Suerte

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Después de todo vine... Aquí estoy, jugando con mis dedos y con la taza con café, que desde hace rato se había terminado, el mensaje decía a las 14:00... Pero... Llevo más de dos horas en este lugar.

Ya dieron las 16:30... Y entonces al beber el último sorbo, una lágrima calló en él, y sintió pena por el café, se había amargado, o arruinó lo que era su esencia con sus lágrimas, como tal vez Andy había hecho con ella, al momento de conocerla...

(...)

- Basta... No puedo esperar más. - Sacó su celular para mirar la hora.

- Pero, ella acaba de llegar.

- Tengo que ir a un lugar, y no llegaré si me quedo.

- Su auto acaba de llegar, si quieres trabajar en un lugar como Harvard, necesitarás el apoyo de un hombre como él.

- No necesito conexiones, lo que he logrado lo he logrado por mi, Adrianna ya no puedo más, tengo que irme... Cruzar la ciudad me tomará demasiado tiempo. 

- Oh, aquí viene. - Lo sostuvo por su brazo y se arregló el excesivo escote.

- Adrianna.

- Andy ya basta de esto.

- Señor Andrew Biersack, ¿O debo decir profesor? - El hombre robusto y feliz, le sonrió, como si de un padre viendo a su hijo se tratara.

- Señor, un gusto verlo... Pero, debo irme...

- Andrew, no seas grosero. - Le reclamó Adrianna.

- No te preocupes, conozco a este chico, y sé que es un hombre ocupado. - Sonrió gentil el hombre. - Sé que podremos salir uno de estos días, después de todo mi estancia aquí no es corta, me quedaré un mes.

- Gracias señor, mi más sentida disculpa, pero le juro que no puedo quedarme.

- No te preocupes.

- Andy no vas a dejar esto. - Lo tomó por el brazo.

- Tengo algo más importante que podría perder.

- Vas detrás de esa niñita, ¿Verdad?

- No te importa.

- Claro que si, ¿Ya se te olvidó lo que me hiciste?

- Adrianna no es momento.

- No, claro que no, para mi nunca hubo un momento.

- Adrianna, prometo que lo compensaré.

- Pues hazlo ahora.

- Ahora no puedo.

- Andrew si me dejas...

- Tu no me dejarás a mi. - La retó. - Lo sé.

A pesar de que se había quedado boquiabierta, poco le importó a Andrew, y se marchó corriendo del lugar.

Logró tomar un taxi, pero eso no afectó nada, ya que el tránsito era horrible, tendría que pasar un milagro para que pudiera llegar a la cita.

Intentó enviarle un mensaje, pero su teléfono murió, cero batería.

El milagro no llegó, como él tampoco llegó a la cita con Hayden, llegó exactamente a las 17:15, ya no había tiempo, ya no había nada que hacer.

No la vio en el lugar, y se maldijo a si mismo por eso, la rabia y la ira lo consumieron, ni siquiera había podido avisarle...

Caminó lentamente por las calles, resignado, debía encontrar la manera de recuperarla, pero ¿Cómo?. La cabeza le daba vueltas y no podía pensar con claridad, al caminar por las frías calles, encontró una banca agradable que parecía lo bastante formidable como para sentarse a pensar.

Se sentó y se agachó, colocando su cabeza sobre las palmas de sus manos, que se encontraban descansando sobre sus rodillas.

Una... Dos... Tres...

Tres lágrimas fueron las que dejó caer, y se dio cuenta de que estaba perdido, ya no tenía ideas, ya no sabía que hacer, era como un niño pequeño en apuros.

- ¿Llegas recién? - Escuchó su voz, temblorosa y dulce, incluso llegó a pensar que era tan solo un sueño. 

- Hayden... Yo... Tú... - Se lanzó a tratar de abrazarla, pero ella lo rechazó. - ¿Q-Qué sucede?

- No puedes hacer eso...

- Estás empapada... - Dijo cuando ella se sentó a su lado en la banca.

- Es que hace un par de horas llovió.

- Hayden, yo... Lo lamento tanto.

- ¿Por qué? - Sonrió. - Ahora sabemos que al final no debíamos estar juntos.

- Hayden... - Comenzaba a quebrantarse. - ¿Qué está diciendo? Pero... Usted y yo...

- No hay usted y yo...

- Claro que...

- Andrew. - Lo estaba rompiendo.

- No digas mi nombre... Por favor no lo hagas. - Cerró los ojos con fuerza, las lágrimas comenzaban a abordarlo. - Maldición duele. - Sus ojos estaban rojos, y su voz comenzaba a hacer dudar a Hayden, pero no podía doblarse, no ahora, no por él.

- Cálmate... Por favor. - Rogó con un nudo en la garganta., estaba a punto de ceder. 

- Hayden, la amo... - Exclamó desesperado. - Te amo, Hayden, por favor... No puedes hacerme esto, haré lo que quiera... - Recurrió a la lástima que sabía que ella podía llegar a sentir por él en ese momento. - Me quedaré, nos mudaremos, si quiere no, no saldré de casa...

- Andy... - Lo detuvo.

- ¿Si? - Dijo con un hilo de esperanza en su voz y sus ojos parecían haber recuperado su brillo de siempre.

- Dime... ¿Con quién estuviste ayer?

- Merry... - Miró sus manos, y sintió ganas de golpearse a si mismo, si era posible, lo haría más tarde. - Pero yo...

- ¿Y por qué llegó tarde a la cita hoy? - Titubeó, su voz temblaba, al igual que él, estaba al borde de romperse, quería volver a sus brazos y gritar cuanto le amaba, pero era imposible a esas alturas.

- Tenía que atender un asunto con Adrianna... - Miró los ojos de Hayden, y los de ella no parecían expresar absolutamente nada.

Asintió con la cabeza y dejó caer una lágrima, que limpió al momento en que se cayó, y una muca que se volvió sonrisa apareció temerosa en su rostro.

Él sabe muy bien que le ha hecho daño, y ya no hay vuelta atrás, se rompió, en mil pedazos, y ya no habría nada que pudiera volver a repararlo, a menos que ella decidiera volver, entonces sanaría sus heridas, tanto las suyas, como las de ella, esa era su prioridad, que ella estuviera bien, esa era su prioridad, su perdición... Lo que tal vez, lo llevaría al desastre. Pero, no importaba, ella era su desastre.

- Adiós Andy... - Se levantó lentamente, acariciando su cabeza, y depositó un último beso en su frente.

- Hayden, no... Por favor... No... - Tomó su mano y ella se soltó, tan efímera como el aire...

- Suerte Andrew. - Dos lágrimas más cayeron por sus ojos, y ella comenzó a correr.

Seguirla no era una opción, es más, en ese momento no parecía haber alguna opción para él...

Se había quedado vacío. Y al fin comprendió... Que todo, absolutamente todo lo que había pasado, era su culpa, el había permitido que pasen las cosas, y que esas mujeres puedan interferir con su relación.

No más...

Se acabó.

Señorita Inocencia [Andy Biersack y tu] (EDITANDO).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora