus labios rosados y ligeramente abiertos, unas ojeras de un tono rojizo casi imperceptibles, pero ahí estaban.

- Cuando me mira demasiado me asusta. - Dijo con ronca voz.

- ¿Por qué?

- Parece que en cualquier momento podría notar varios de mis defectos. 

- Usted no los tiene, y si los tuviera lo harían a usted aún más interesante. - Sonrió ampliamente, entonces llevó una de sus manos a su cabello, peinando parte de él hacia atrás.

- Vaya. - Estaba muy feliz. De pronto, empezó a lloviznar. - Será mejor entrar ahora. - Dijo, aún sonriendo.

- Pero es que yo...

- No hay pero que valga. - Me interrumpió. - Para mi usted está perfecta, además... - Me tomó ambas manos. - Puede sonar algo egoísta, pero por mi es por él único que debe preocuparse. - Lo miré, él posó su dedo bajo mi barbilla, cerrando mi boca que sin querer había abierto. - Sólo por mi.

El Señor Biersack abrió la puerta para mi, respiré profundo y entré. En cuanto puse un sólo pie dentro, todo el mundo volteó a verme e instintivamente llevé mi mano a mi frente, cubriendo mis ojos y parte de mi rostro. Un hombre con traje, se posicionó en frente de nosotros y me miró de pies a cabeza.

Señorita Inocencia [Andy Biersack y tu] (EDITANDO).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora