Ira

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- Ahora les voy a pedir que presten atención a la lectura, con la cual nos va a ayudar... - Miró a todos lados en el salón. - Sr. Collins.

Comenzó a leer.

El problema es que yo realmente no estaba escuchando nada. Estaba ahí sentada, prestando atención o al menos intentándolo. Cerré los ojos con fuerza.

Otras cosas ocupan mi cabeza por primera vez en mi vida y eso no esta bien. En lo único que puedo pensar ahora es en la mujer que vendrá, la amiga de el Sr. Biersack, o bien, la ex de Andrew.

- Muchos no llegan a tener a nadie, por eso me alegra que yo si pueda tenerte a ti.

- Muchas gracias, Sr. Collins. - Se acomodó los lentes. - Sr. Griffin, dígame, ¿A usted qué le parece esta lectura?

- No me gustó.

- ¿Por qué? - Automáticamente salí de mis pensamientos y lo miré.

- Porque nunca tienes a alguien realmente, porque o no eres suficientemente bueno para el resto, o el resto no son lo suficientemente buenos para ti. - Me miró por lo bajo. - La vida sólo te dará una bofetada en cuanto tenga la oportunidad para hacerte saber que realmente nadie está obligado a quererte ni nadie está obligado a que le importes.

- Es un pensamiento bastante completo, inclinado al existencialismo, me atrevo a decir. Yo no comparto esa filosofía Sr. Griffin. Claro que tiene su fundamento, pero... - Interrumpido.

- ¿Cree qué me interesa? Que molesto, me pidió mi opinión y se la di, yo no pedí la suya. - El salón en casi un segundo se llenó de susurros y burlas.

- Afuera. - Susurró, al tiempo que abría y cerraba sus manos que escondían una gran tensión.

- ¿Qué? - Respondió indignado. Robert, ¿Qué estás haciendo?

- Fuera de mi clase, vamos. - Señaló la puerta, el Sr. Biersack se tornó completamente serio con lo que acababa de pasar. Robert se levantó sin que se lo pidieran una vez más y salió.

- Continuemos.

- Profesor. - Le corté.

- ¿Si, Señorita Hunter? ¿Qué sucede? - Se quitó los lentes y se fregó los ojos, sabía perfectamente lo que le iba a decir.

- ¿Puedo... ? - Respiró hondo, se peinó el cabello hacia atrás con una mano.

- Tiene cinco minutos. - Me levanté casi al instante para ir a buscarlo.

Caminé rápidamente hasta la puerta y salí, caminé hacia un lado en los pasillos para luego bajar por las escaleras, casi tropezándome con él.

- Deberías estar dentro. - Le dije, estaba sentado en las escaleras.

- No me interesa la clase de ese tipo, la que debería entrar para seguirle haciendo ojitos eres tú. - Me espetó con rabia. - No deberías estar siguiendo a este pedazo de basura. - Sonrió y agachó la mirada.

- ¿Qué has dicho? - Le empujé levemente, me miró. - Vamos, si te disculpas él te... - Me interrumpió.

- No pienso disculparme, porque no tengo motivos. - Se puso de pie. - Si vuelvo a ese salón ahora será solamente para tomar mis cosas y largarme a mi casa, me cansé de estar aquí. - Se levantó y pasó a un lado de mi, casi haciéndome tropezar. Tomé su muñeca y él se volteó.

- Rob. - Normalmente cuando le decía así su humor mejoraba, no importaba que tan molesto esté.

Pero esta vez no fue así, se volteó con los ojos llenos de ira y me empujó contra la pared, haciendo que me golpee levemente en la espalda, me tomó por los brazos con fuerza.

Señorita Inocencia [Andy Biersack y tu] (EDITANDO).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora