Ilusión

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- No le pondremos Hamburguesa. - Dije, acariciando su cabeza, riendo.

- ¿Por qué no? Cuando lo paseemos será fácil llamarlo, todos los perros se llaman Doggy, Max, Sultán o Bobby. Además abre su boquita como si fuera a comerse una hamburguesa. - Se encogió de hombros y yo reí con más fuerza. Que tierno pensamiento había tenido. - Jamás se esperarán que lo llamemos Hamburguesa. - Me miró, colocando ambas manos en su cintura, haciendo una línea con sus labios.

- Así que tendré que elegir yo el nombre. - Dije, bromeando.

- Si, por favor. - Soltó el aire que yo no sabía que él estaba conteniendo y comenzó a reír. Andrew miró al cachorro, le tendió su mano y este comenzó a lamerla, sonrió cuando el pequeño comenzó a morder su dedo.

Lo dejé en el suelo y comenzó a jugar, saltando de lado a lado. En un momento se quedo quieto, como si estuviera observando algo, se agachó en posición de caza y comenzó a correr en círculos, persiguiendo su colita.

Me di cuenta de que ambos estábamos absortos, contemplando la inocencia de esa pequeña criatura.

- Lo malo es que ya metió el nombre "Hamburguesa" en mi cabeza. - Miré a Andrew, su mirada conectó con la mía y me estremecí. - Es precioso.

- Le dije que se parecía a usted. - Me dijo, sonriendo. Lo empujé levemente con mi hombro, ambos reímos.

- Los ojos azules son más suyos que míos. - Le dije, él me miró, abriendo la boca entre sorprendido y divertido. Se aproximó a mi.

- ¿Qué? - Tomó mi cintura y me acercó para besarme, pero giré el rostro, haciéndole quejarse por lo bajo. - Me las pagará. - Amenazó.

Pasó su lengua por mi labio inferior, mordiendo este casi al mismo tiempo en que nuestras bocas hicieron contacto y retrocedí al instante, golpeándome accidentalmente con la mesa del comedor.

- ¿Cómo hizo eso? - Pregunté, sorprendida.

- ¿Qué cosa? - La sonrisa que me regaló en ese momento fue una distinta a la que siempre veo, fue una que me hizo temblar las piernas, una que me hizo desear que se quedara para siempre. Dio un paso hacia mi, acortando distancias.

- Mire. - Le mostré mi brazo, con mi piel completamente erizada. - Además...

- ¿Qué? - Dijo, colocando sus manos detrás de mi, apoyándose en la mesa. Mi respiración ahora estaba alterada.

- Sentí algo extraño. - Confesé, agaché la mirada y me mordí el labio.

- ¿En dónde? - Susurró sobre mis labios, el tono de su voz cambió. No puede ser, estoy demasiado nerviosa.

Tomé su mano y la llevé hasta mi vientre bajo, sobre mi pelvis, Su boca se abrió ligeramente, tan sólo un poco. 

- Aquí. - Susurré. 

Colocó sus manos sobre mis mejillas y me acarició despacio los labios con ambos pulgares, me me miraba como si fuera un postre apetecible al otro lado de una lustrosa vitrina. Se pasó la lengua por los labios y atacó, en un abrir y cerrar de ojos se apoderó de mis labios, besándome de una manera en la que no me había besado antes.

Subió una de sus manos a mi cabello y tiró levemente de él, jadeé, pronto me quedé sin aire, pero fue él quien se separó de mi, mordiendo mi labio inferior.

- Ay, Hayden. - Cerró los ojos y me acarició la cintura, su toque era firme, muy seguro. Se mordió el labio, acto que no pude evitar admirar, se ve tan... El embrujo que su cuerpo me producía se esfumó, Andy se separó bruscamente de mi. - No tiene idea de lo que está haciéndome.

Señorita Inocencia [Andy Biersack y tu] (EDITANDO).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora