Entré a mi casa corriendo, sentía como si el corazón estuviera a punto de salírseme del pecho.
- Era él... - Susurré para mí misma. - ¡Era él! - Me cubrí el rostro con las manos.
Por más que acaba de pasar, no puedo creer que realmente volví a verlo. Y es que estaba idéntico, casi parecía que los años no habían pasado por él. Sonreí y me apoyé en la pared que tenía detrás.
No debí haberme ido de la forma en que lo hice.
Me pasé una mano por el rostro.
Estoy consciente de que no hice otra cosa que huir, pero es que era inevitable, no podía quedarme ahí.
Ahogué un sollozo que estaba a punto de sacudirme el cuerpo para empezar a llorar como una niña pequeña, una niña pequeña que volví a ser en cuanto lo vi, como si nunca hubiera dejado de serlo, como si nunca hubiera podido superar lo que pasó...
Vamos, ¿A quién quiero engañar?
Por supuesto que no lo he superado.
Subí las escaleras lentamente, a causa de que mi cuerpo estaba totalmente desesperado por llegar a mi habitación y la inercia se lo permitía. Por la oscuridad casi tropiezo torpemente, así que me quedé allí un momento en lo que intentaba recuperarme, apoyada en el suelo con mis manos.
Levanté la cabeza y arrugué el entrecejo... ¿Qué es ese ruido?
Me acerqué lentamente hasta la habitación de mi madre y pegué la oreja a la puerta con cuidado de no hacer ni un sólo ruido.
La cama se mueve con intensidad y mi madre gime, puedo... puedo oír la voz de un hombre hablándole.
Cerré los ojos y apreté las manos en puño.
No, no es cualquier hombre. Es su sucia y asquerosa voz, ¿Cómo podría no reconocerla? Si ese tipo se presenta diariamente en mis pesadillas.
Es Dante...
Ese hombre volvió.
Corrí a mi habitación y cerré la puerta detrás de mi.
¡¿Cómo fue capaz de dejar que ese tipo vuelva?!
Me acerqué a la puerta y puse el seguro, retrocedí unos pasos y agaché la mirada, me dejé caer al suelo de rodillas y gateé hasta la mesa de noche ubicada al lado de mi cama. Empecé a buscar en los cajones.
Papá nunca hubiera permitido que algo así pasara ¡Dios mío! Para empezar, jamás habría permitido que ese hombre ponga un pie en esta casa, mucho menos en la forma en que lo hizo.
Sollocé.
- Supongo que lo entiendo. - Apreté la mandíbula. - Entiendo porque nos dejaste. - Hallé la foto que guardaba con extremo cuidado y con inconmensurable cariño, de la niña pequeña y castaña que aún sabía como sonreír genuinamente, abrazada a su padre, que nunca supo si sonreía porque era feliz, o solamente, porque era una fotografía. - Tú merecías más de lo que tenías. - Me limpié las lágrimas con la tela de la manga de mi chaqueta. - Aunque eso me haya destrozado, mereces la hermosa y noble familia que tienes ahora.
Me coloqué ambas manos sobre el rostro y empecé a llorar por esto que tenía enterrado en el corazón y que, constantemente fingía que ya no existía.
Me arrastré como pude a la cama, me tapé con las cobijas y abracé la foto junto a mi pecho.
Al menos ahora sé que después de nosotras, hallaste la felicidad. Cerré los ojos con fuerza.
¿Acaso viste crecer a Alexey? ¿Fuiste para él el padre que yo añoré todos estos años?
Me mordí el labio, tratando de aliviar el dolor que me aplastaba el pecho.
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Señorita Inocencia [Andy Biersack y tu] (EDITANDO).
Fanfic- Hunter... Hayden Hunter... - ¿Eh? ¿Si? - ¿Podría explicarme por qué se sonrojó cuando dije su nombre? - E-es es calor.. Si, eso es. - No lo creo. Señorita Hayden, ahora mismo estamos en Otoño, todos temblamos de frío. - Me maquillé de más. - Usted...