Robert

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Corrí, corrí y corrí para poder llegar a su lado, lo detuve tomándolo por su brazo.

- ¿Crees que no te he visto? - Me miró extrañado y sonrió. 

- Si me has visto o no, no es mi problema. ¿Quieres soltarme? - Miró mi mano y agitó levemente su brazo.

- No me trates como si no me conocieras, esto es ridículo.

- Hayden, basta.

- No entiendo porque te estás comportando así conmigo, yo no he hecho nada malo.

- Está bien. - Casi gritó, haciendo que nos llevemos varias miradas en los pasillos.

- ¿Qué está bien? - Pregunté.

- Te escucho. - Sonrió, mirándome, por primera vez en mucho tiempo lucía tranquilo estando junto a mi.

- Rob, yo... - Me quedé callada, puesto que el timbre de inicio de clases acababa de sonar, él rio por lo bajo.

- ¿Vas por tu profesor? - A pesar de que sonrió pude notar que sus ojos iban tristes.

- No, Rob. - Le detuve. - Realmente quiero hablar contigo, necesitamos hablar.

- Demuéstralo. - Lo miré.

- ¿Cómo lo hago? - Me rendí.

- Hablemos, pero no aquí. - Sonrió.

- Pero tenemos clases y... - Me interrumpió.

- Obviamente una clase es más importante que yo. - Empezó a caminar. Sabía que esta discusión yo no la ganaría.

- Rob. - Volví a detenerlo. - ¿A dónde vamos?



- No lo entiendo, te juro que no lo entiendo. - Negó con la cabeza. - Él es mayor que tú, Hayden. - Mi mejor amigo seguía aquí después de todo. 

- Yo... - No sé que decirle. - Rob, no es algo que yo... - Interrumpió.

- Adivinaré. - Hizo un ademán con la mano. - Tú no querías, sólo pasó. Hayden, es un hombre. - Hizo una pausa, suspiró. - Él ya ha vivido y pasado muchas cosas, de seguro sólo te quiere para acostarse contigo.

- ¡Robert! - Le detuve, furiosa y sonrojada, ¿Pero qué tonterías estaba diciendo?

- Sólo estoy advirtiéndote. - Me miró y se encogió de hombros, volvió a recostarse contra la pared, en la cuál llevábamos apoyados desde hace rato. - No quiero que ese tipo te haga daño. - Dijo, entre dientes.

- Te extrañé. - Lo tomé de la mano y su expresión se suavizó.

- Yo también te extrañé. - Le costó admitirlo, pero lo hizo. Estaba notablemente más relajado. Me apretó la mano.

- ¿Vienes aquí a menudo? - Intenté cambiar un poco el tema. Miré alrededor, estábamos en la terraza del colegio.

- Últimamente. - Suspiró. - Para saltarme clases. 

- Es un lindo lugar.

- Si, es muy bueno para esconderse. - Miró al cielo. - Y hay muchas cosas que puedo hacer aquí arriba. - Dijo, sonriendo.

- ¿Cómo qué? - Sonrió.

- Si te lo cuento te vas a molestar.

- ¿Por qué?

- Porque te conozco. - Se puso de pie y caminó hasta apoyarse en el barandal.

Me quedé sentada mirándolo, tratando de adivinar que estaba haciendo. Metió sus manos en sus bolsillos, sacó algo que no alcanzaba a ver por la distancia y llevó sus manos a su rostro. De pronto, vi algo blanquecino que se esfumó cuando el viento sopló, me levanté apresurada, sabiendo perfectamente lo que era. Corrí hacia él.

Señorita Inocencia [Andy Biersack y tu] (EDITANDO).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora