Han pasado ya cinco minutos desde que desperté y lo único que he hecho es observarlo mientras duerme, hasta que en un determinado momento se removió en su lugar y abrió los ojos lentamente.
- Puede tomarme una foto si desea. - Dijo, con voz adormilada. Reí levemente ante su comentario.
- Buenos días. - Sonrió.
- Si todos los días despierto con usted a mi lado sonriendo y mirándome, juro que moriré como el hombre más feliz del mundo. - Se acomodó para abrazarme por sobre las sábanas, dejándome inmovilizada, pero vamos, hay que reconocerlo, no hay otro lugar donde quiera estar.
- No puedo respirar. - Me quejé, aunque realmente estaba muy feliz.
- Vaya. - Me soltó, riendo. - Usted va a ganarse el premio para acabar con momentos románticos.
- ¿Eh? ¿Por qué? ¿Qué hice? - Me defendí y él volvió a reír.
- Es usted una ternura. - Me acarició la mejilla. - Acaba de romperme el corazón. - Puso cara de afligido.
- No es cierto, no juegue con eso. - Paseé mis dedos sobre su barbilla.
Me miró y no pude evitar sonreír.
- ¿Qué?
- Se ve muy bien cuando está despeinado. - Sonrió de medio lado y besó mi frente, dejando ahí sus labios por unos cuantos segundos.
- Usted también. - Mis ojos se abrieron a tope.
No me había fijado en eso, llevé mis manos a mi cabeza, sentí mi cabello alborotado y disperso sobre toda la almohada.
- No puede ser. - Me levanté inmediatamente. Chillé al momento en que mis pies tocaron el suelo, el cuál estaba frío, frío como el hielo. Sentí las cálidas manos de Andy rodeando mi cintura, atrayéndome de nuevo a la cama y se colocó sobre mi, entre mis piernas.
- Usted es preciosa esté como esté. - Pasó su dedo índice por mi mejilla suavemente, apenas acariciándola, pero eso ya causó que toda mi piel se erizara. Hayden Gallina Hunter, para servirle.
- Si usted lo dice. - Ignoré su insistente mirada, fijándome en cualquier cosa que estuviera en la habitación.
- Es porque yo lo sé... - Se acercó a mi oído. - Todo. - Mordió levemente mi oreja y yo me retorcí debajo de él.
- No. - Pedí y él rio, alejándose de mi. Me miró unos segundos y se aclaró la garganta. - ¿Qué sucede? - Pregunté, pero él me miraba embelesado.
- No es nada. - Me sonrió y se mordió el labio. - ¿Ha sabido algo de su madre? - El recuerdo del día de ayer me golpeó fuerte y me puse seria, él lo notó de inmediato. - Lo siento, ¿Es que ha pasado algo malo? - Volvió a recostarse a mi lado, nos tapó a ambos con las cobijas y me abrazó.
- Lo cierto es que volvió a casa ayer. - Sonreí y él me imitó, aunque no lo estaba mirando, lo sabía.
- Que bueno.
- Con un hombre. - Miré hacia nuestros pies, yo empecé a mover los míos para aliviar la tensión que sentía.
- Que malo. - Dijo, al parecer intentado adivinar lo que estaba sintiendo, lo miré. - ¿Qué dije? - Se quejó.
- Nada, sólo deme un abrazo y no me suelte. - Pedí, él sonrió y así lo hizo.
- Sus deseos son órdenes para mi. - Depositó un beso sobre mi cabello. - ¿Ha podido hablar con Robert? - Inquirió.
- ¿Realmente importa? - Susurré con pesar en su pecho, con el volumen justo para que él pueda escucharme.
- Bueno, lo lamento. - Se quedó en silencio por un momento en que sentí que peleaba consigo para decirme algo. - ¿Y con Alexey?
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Señorita Inocencia [Andy Biersack y tu] (EDITANDO).
Fanfiction- Hunter... Hayden Hunter... - ¿Eh? ¿Si? - ¿Podría explicarme por qué se sonrojó cuando dije su nombre? - E-es es calor.. Si, eso es. - No lo creo. Señorita Hayden, ahora mismo estamos en Otoño, todos temblamos de frío. - Me maquillé de más. - Usted...